ESPECTáCULOS
Malabares al revés
María Eugenia Favale, “Maku Jarrak,” mide apenas un metro y medio y tiene 23 años. Hace tres que trabaja en el Circo Vachi. “Mi fuerte es la parada de cabeza y hago malabares al revés, con las piernas, con las manos, me pongo un alambre con dos platos chinos en la boca. También tomo agua al revés –explica Maku Jarrak–. Lo de la parada de cabeza lo aprendí en la escuela de los Hermanos Videla. Y después, el resto lo aprendí de manera autodidacta.” A los 14 años, su hermano mayor, que hacía malabares, la llevó a la plaza de San Bernardo donde se presentaban Las mellizas, dos malabaristas, y el payaso Chacovachi. Y se enamoró, del circo y de “Chaco”, como le dice ella, con quien espera su primer hijo para julio. “Se me abrió todo un mundo que no conocía. Empecé a entrenar en casa y a los 16 años me fui a trabajar sola a una plaza en Devoto, y de ahí no paré más”, recuerda. El padre ingeniero y la madre responsable contable de una empresa, al principio, estaban preocupados por el futuro de “la nena”: “¿Qué era eso de actuar en la calle?”, se preguntaban.
Pero María Eugenia se las ingeniaba para salirse con la suya. Los fines de semana a la tarde le decía a la mamá que iba a salir con los amigos, pero rumbeaba para la plaza de Devoto. Cuando sus padres la vieron actuar en la calle comprendieron que María Eugenia podía ganarse la vida y se sentían orgullosos de que Maku viajara por Europa. “Justo un rato antes de empezar una función, en la calle o detrás de bambalinas, me siento un perro dentro de una jaula que quiere salir ya. Cuando estoy frente a la gente me siento llena, plena. Mi sueño es poder empezar a formar nuevas familias de generaciones de circo.”