ESPECTáCULOS
Medio siglo de cine nipón, desde Kurosawa a Kitano
La sala Lugones presenta desde hoy una muestra que incluye films de Mizoguchi, Ozu, Kobayashi, Imamura y Oshima, entre otros maestros japoneses
Los historiadores tienen claro que desde que hace ya más de medio siglo una película titulada Rashomon se convirtió en la revelación del Festival de Venecia e impuso para siempre el nombre de su realizador, Akira Kurosawa, el mundo del cine ya nunca volvió a ser el mismo. Occidente había descubierto apenas la punta de un enorme iceberg: el cine japonés, que con el paso del tiempo confirmaría su altísima calidad estética, su sorprendente diversidad autoral y su abrumador poderío como industria. Para dar cuenta de ese proceso, el Teatro San Martín y la Cinemateca Argentina, con la colaboración del Centro Cultural e Informativo de la Embajada del Japón, organizaron la muestra “De Kurosawa a Kitano: 50 años de cine japonés”, que se llevará a cabo desde hoy hasta el viernes 20 de septiembre, en la Sala Leopoldo Lugones. La retrospectiva estará integrada por 23 films representativos del mejor cine japonés del último medio siglo, comenzando por clásicos de Kurosawa, Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu, seguidos por obras maestras de Masaki Kobayashi, Kaneto Shindo, Shohei Imamura y Nagisa Oshima, hasta llegar a la revolucionaria generación de Takeshi Kitano, entre quienes se cuentan Shinobu Yaguchi y Shiota Akihiko, entre otros. El ciclo reúne varios films nunca estrenados comercialmente en la Argentina y algunos absolutamente inéditos en el país, como los de Seijun Suzuki e Hideo Nakata. La agenda completa de la retrospectiva es la siguiente.
- Viernes 30, Rashomon (1950), de Akira Kurosawa, con Toshiro Mifune. El film que, a partir de su consagración en el Festival de Venecia, le abrió las puertas de Occidente no sólo a Kurosawa sino también al más deslumbrante cine japonés.
- Sábado 31, Los siete samurais (1954). El gran clásico de Kurosawa y Mifune sigue hoy más vigente que nunca, en una versión en DVD que le devuelve su duración original, de 3 horas 23 minutos.
- Domingo 1º, Trono de sangre (1957), otro de Kurosawa y Mifune. El director japonés recreó el Macbeth de Shakespeare en términos casi exclusivamente visuales. No es poca audacia privar a la película de la riqueza prodigiosa del texto, pero el sacrificio tiene su contrapartida en la vigorosa fuerza expresiva de Kurosawa.
- Lunes 2, Las hermanas Munekata (1950), de Yasujiro Ozu. El drama doméstico habitual en el cine de Ozu llevado a su cumbre de refinamiento y sutileza. Film inédito en la Argentina.
- Martes 3, La vida de O’Haru (1952), de Kenji Mizoguchi. Premiada en el Festival de Venecia de 1952 –dos años después de la revelación de Rashomon, de Kurosawa–, O’Haru confirmó el nivel de excelencia del cine japonés y descubrió para Occidente la existencia de otro cineasta fundamental.
- Miércoles 4, Ugetsu (1953), también de Mizoguchi. Considerado por Eric Rohmer, entre otros, como uno de los films más bellos del cine japonés, Ugetsu es una fábula acerca de los peligros de la vanidad y la ambición, donde una mujer de una hermosura sobrenatural puede llegar a ser un fantasma.
- Jueves 5, Harakiri (1962), de Masaki Kobayashi. Japón, siglo XVII. La paz entre los clanes guerreros empuja a los samurais a la humillación y a la pobreza. Para algunos, la solución es el suicidio ritual. Un veterano samurai está dispuesto a llevarlo a cabo, no sin antes vengarse de un señor feudal. Premio especial del jurado en el Festival de Cannes 1963.
- Viernes 6, Kwaidan (1964), de Kobayashi. A partir de tres relatos de Lafcadio Hearn, el director concibió uno de los grandes films del cine fantástico japonés, donde el horror sobrenatural se confunde con la belleza.
- Sábado 7, Rebelión (1967). Una historia de amor enfrentada a los prejuicios y la tiranía de una época, un dilema entre la lealtad y elhonor, un incisivo estudio de un tiempo de sometimiento e injusticia. Otro clásico de Kobayashi, que tomó prestado de Kurosawa al samurai Mifune.
- Domingo 8, El cielo y el infierno (1963). “Hay una frontera invisible entre Cielo e Infierno... sabios de la antigüedad afirmaron que esa frontera pasa por la Tierra.” Para llegar a esta cita de Bertrand Russell, con la cual Kurosawa cierra su film, el gran realizador construye un cuento moral con forma de policial perfecto, digno de figurar entre los clásicos del género.
- Martes 10, Onibaba, el mito del sexo (1964), de Kaneto Shindo. Dos mujeres (suegra y nuera) viven solas entre cañaverales, dedicadas al crimen y al pillaje contra los soldados heridos que la guerra les acerca. Entre ambas se instala un vecino, tan inescrupuloso como ellas, que pronto se convierte en amante de la mujer joven, desatando un triángulo de celos, terror y muerte.
- Miércoles 11, Barbarroja (1965), de Akira Kurosawa. Relato de iniciación, en el que un veterano doctor (Mifune), dispuesto a dar batalla no sólo contra la enfermedad sino también contra la injusticia, le abre los ojos a un joven discípulo. Un clásico olvidado del maestro Kurosawa.
- Jueves 12, Tokyo Drifter (1966). Durante los años ‘60, los estudios Nikkatsu contrataron al director Seijun Suzuki para realizar una serie de películas de bajo presupuesto, como complemento de sus grandes producciones. En ese marco, Suzuki realizó films asombrosos, que luego fueron una influencia determinante en cineastas como Kitano, John Woo y Quentin Tarantino. Tokyo Drifter explora, como si se tratara de samurais, los códigos de honor de la yakuza, la mafia japonesa.
- Viernes 13, Branded to Kill (1967), cumbre del cine de Seijun Suzuki, donde los trabajos y los días de un killer infalible se convierten en la excusa para hacer un film de una estilización extrema y de una insólita modernidad, que le valieron una proscripción de casi diez años en los principales estudios de la industria japonesa.
- Sábado 14, Furyo (1983), de Nagisa Oshima, con David Bowie, Takeshi Kitano y Ryuichi Sakamoto. Java, 1942. En un campo de prisioneros se dirime el intenso duelo de voluntades entre los comandantes japoneses y los prisioneros británicos. Uno de los mejores ejemplos del cine de la crueldad de Oshima.
- Domingo 15, La balada de Narayama (1982), de Shoei Imamura. Crudo retrato de los campesinos olvidados de la civilización, representantes de un pasado atávico, empeñado en subyacer por debajo de la superficie de una sociedad tecnocrática. Cumbre del cine de Imamura, que le valió la Palma de Oro del Festival de Cannes 1983.
- Lunes 16, La espina de la muerte (1990), de Kohei Oguri. La fractura emocional de una pareja en tiempos de posguerra le sirve al director Kohei Oguri para desarrollar un film de un gran refinamiento estético, bañado por una luz apocalíptica. Premio Especial del Jurado y el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes 1990. En doble programa, El traslado (1993), de Shinji Somai. La separación de sus padres provoca una crisis emotiva en una adolescente de Kyoto. Considerado como uno de los mejores directores de los años ‘80, Somai llegó a ser comparado con Andrei Tarkovski, por su virtuosa utilización del plano secuencia.
- Martes 17, Jam Session - The Official Bootleg of Kikujiro (1999), de Makoto Shinozaki. Nada más lejos del tradicional making-off que este retrato de Kitano durante el rodaje de Kikujiro, donde se puede apreciar su técnica como actor y director. Film inédito en la Argentina. Versión original con subtítulos en inglés. A las 12.30 únicamente, con entrada gratuita. A continuación, Kids Return (1996), uno de los mejores de Kitano, un relato de iniciación de dos adolescentes, en que no faltan sus ya clásicos momentos de humor excéntrico. Nunca estrenado en la Argentina.
- Miércoles 18, Mi jardín secreto (1997). Considerado el nuevo enfant terrible del cine japonés, Shinobu Yaguchi ganó su reputación en el Forum del Cine Joven de la Berlinale con esta comedia lunática que se inicia como un improbable film policial.
- Jueves 19, El círculo (1998), de Hideo Nakata. Unos jóvenes mueren súbitamente el mismo día y a la misma hora en lugares diferentes. Una periodista investiga lo ocurrido y lo que descubre es aterrador. A la manera de Kiyoshi Kurosawa, con mínimos recursos Nakata consigue los resultados más inquietantes.
- Viernes 20, Aquí y ahora (1999), de Akihiko Shiota. Tres chicos de diez años comparten, en los suburbios de Tokio, los últimos tramos de la infancia, acosada por las primeras preocupaciones de la adolescencia. La tragedia que se cierne sobre uno de ellos determinará el definitivo final de la inocencia. De una profunda melancolía, el segundo film de Shiota se inscribe en la mejor tradición de François Truffaut.