Jueves, 3 de abril de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › GREENPEACE DENUNCIA LA TALA MASIVA PARA PRODUCIR ESE COMBUSTIBLE
Según la entidad ambientalista, Europa y en especial Alemania son los principales compradores de ese combustible, que se produce en Argentina, entre otros países. “En los últimos nueve años, más de dos millones de hectáreas de bosques nativos se perdieron para cultivar soja”, advierte la organización.
El biodiésel que se consume en Europa destruye bosques nativos en la Argentina y contribuye al cambio climático, advierte un informe que presentó ayer la organización ambientalista Greenpeace en Berlín. De acuerdo con ese documento, Alemania es el principal país importador del combustible que producen “las plantas de biodiésel que hoy funcionan en la Argentina”. Por esa razón, la ONG ambientalista acusa al gobierno alemán de la “destrucción de los bosques nativos” en el país para la plantación de soja destinada a la producción de biodiésel. “En los últimos nueve años más de dos millones de hectáreas de bosques nativos han desaparecido en manos de las actividades agropecuarias, especialmente motorizadas por el cultivo de soja”, materia prima para la producción de ese combustible, denunció ante Página/12 María Eugenia Testa, de la Unidad Política de Greenpeace Argentina.
De acuerdo con el informe, “durante 2007 se exportaron alrededor de 300 mil toneladas de biodiésel desde Argentina, con sólo dos plantas en funcionamiento, de las cuales el 25 por ciento tuvo como destino la Unión Europea”. Mientras, el otro 75 por ciento se exportó al mercado estadounidense. “Pero los Estados Unidos luego lo revenden a Europa, donde Alemania es el principal comprador”, indicó Testa. Las estimaciones de la ONG arrojan que durante este año las exportaciones argentinas de esa oleaginosa llegarán a las 1,2 millón de toneladas.
La producción de biodiésel se encuentra concentrada en la provincia de Santa Fe, dominada por unas pocas empresas aceiteras de gran tamaño y utiliza como insumo únicamente el aceite de soja. Según datos oficiales, en el contexto del conflicto agropecuario, las retenciones al biodiésel subieron del 5 por ciento de 2007 al 20 por ciento.
De acuerdo con los cálculos de la organización ecologista, en 2006 fueron exportadas 4958 toneladas de biodiésel a un valor de 4,5 millones de dólares; mientras en 2007 salieron del país 319.093 toneladas, con un ingreso de 268 millones de dólares.
Por el momento, producen biodiésel en el país las empresas Ecofuel, de la Aceitera General Deheza (AGD) y Bunge Argentina, y Renova, que está en manos de las firmas Vicentín y Glencore. Renova, ubicada en San Lorenzo, al norte de Rosario, es una de las plantas más grandes del mundo: puede producir unas 230 mil toneladas de combustible por año.
De acuerdo con un informe de Greenpeace Argentina, Dreyfus, Molinos Río de la Plata, Repsol YPF, International Chemical Industry, Terminal Puerto Rosario y Cargill, entre otras 20 compañías, tienen proyectos para instalar plantas de biodiésel en el país, las cuales producirían alrededor de 4,5 millones de toneladas de biocombustible anuales. “La Argentina, Brasil e Indonesia se están transformando en países productores de biodiésel, con todas las consecuencias que ese proceso tiene para el medio ambiente”, advirtió Testa.
“La demanda externa de biodiésel va a generar una fuerte presión para sojizar la superficie destinada a los cultivos, provocando la sustitución de otros cultivos, por la rentabilidad que tiene, y destruyendo los bosques nativos que quedan”, alertó la dirigente de Greenpeace. Además, estimó que “la deforestación para cultivar esa oleaginosa y su utilización como biodiésel representan el 20 por ciento de los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático”.
Desde Alemania, Alexander Hissiting, de la filial de Greenpeace en ese país, coincidió en que “los bosques nativos están siendo destruidos por nuevas plantaciones de soja” en los países sudamericanos, especialmente en la Argentina.
La conclusión del informe subraya que “el biodiésel comercializado en Alemania produce mucho más daño al ambiente que lo estimado”. “Si lo que se quiere es proteger el clima, necesitamos proteger los últimos bosques nativos que quedan”, sostuvo Hissiting.
La legislación de la Unión Europea establece un corte de los combustibles fósiles con un 5,5 por ciento de biocombustibles para el 2010 y del 17 por ciento para el 2020. “Si el gobierno alemán sigue adelante con esta política del corte, estaremos perdiendo bosques para producir biocombustibles”, evaluó Hissiting.
A través del análisis de la venta de combustible expendido por Shell. Esso y Aral en estaciones de servicio germanas, la ONG detectó que el biodiésel añadido al diésel que comercializa no sólo proviene de aceite de colza cultivada en Alemania, sino que un 20 por ciento proviene de aceite de soja”.
Al respecto, Testa precisó que “si Alemania quiere llegar al corte del 17 por ciento necesitaría importar alrededor de 4900 millones de litros de biodiésel de soja, lo que es igual a más de 10 millones de hectáreas cultivadas con esa oleaginosa, una superficie similar a la provincia de Santa Fe”.
Informe: Esteban Vera.
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