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“El León de Oro ya no tiene valor.” Con esta bomba, que el nuevo director de la Mostra de Venecia, el suizo Moritz de Hadeln, dejó estallar en las páginas del diario Corriere della Sera, comienza hoy la edición número 59 del más venerable de los festivales internacionales de cine, que supera por unos pocos años de edad a sus dos rivales de siempre, Cannes y Berlín. No es precisamente el primero de los escándalos de una muestra que comenzó a entrar en combustión seis meses atrás, cuando en medio de una conmoción política el director anterior, el crítico Alberto Barbera, fue destituido, supuestamente bajo presión del mismísimo primer ministro, Silvio Berlusconi, a quien nada que tenga que ver con el poder y los medios parece serle ajeno.
La sucesión de Barbera fue tan traumática que las autoridades de la Biennale di Venezia, la superestructura de la que depende la Mostra, no pudieron conseguir un reemplazante en Italia y decidieron importar a De Hadeln, quien a su vez venía de dirigir la Berlinale durante dos décadas corridas. La izquierda no dejó de ironizar entonces acerca de un nuevo eje Alemania-Italia, sobre el cual ahora De Hadeln comenta en el Corriere: “Seguro que éste es el primer festival bajo el gobierno de centroderecha, pero para mí no es nuevo. Dirigí la Berlinale durante 16 años con el gobierno de Helmut Kohl”. Su misión, dice, es devolverle el valor al premio mayor del certamen, el León de Oro, y para eso trabajó contra reloj durante los últimos cuatro meses.
“Considerando el poco tiempo del que dispuse y entre tanto fuego cruzado, el resultado es un milagro”, se enorgullece De Hadeln en otro de los principales periódicos italianos, La Repubblica. Para el nuevo director, “el cine no es sólo arte, también es industria”, una máxima por la cual fue cesado en sus funciones en Berlín, donde se le cuestionó su tendencia a privilegiar a las producciones de Hollywood. A simple vista, ese podría parecer también el criterio para esta nueva Mostra, que se desarrollará hasta el domingo 8 de setiembre en el Lido, la elegante isla veneciana frente al Adriático, donde los primeros en aparecer serán Paul Newman y Tom Hanks, protagonistas de Camino a la perdición, la nueva película del realizador de Belleza americana, Sam Mendes, que se estrena hoy en Buenos Aires (ver aparte). Tampoco faltarán a la cita Harrison Ford, Clint Eastwood, Steven Soderbergh, John Malkovich y hasta Salma Hayek, protagonista de Frida, que abre hoy el concurso oficial. Pero la mayoría de sus películas se verán fuera de competencia, dejando un espacio más amplio de lo que parece para el cine europeo y el asiático.
La premura con que trabajó el nuevo equipo de la Mostra, sin embargo, no le permitió hacer el scouting adecuado en América latina, que es la gran ausente de esta edición. No hay películas brasileñas ni argentinas en ninguna de las secciones (cuando otros festivales las tienen en cantidad) y sólo el mexicano Arturo Ripstein, en coproducción con España, participa de la vidriera veneciana con La virgen de la lujuria, otro autosacramental sacrílego escrito por su mujer Paz Alicia Garciadiego.
Como ya sucedió el año pasado, la competencia estará divida en dos. Por un lado, el tradicional concurso oficial, donde pelearán por el supuestamente devaluado León dorado 21 largos, entre los que a priori se destacan nítidamente los nuevos opus del japonés Takeshi Kitano, Dolls; de la alemana Doris Dörrie, Naked; y del coreano Lee Chang-dong, Oasis. Por otro, en la sección “Controcorrente” (que reemplaza a “Cinema del presente”) competirán otros 17 títulos, entre los que están La virgen... de Ripstein, Public Toilet del chino Fruit Chan, Vendredi soir de la francesa Claire Denis, Rosa la China, de la chilena Valeria Sarmiento (radicada en París junto a su marido, Raúl Ruiz), Lilja 4-Ever del sueco Lukas Moodysson, y Un homme sans l’occident, de Raymond Depardon. Los locales tendrán una amplia presencia en ambas secciones, con films de Michele Placido, Liliana Cavani, Piergiorgio Gay y Daniele Vicari, entre otros, pero De Hadeln se lamenta haber perdido la posibilidad de dar un golpe de efecto con el Pinocchio de Roberto Begnini, que no estuvo listo a tiempo. Para quedar bien con los dueños de casa, habrá además un homenaje al veterano Dino Risi, otro a Sophia Loren y, más importante que todo, una retrospectiva dedicada a Michelangelo Antonioni, para festejar el cumpleaños número 90 del cineasta más moderno que haya dado Italia.