ESPECTáCULOS › EL RODAJE DE “TIEMPO DE VALIENTES”

Actores y policías en el bar

No se sabe bien si la policía está cortando el tránsito, si el tránsito está cortando a la policía o si la policía está preocupada por verse bien maquillada y sin cortes. En la esquina de avenida Belgrano y Balcarce, ya nadie sabe si los polis que caminan por la vereda son de verdad o están para ser inmortalizados en Tiempo de valientes, el segundo largometraje de Damián Szifrón, el director de El fondo del mar. “Hola, ¿cómo va?”, dice Szifrón, que se escapa de su propio rodaje un segundo para conversar con Página/12.
“Esperá un segundito y ahora nos metemos al bar.” En la esquina, dentro de la escena, Luis Luque yace tirado contra el piso ensayando un momento violento. Alguien de la División de Investigaciones lo confundió con un ladrón, aunque Luque hace también de policía. Pero Szifrón dice “corten” y Luque pide que le saquen “¡ya!” las esposas, pero por algún misterio de la tecnología, la llave se queda trabada y las esposas no ceden. Hay un momento de tensión (“llamá a un policía”, pide Szifrón) hasta que llegan los muchachos de FX Stunt Team y lo solucionan todo.
Szifrón comienza la entrevista (ver nota central), mientras afuera preparan las cámaras para una próxima toma que lo incluye a Diego Peretti, que es Mariano Silberstein. Cada tanto, en el medio de la charla, se acerca un técnico que (“disculpame un segundito”) pregunta por unos planos y se va. En otra esquina, Peretti toma café con Luque, se refriega las manos por el frío, y en eso aparece Daniel Rosenfeld (realizador de La quimera de los héroes) y se pone a conversar con el equipo técnico. ¿Rosenfeld está trabajando en la película? “No, para nada. Vivo acá a la vuelta”, cuenta Rosenfeld, que se acercó para conversar un poco. Pero ya no hay tiempo para conversar, afuera está todo listo para una enésima toma –llevan siete semanas de rodaje–, Szifrón pide interrumpir la conversación; y ofrece como elemento de negociación un poco del tiempo de Peretti, que está deambulando por los kioscos cercanos.
Entonces aparece Peretti, y comienza a recordarse a sí mismo que va a viajar a España para presentar No sos vos, soy yo y que nunca en la vida fue a España, ni que tampoco lo hizo jamás su madre, así que siente que será una especie de homenaje (ver nota con Peretti). En este caso, el actor de Los Simuladores y de Locas de amor hace de un psicólogo progre que se ve envuelto en una maraña de enredos policiales. Es extraño el ambiente del rodaje. Szifrón logra cosas extrañas en sus películas, tanto como en la televisión. Logró, por ejemplo, hace unos años, llevarse al equipo técnico completo de Los Simuladores a Bariloche durante un mes, para filmar el tercer capítulo del último ciclo del programa que definitivamente no volverá a la televisión. ¿Cómo lograr –con veintipico de años– que los técnicos de Telefé se rindieran a sus pies? “Con órdenes claras, sin caprichos y con talento”, cree Peretti. “¿Vos sos autor? ¿Qué sos?”, preguntará Luque al cronista, después de vérselo tirado en el piso, sufriendo por las esposas. “Periodista, ¿puedo entrevistarlo?” “Ah, bueno, dale, entremos al bar.” Entonces Luque se encuentra con Daniel Rosenfeld y lo saluda con un abrazo de oso y le dice que no le contestó el llamado porque estaba en España. Así de informal está el rodaje en esta esquina de Buenos Aires. Pero la precisión de la historia no lo despeina a Szifrón, que al final dice “vení, terminemos la charla”. Y los extras se meten a comer en los alrededores porque ése era el arreglo.

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