ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A DAVID JOSE KOHON
“Ponía algo de sexo para evitar otras censuras”
Es un realizador clave de una generación que revolucionó el cine argentino. Pero no filmó en los últimos veinte años y se hundió en un profundo silencio. Un ciclo en el Malba parece haberlo sacado de su ostracismo.
Por Oscar Ranzani
“En principio tuve problemas de salud que me mantuvieron fuera de la actividad. Por otro lado, no veía chances para mí y nada me motivaba. A eso se le sumó el fracaso comercial de El agujero en la pared, que casi me hace perder mi casa.” Con esta síntesis explica el mítico realizador David José Kohon, figura clave de la Generación del ‘60, sus veinte años de ausencia del medio en que forjó su obra. Kohon, cuyas principales películas se estudian en carreras de cine de todo el país, reaparece en escena como consecuencia de un homenaje que tiene más que merecido. A partir de hoy, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (F. Alcorta 3415) será sede de una muestra que, por una vez, lo hará volver a la Capital Federal, desde su exilio bonaerense. La retrospectiva de este realizador de 72 años, que se gana la vida como docente de cine, se extenderá hasta el domingo y abarca su filmografía completa de largos.
–¿Qué recuerdos tiene de sus comienzos como cineasta?
–Antes de considerarlo como profesión era una vocación muy fuerte de la infancia. Fue como una predeterminación porque el comienzo debe haber sido a los 8 años. Vendían unos aparatos de proyección de 35 mm a manivela, y trozos de películas. Conseguí que me regalaran el proyector, y uno de los primeros trozos que compré tenía la historia de un cowboy caminando por una pradera hasta que llegaba a un rancho. Se dirigía a la puerta, iba hacia ella y... se cortaba. Pensaba qué continuación iba a tener y escribí tres o cuatro variantes. Desde entonces quería hacer algo, no sólo ser espectador.
–¿Cómo ve hoy su pertenencia a una generación?
–La Generación del ‘60 surgió de una manera espontáneao. Los postulados no fueron preparados: empezamos a hacernos amigos después de nuestras primeras películas. A veces se habla de un movimiento organizado, pero no fue así. Fue un brote que hizo saltar la tapa de la olla por la presión interior. Y surgió no sólo un cine rebelde sino también pinturas y otras artes.
–Usted tuvo experiencias teatrales previas. ¿El cine le permitió transmitir expresiones que no pudo aprovechar con el teatro?
–Aunque fue muy breve, mi paso por el teatro se debió a que escribía cuentos, poesías, pero eran sucedáneos. Por no poder hacer cine, hacía otra cosa. Me sirvió porque empecé a ver cómo se manejaban los actores. Pero el teatro me gustaba más como espectador. Tanto el teatro como los cuentos y las poesías eran un precalentamiento para poder hacer cine.
–Su filmografía atravesó exhibiciones en democracia y dictadura. ¿Qué análisis hace hoy de esa transversalidad temporal?
–Tuve resistencias muy grandes de la censura, tanto en la dictadura como en algunas democracias. Había cosas que no se podían hacer, no por una limitación sino por el control que se ejercía. Hay muchos tipos de censura: la oficial, la del dinero, porque antes, si el Instituto de Cine no te daba un crédito, no podías filmar. No existía la posibilidad de filmar en video. Eramos hijos de la represión. Raramente una película mía no tuvo algún corte. A la gente que ejercía la censura le molestaba el sexo. Entonces yo ponía escenas de ese tipo para que las cortaran y así evitar que me cortaran otras. Filmaba algún desnudo para que fuera cortado y me dejaban pasar cosas referidas a la situación política, económica y social.
–¿Redefinió estéticas a lo largo de su trayectoria?
–Pienso que sí. Pero no de una forma premeditada. Fui evolucionando. Algunos me objetaron que El agujero en la pared tenía una fractura con respecto a mi cine anterior. Es que ciertas cosas muy duras de El agujero... no se podían decir de manera frontal. Y allí quise hacer algo crítico no sólo a los militares sino a todo el sistema social y político. Elegí la alegoría. Meplanteé hablar de problemas eternos que tiene el hombre, como su fragilidad, su débil resistencia a la corrupción. Todos exponentes que hoy se ven con mucha más claridad que en aquellos tiempos.
–¿Le gusta el cine argentino actual?
–Se produjo una eclosión formidable de gente nueva con muchísimo talento y muchas cosas por decir. También fue espontáneo, con un cine muy profundo y renovador. Es para destacar la fortaleza y real inspiración de los nuevos realizadores. Hace poco vi Bolivia y me pareció una joyita. Pizza, birra, faso o Garage Olimpo, por citar algunas, rompieron las estructuras convencionales, tanto en la forma de producir como en la expresión. Hay gente que encuentra parentesco entre nuestra época y ésta, pero la de hoy aprovecha los errores nuestros para no repetirlos. Nosotros hicimos una renovación. Estos chicos hacen una renovación mucho más libre, teniendo en cuenta los créditos económicos y la técnica del video.