SOCIEDAD › TESTIMONIO DE UN PRODUCTOR CHILENO EN FUTALEUFU

“Uno se siente muy pequeño”

Desde el viernes pasado, cuando el volcán Chaitén lanzó su primera bocanada de fuego y piedras, el chileno Marcial Saavedra no dejó de defender lo que tanto trabajo le costó construir en todos estos años. Sabe que se irá por un tiempo de su casita de Futaleufú, si logra vender al fisco chileno las pocas cabezas de ganado de su propiedad para recuperar parte de su esfuerzo. Cree que eso sucederá entre mañana y pasado.

El hombre de 45 años vive junto a su mujer, un hijo de 18 años, una hija de 16 y los suegros, en un campo muy cerca de Futaleufú, a 150 kilómetros del volcán que despertó el viernes y transformó la vida de los lugareños.

Mientras espera vender sus animales, describe que la atmósfera es cada vez más densa y apenas puede ver la casilla de su vecino, Don Ambrosio, un cacique mapuche de 75 años, que permanece callado, que no pide nada, “que sólo habla de esperanza en que el volcán volverá a dormirse”, cuenta Marcial en diálogo telefónico.

“Mi hija estaba estudiando en Chaitén el viernes cuando el volcán empezó su actividad. Me asusté porque cuando un volcán entra en actividad uno se siente muy pequeño”, confesó Marcial, que además del ingreso que obtiene por sus cabezas de ganado, vive de su trabajo como guía de montaña. “Soy chileno. Conozco mi tierra y comprendo a los que no se quieren ir, porque el hombre que trabaja en el campo, cuando se va, pierde mucho más que su comodidad. Pierde su trabajo, su vida”, aseguró el hombre entristecido.

Marcial cuenta que los vecinos que se quieren quedar buscan la forma de acceder al agua y a la comida y que algunos de los que poseen ganado tienen cómo alimentarlo porque durante el verano acumularon suficiente pasto, para enfrentar el invierno.

Aunque se pueda tomar agua de vertientes y manantiales, la vida en Futaleufú se complica porque la densidad de la atmósfera obliga a encerrarse la mayor parte del día. “Han aparecido peces muertos en ríos de la zona. Y si se acumulan más de 45 centímetros de cenizas sobre la superficie, los vegetales y los animales morirán”, alerta. “Muy a mi pesar, tengo la idea de poder vender el ganado y salir de aquí”, lamentó Marcial desde su casa, desde donde apenas ve la casilla de Don Ambrosio detrás de la nube.

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