ESPECTáCULOS › EL SABADO, PAGINA/12 PUBLICA UN CD ESPECIAL DE MARIANA Y LOS PANDIYA
Las canciones que los chicos se merecen
El CD, que aparecerá un día antes del Día del Niño, reúne las mejores canciones de una creadora que revolucionó durante los 90 el mundo de la canción infantil. Participan Fito Páez, Ricardo Mollo y Liliana Herrero, entre otros.
Por Verónica Abdala
La voz de una nena chiquita se cuela entre una canción y otra: “Yo no quiero crecer rápido...”, dice. Esas palabras se funden con la melodía de uno de los temas más conmovedores de los que integran el CD de Mariana y Los Pandiya que acompañará la edición de Página/12 el sábado (a 8 pesos, compra opcional), en las vísperas de el Día del Niño. El tema se llama “Pelusas de luz” –ver recuadro–, y habla de la energía luminosa que irradian los chicos. Mariana Cincunegui conoce y sabe cómo traducir al lenguaje musical la energía infantil: por eso es artista y maestra. Mariana cree que lo que entabla con los niños es, ante todo, un diálogo. “Una suerte de charla cantada en la que los chicos pueden expresar lo que son mientras yo me limito a ofrecerles herramientas para hacerlo, algunas tan poderosas como puede ser el canto.” Así lo entienden, entre otros, Fito Páez, Ricardo Mollo, Liliana Herrero, Osvaldo Fattorusso, Mono Fontana, Horacio Fontova y Guillermo Vadalá, algunos de los músicos invitados a las canciones que incluye el disco.
La riqueza de ese intercambio que se establece entre las partes –ellos proponen, ella les dice, ellos no saben, ella les canta.- está en el núcleo de las canciones, concebidas por y para los chicos, por alguien que, antes que hablarles desde un pedestal, prefiere ser portavoz de aquello que ellos conocen, sienten, ven, piensan y se preguntan, pero muchas veces no saben nombrar. “No tengo una actitud de maestra ciruela”, destaca ella. “Más bien todo lo contrario: soy una chica que escuchó mucha música y escucha mucho a los chicos. Simplemente eso.”
El disco especial que preparó Página/12 está compuesto por temas que integran los dos trabajos anteriores de Mariana y su grupo, Los pandiya (BMG), y Hoy es mañana (Cuatro K Records), que datan de 1995 y 2001 respectivamente. Ambos combinan géneros y ritmos diversos, como el rock, el candombe, el blues y el jazz, como podrán comprobar quienes concurran este domingo por la tarde al teatro Ateneo (Paraguay al 900). Los Pandiya interpretarán allí la mayoría de los temas de su repertorio, en un show auspiciado que concretarán a las 17.30, para el que este diario regala hoy entradas a los lectores. “Me interesó siempre contarles a los chicos cosas que tengan relación con lo que ven y con aquello que les pasa”, sintetiza Cincunegui, invitada a reflexionar sobre las particularidades que definen su propuesta artística. “Y desparramar emociones, además. Sobre todo eso.”
Para lograr sus objetivos, Los Pandiya le escapan como a la peste a los lugares comunes y a las fórmulas comerciales y descartables, al estilo de las que proponen muchas otras bandas y programas de televisión. La suya es una apuesta decidida al desprejuicio y a la certeza de que no conviene subestimar a los chicos. “Podrán decirme lo que quieran –argumenta Cincunegui–, pero estoy segura de que nadie que se siente a escuchar el disco podrá cuestionar nuestra autenticidad. Absolutamente todos nuestros temas están pensados para el disfrute de ellos, no para convencer a nadie ni para bajar línea, y mucho menos para vender.”
Esa actitud desenfadada, definitivamente alejada del estilo que caracteriza a otros grupos del rubro, le valió el apodo de “la roquera de los chicos”: una definición de la que no reniega, pero en la que tampoco quiere quedar encasillada. “No diría que no soy eso, sino que pretendo ser algo más. Lo que sí me interesa cuando hago música y que puede tener que ver con el rock es que les huyo a los mensajes fáciles. Lo mío pasa por otro lado. En resumen, si quieren llamar así a un estilo que prescinde de las moralejas baratas, entonces sí, lo nuestro es rock. Aunque esperamos que sea bastante más que eso.”
La historia de esta banda se inició hace diez años. El nacimiento del Los Pandiya se produjo en el marco de un espectáculo organizado por Humi, la publicación dedicada a los chicos de la revista Humor. Por entonces,Mariana se limitaba a acompañar a su madre, directora del Jardín de la esquina, que impulsó la grabación del clásico Ruidos y ruiditos.
–¿Por qué ese nombre, Los pandiya?
–Porque la pandilla era ese grupo del barrio con el que en mi infancia pasaba los mejores ratos. Barro y bicicleta. El placer de estar todos juntos compartiendo un espacio colectivo. Queríamos recuperar ese espíritu de grupo, y ese espacio de juego, generoso.
–¿Sentís que esa voluntad de valorar y enriquecer la comunicación es una de las características que los diferencian de otros grupos musicales para chicos?
–Supongo que sí, que nosotros hacemos música con los chicos, antes que para los chicos. Por lo demás, prefiero evitar las comparaciones puntuales. Sólo puedo decir que nosotros tenemos una fuerte impronta generacional, que somos gente que creció escuchando Violeta Parra, Serrat o Los Beatles, junto a músicos como Charly García o Spinetta, gente que ama la música latinoamericana tanto como el rock. Pero no por eso me creo mejor que nadie. Lo nuestro no es “lo nuevo para chicos”. Es apenas una opción entre tantas.
Músicos de la talla de Páez, Herrero, Fatorruso, Mollo o Fontova, sin embargo, no pensaron que se trataba de más de lo mismo. Se entusiasmaron con la propuesta desde un principio y participaron de la grabación del primer disco, allá por 1992. El segundo, un mini-Cd compuesto por tres temas, fue presentado el año pasado en La Trastienda y fue un éxito de público. Paralelamente a su carrera como cantante profesional, Cincuneghi ejerce la docencia, desde hace 12 años. Hace tres que dirige y enseña a chicos de 2 a 8 años en un Taller Experimental de Música para chicos que tiene su centro en un caserón de Palermo Viejo.
–¿Qué es lo que más te conmueve de tu trabajo con los chicos, eso que no cambiarías por nada?
–Las charlas que tenemos, porque ellos saben que los escucho, y el timbre de sus voces que me conmueven profundamente. Intento estar atenta para que no se les pierda por el camino, y si se pierden vuelvo y lo busco.
–Esa búsqueda a la que te referís tiene como punto de partida la experimentación...
–Por supuesto. Hago eso mismo que viven haciendo los chicos, probar, combinar, intentar ver qué pasa. Ahora, por ejemplo, estamos probando componer a partir de los distintos sonidos que hacen los juguetes. Grabo a los chicos, rescato esos ruiditos que hacen cuando juegan, y eso después se carga en la computadora para componer. Los resultados son sorprendentes.
–Algunas de las posibilidades tecnológicas que se perdió sin sospecharlo María Elena Walsh...
–Sí, pero ojo, yo les recuerdo a los chicos que las herramientas son infinitas, pero de nada nos sirven si no tenemos nada para decir. Sería triste que ellos se convirtieran en juguetes de una máquina. Tiene que ser a la inversa.
Sus alumnos la esperan. “Como sea, sé que estoy cumpliendo mi sueño”, dice antes de partir. “Así como Charly, Spinetta, Los Beatles o Serrat fueron cada uno a su modo la banda de sonido de una época, a mí me emociona sólo imaginar que un chico pueda decirme en el futuro: ‘Vos fuiste parte de la banda sonora de los chicos 2002’.”
Afuera ruge el mundo y adentro están ellos, que cantan. Por suerte, están los chicos.