Jueves, 18 de marzo de 2010 | Hoy
Por Y. F.
No hay modos de representar, sentir, hacer que no sean mayormente sociales e históricos. Podemos decir que las significaciones de época imponen modos de representar, sentir y hacer. Las significaciones de época deciden sobre el destino de las pulsiones al decidir sobre sus representantes en la psique: las representaciones y los afectos. Cada época propone caminos posibles para ellos, como un modo social de conseguir un cemento que permita a la sociedad cierta unidad.
Elisabeth von R. fue la paciente con quien Freud empezó a utilizar la asociación libre, característica del método analítico. Y su sintomatología histérica está finamente anudada con significaciones de su época, que pasó a la historia como aquélla regida por la moral victoriana, promotora de lo que Freud llamó –en un artículo de 1908– “la moral sexual cultural” que ayudaba a producir una “nerviosidad moderna”. Elisabeth von R. estaba atrapada en un deseo detenido por la represión, cuestión no del todo separable de la represión del ejercicio de la sexualidad que esa moral propugnaba. La época mostraba sus marcas en reprimidas, frustradas y frustrantes histéricas y obedientes y eficaces obsesivos que, de paso, reproducían un orden social que así los requería. Un modo de ser mujer y de ser hombre se reproducía atravesando las distintas clases sociales.
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