Jueves, 8 de mayo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › AL ASUMIR LA PRESIDENCIA DE RUSIA, PROPUSO A PUTIN PARA PRIMER MINISTRO
Por Pilar Bonet *
Dmitri Medvedev tomó el miércoles posesión del cargo de presidente de Rusia y afirmó que su prioridad es el desarrollo de las libertades cívicas y económicas de sus conciudadanos. En una pomposa ceremonia a la que asistían más de 2500 invitados, el nuevo jefe del Estado reafirmó su voluntad de lograr un verdadero respeto por la ley y de modernizar la economía para que Rusia se establezca firmemente entre los líderes del desarrollo tecnológico e intelectual. Tras el solemne acto, se puso en marcha una redistribución de poder que, más allá de la coreografía bien ensayada del miércoles, encierra muchas incógnitas sobre su viabilidad y eficacia, ya que supone la creación de un tándem sin precedentes en Rusia. Víctor Zubkov, el jefe del gobierno durante siete meses, dimitió y, cumpliendo su palabra, Medvedev recomendó a Putin para cubrir la vacante. Por la tarde, los líderes de los cuatro grupos parlamentarios de la Duma Estatal (Cámara baja) acudieron al Kremlin algo antes del banquete de gala para mantener allí consultas con el candidato, que deberá ser confirmado hoy por el Parlamento. Además, Putin pasó a ocupar el miércoles el puesto de presidente del partido Rusia Unida, que tiene mayoría absoluta en la Duma (Parlamento).
En ocasiones anteriores, el aspirante a la jefatura del Gobierno iba él mismo al Parlamento y allí departía con cada uno de los grupos parlamentarios por separado y escuchaba sus argumentos. Esta vez, la Duma ha previsto concluir la confirmación de Putin en una hora y 45 minutos, de los cuales 15 se reservan a la presentación del programa de gobierno. El número de preguntas que los legisladores podrán formular al candidato se reduce a dos por cada grupo parlamentario. Los expertos y las encuestas de opinión indican que uno de los problemas más acuciantes para el nuevo gobierno ruso será la inflación, que alcanza un 6,5 por ciento desde principio de año y podría superar el 11,9 por ciento registrado en 2007.
Estos prosaicos problemas, sin embargo, no enturbiaron el esplendor de la sala de San Andrés del Gran Palacio del Kremlin, donde poco después del mediodía Medvedev, de 42 años, prestó juramento. A su lado estaba Vladimir Putin, que, por última vez como presidente, acababa de abandonar las dependencias ocupadas durante ocho años en el recinto amurallado que encierra el corazón del poder en Rusia. La ceremonia fue diseñada en 2000 para la primera toma de posesión de Putin y se inspira en la coronación del zar Alejandro II (1856) también en el Kremlin. En su breve alocución de despedida, Putin exhortó a Medvedev a continuar su rumbo y afirmó que había consagrado su trabajo al cuidado de la patria. Quiero subrayar especialmente que para un país tan grande, tan plurinacional y multiconfesional como Rusia, es vital cuidar y fortalecer su unidad, señaló. Por temor a las corrientes centrífugas existentes en diversas regiones del Estado a fines de los noventa, Putin reforzó el control central y reemplazó mecanismos electorales por otros de designación, como en el caso de los gobernadores.
Tras el ir (tenso y serio) y venir (relajado y sonriente) por pasillos alfombrados de rojo al compás de himnos y marchas, Medvedev asistió a dos actos no menos solemnes, aunque de carácter más restringido. En uno de ellos, en calidad de nuevo comandante en jefe del Ejército, recibió el maletín nuclear. El acto se celebró en presencia del ministro de Defensa. Especialistas militares habían instruido antes al presidente sobre el funcionamiento del maletín, consistente en un ordenador con los códigos para poner en marcha el potencial nuclear ruso.
El otro acto discurrió en la catedral de la Anunciación del Kremlin, donde Medvedev y su esposa, Svetlana, fueron bendecidos por el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Alejo II. Aunque el poder político está separado del religioso, Medvedev indicó su voluntad de continuar colaborando con la confesión considerada mayoritaria en Rusia. Ya el miércoles, el nuevo presidente comenzó a firmar decretos. En uno de ellos ordenó solucionar los problemas de vivienda de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial; en otro, la reorganización de varias universidades y, en un tercero, apoyó un programa de medidas para la construcción de viviendas asequibles.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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