PSICOLOGíA › COMENTARIOS ACERCA DE LA
SEXUALIDAD Y EL EROTISMO EN LA MUJER Y EN EL VARON
“El orgasmo es incontrolable como un dique que se rompe”
¡Verano caliente en la página de psico! El/la lector/a –si lo desea– puede empezar refrescando aquella letra fina del orgasmo, que tanto se olvida; culminada esa lectura, puede –si fuese su deseo– reencontrar el cuidadoso hallazgo de Ernest Grafenberg, ascender a la meseta que no figura en los libros de geografía y –si es su deseo– ir más allá, aun cuando esté –ligeramente– prohibido.
Por Juan Carlos Kusnetzoff *
Es preciso saber que si bien toda mujer puede, con cierta experiencia, amor y paciencia del compañero, ser multiorgásmica, casi todas quedan profundamente satisfechas con un solo orgasmo por relación sexual. Sobre todo si se ha pasado un tiempo suficiente de preludios de juegos amorosos, donde han predominado la ternura, la comunicación y la atención recíproca.
Lo cierto es que, probablemente, una de cada cinco mujeres se siente realmente satisfecha después del segundo o tercer orgasmo. Hay muchas mujeres que en circunstancias especiales de tranquilidad, de alegría, de comodidad y de sintonía con su pareja, son capaces de alcanzar cinco o seis o más orgasmos.
Pero aclaremos: estas mujeres alcanzan tal cantidad de orgasmos no sólo con un pene introducido en su vagina, sino también por excitación manual u oral. De allí la importancia del conocimiento y la confianza mutua entre los amantes. Cuando se menciona el hecho de que una mujer puede alcanzar una gran cantidad de orgasmos, no se suele especificar cómo y en qué circunstancias estos orgasmos han sido obtenidos.
La mujer puede tener uno o más orgasmos cuando aún está vestida, si el compañero hace presión provocando el roce de la ropa interior con el clítoris y la zona genital. Luego, cuando el período de excitación avanza, se puede alcanzar otro orgasmo acariciando y besando el cuerpo femenino semidesnudo o desnudo y colocando uno o dos dedos sobre la zona del clítoris o introducidos en la cavidad vaginal. La mujer, entre tanto, con sus movimientos de pelvis, va buscando, “acomodando” los dedos de su compañero hacia zonas más sensibles y puede alcanzar así uno o dos orgasmos más. Tal vez en ese momento ambos decidan descansar. Si se continúa, el hombre puede penetrarla y ambos alcanzar el orgasmo; si el hombre puede retardar su eyaculación, la mujer quizá pueda tener más de un orgasmo en esta etapa. Pero si él está muy excitado y eyacula rápidamente, ella puede acompañarlo con movimientos, pero sin necesariamente tener un orgasmo más.
Esto a su vez no impide que el hombre, luego de haber eyaculado, siga excitando, besando a la compañera y provoque nuevas oleadas de deseo y nuevos orgasmos.
Debe quedar bien claro que para provocar orgasmos múltiples el hombre no necesita una erección eterna. Los orgasmos femeninos pueden ser tenidos antes, durante o después de la eyaculación masculina.
Casi siempre que una mujer consulta por problemas de intensidad del deseo, porque se cree “frígida”, el problema radica en el escaso tiempo dedicado a ella en los juegos amorosos previos. Hay hombres que suelen atribuir a su “rapidez”, a su eyaculación precoz, tales problemas de sus parejas. Hay, efectivamente, un problema de tiempos pero de tiempos preparatorios, y no de duración de un pene erecto dentro de la vagina.
Tirando manteca al techo
El clítoris se encuentra donde se unen los labios vulvares, casi inmediatamente por debajo del pubis.
El clítoris es un órgano complejo. La mayor parte de él se encuentra hundida dentro de la zona anterior y lateral de la entrada vaginal, formando una especie de cúpula o arco.
Lo más importante es señalar que esta cúpula es una estructura eréctil cuyos tejidos son como una esponja, capaces de llenarse de sangre.
Por lo tanto, tocar suavemente el clítoris externo y/o rodear con los dedos la parte externa de la vagina y sobre todo, su “techo”, es decir la parte alta del arco, es fundamental para la excitación sexual, una adecuada lubricación, y la satisfacción femenina.
Lo importante en el acto sexual en sí, durante la penetración (y antes de ella, por supuesto), es que se rocen y se toquen las diferentes partes del clítoris. El cuerpo peneano y el golpeteo del pubis del hombre contra el pubis de la mujer ponen en intenso contacto rítmico toda la entrada delconducto vaginal, los labios mayores y menores y la pequeña parte del clítoris que asoma en la unión de ambos labios.
Se penetre o no a la mujer, el placer se origina en el clítoris. Es claro que algunas son más sensibles al toque exterior, otras al roce intenso, otras a la penetración suave, otras a la penetración y bombeo con “golpes” de ambos pubis en contacto con otras con penetración y toque simultáneo con los dedos (propios o del compañero) en la zona clitoridiana externa... ¡Pero todas éstas, y otras muchas variaciones, rozan el clítoris!
Es necesaria en todos los casos una amplia, sostenida y profunda caricia en la totalidad de la zona de los genitales. Cuanto más tiempo se emplee, cuanto más flojo y “abandonado” esté el cuerpo, cuanto menor importancia se le otorgue a que “si me tocan o me penetran”, “si está prohibido o permitido”, “si me dañará o me gustará”, “si lo hago bien o mal”, mucho más placer y satisfacción obtendrán ambas partes.
Grande, Grafenberg
Es una zona vaginal descrita hace muchos años por un ginecólogo llamado Ernest Grafenberg, de cuya inicial proviene su nombre.
Se localiza en la parte anterior de la vagina, algunos centímetros dentro de ella, en su parte superior o techo.
Deslizando el dedo dentro del conducto vaginal, si se efectúa una leve presión hacia arriba, se notará una pequeña rugosidad o montañita, tanto más notoria cuanto más excitada está la mujer. Pero atención: no en todas las mujeres puede ser hallado con facilidad, no en todas tiene la misma sensibilidad.
Pero casi siempre se constata que: la zona es fácil de estimular, en especial, con los dedos del compañero; su estímulo –acompañado de todos los demás mencionados– puede ayudar a tener más satisfacción y orgasmos más intensos; en algunas mujeres –no en todas– proporciona una calidad de placer diferente.
Algunos investigadores afirman que por estímulo de este punto o zona se produce una emisión de líquido por la uretra (lo que lleva a algunos a pensar en una clase de eyaculación). Lo cierto, hasta el momento, es que la zona corresponde a la estructura profunda del clítoris.
Mil mesetas
El segundo nivel de excitación se denomina de “meseta”, porque la excitación se mantiene en niveles altos, y tiende a no subir ni descender.
Este es un período de intenso goce. La excitación llega con mucha nitidez a la corteza cerebral y tanto la mujer como el hombre pueden controlar todos sus actos.
Decimos que pueden controlar todos sus actos, porque, como característica fundamental, el período o nivel siguiente, el orgasmo, es incontrolable; es como un dique rebalsado de agua.
Para la mujer es bueno permanecer un prolongado lapso en la fase de meseta. Y es bueno porque le permite un adecuado llenado de sangre de toda la cavidad pélvica, donde están sus genitales. Este llenado es fundamental para luego tener un orgasmo satisfactorio.
Muchísimas veces es necesario explicar a los compañeros la diferencia de tiempo existente entre el período de excitación del hombre y el mismo período en la mujer.
El hombre puede excitarse rápidamente. Por lo menos, más rápido que su compañera. Y esto es debido, sin duda, a que para llenar sus órganos genitales de sangre, es decir, asegurar la erección, se necesitan apenas 20 a 30 centímetros cúbicos; en cambio la mujer necesita el triple, por lo menos, para garantizar una excitación constante y una buena lubricación. He aquí el gran secreto. Los varones tienen que saber estimular a la mujer, pero tan importante como ello es que conozcan el tiempo que ella necesita para alcanzar un grado óptimo de excitación. Este tiempo,lógicamente, es muy variable, y cambia de acuerdo con la persona, la circunstancia y la edad: una joven de 20-25 años por lo general tiene un período de excitación más rápido que una mujer de 50-60 años, aunque también es cierto que si una joven está muy asustada en sus primeras relaciones sexuales, el período de excitación se retrasará, y que si una mujer de 50-60 años, se encuentra muy entusiasmada, alegre, con un compañero atrayente y sumamente hábil en el juego amoroso, este período puede acelerarse.
La mujer suele preferir las caricias genitales un poco más tarde que el hombre. Esto es de suma importancia para su adecuada e intensa estimulación. Generalmente, ella comienza a sensibilizarse en zonas muy alejadas de los genitales; le agradan los roces y besos en la cara, en la nuca, en el cuello, las orejas, la cintura, los pechos. A casi ninguna mujer le agrada ser acariciada desde el comienzo en la zona genital, y esto suele ser motivo de desencuentros perjudiciales para el erotismo de ambos.
El equivalente a la erección en la mujer es el humedecimiento intenso de sus genitales externos e internos. Contrariamente a lo que a veces se cree, no es la erección del clítoris el equivalente a la erección del pene, sino la secreción concentrada en la entrada vaginal.
Ligera prohibición
Existen muchos hombres y mujeres con la costumbre de desvestirse rápidamente en la suposición de que esto incrementa al máximo la excitación sexual; si bien esta práctica en muchísimas ocasiones es efectiva, en muchísimas otras, no. Hay numerosas personas, de ambos sexos, que necesitan de un tiempo prolongado de excitación estando vestidos, o aligerados de ropa pero no desnudos totalmente. Puede que hayamos perdido la costumbre de acariciar y besar en procura de “un poco de piel libre”, escondida tras una blusa o un pantalón ajustado. Bruscamente nos desnudamos, pero algo se perdió en el camino. Y hay muchas mujeres que necesitan –repito: necesitan– recuperar ese clima de obstáculo y ligera prohibición de acceso fácil al toque de un pecho o la caricia de la piel genital.
* Director del Programa de Sexología Clínica y profesor en el Hospital de Clínicas de la UBA. Director de la maestría en sexología clínica y del posgrado Clínica de las Disfunciones Sexuales en la Fundación Universitaria René Favaloro. Los textos publicados son anticipos de La mujer sexualmente feliz y El hombre sexualmente feliz, de próxima aparición en reediciones corregidas (Ed. Granica).