Martes, 5 de agosto de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › COMPRUEBAN QUE EN PERSONAS QUE DEJARON DE FUMAR BAJAN LAS INTERNACIONES CARDIOVASCULARES
Un estudio realizado en Escocia, el más completo hasta la fecha, revela que el descenso se produjo tras la prohibición de fumar en lugares públicos. En Estados Unidos, quieren que la FDA controle la composición química de los cigarrillos.
Por Pedro Lipcovich
En personas no fumadoras, las internaciones por enfermedades cardíacas pueden bajar un 21 por ciento, en sólo diez meses, cuando se impide fumar en lugares públicos y de trabajo. Es la cifra que arrojó un estudio realizado en Escocia, el más amplio y completo hasta la fecha. La investigación comparó las internaciones antes y después de la instauración de ambientes libres de humo en ese país, en 2006. Las hospitalizaciones también descienden entre los que sí fuman, porque, cuando los ambientes se liberan de humo, tienden a fumar menos; en este caso, el porcentaje de reducción es del 14 por ciento. Además, en Estados Unidos intentan aprobar una ley para que el Estado controle la composición de los productos con tabaco, que, según estudios, incluyen aditivos destinados a aumentar la adicción.
El estudio escocés, publicado en The New England Journal of Medicine, fue efectuado por un equipo de las universidades de Glasgow y de Edimburgo, integrado por Jill Pell y colaboradores. Empezaron su investigación a mediados de 2005. Para marzo de 2006, estaba prevista la entrada en vigencia de una ley que prohibiría fumar tabaco en todos los lugares de trabajo y sitios públicos cerrados de Escocia. Los investigadores consideraron todas las admisiones por síndrome coronario agudo, en los diez meses anteriores y en los diez meses posteriores a la liberación de humo ambiental. Ya se habían efectuado, con respecto a otros lugares, estudios que mostraban una disminución en las internaciones cuando se instauraban ambientes libres de humo, pero todos habían sido efectuados a posteriori y sobre muestras pequeñas de población.
Según la investigación, en los diez meses anteriores a la liberación de humo en Escocia, la cantidad de internaciones llegó a 3235; en los diez meses posteriores, cayó a 2684, lo cual marca un 17 por ciento de reducción. En los diez años anteriores, la reducción de estas internaciones en Escocia no había superado el tres por ciento anual. Y durante el mismo período en Inglaterra, donde todavía no se había limitado el humo ambiental, la reducción de internaciones no superó el cuatro por ciento.
Los datos son consistentes con los obtenidos en otros estudios más reducidos. En Nueva York, cuando los ambientes públicos se declararon libres del humo, la reducción en las internaciones fue del ocho por ciento debido a que ya se había reducido durante los ocho años anteriores, en los que se venían difundiendo las restricciones al humo. Los investigadores escoceses señalan que sus hallazgos “apoyan el compromiso de proteger a la población de la exposición al humo de tabaco ambiental, planteada en el artículo 8 del Convenio Marco sobre Control del Tabaco (ver aparte).
El mismo número del New England Journal... incluye un comentario, firmado por Allan Brandt, sobre el acuerdo alcanzado en el Comité de Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, para poner el tabaco bajo control de la FDA (Food and Drug Administration): “La sustancia legal más peligrosa ha eludido hasta ahora prácticamente todas las regulaciones”, observa. La ley “obligaría a las compañías a revelar todos los ingredientes que incluyen en sus productos, y autorizaría a la FDA a restringir los aditivos dañinos y a monitorear y reducir los niveles de nicotina”.
Según un estudio dirigido por Michael Rabinoff, de la Universidad de California, en Los Angeles –publicado en la revista de la Sociedad de Salud Pública de Estados Unidos–, “de los 599 aditivos que la industria admite usar en Estados Unidos, más de cien tienen actividad farmacológica” cuyo propósito central sería propiciar la adicción. Entre los aditivos están los derivados de la cumarina, un anestésico para disminuir el desagrado que el cigarrillo provoca a los jóvenes cuando empiezan a fumar; también emplean derivados del cacao, que no sólo dan al cigarrillo un sabor dulce que atrae a los jóvenes, sino que actúan como broncodilatadores y facilitan la entrada de nicotina en el pulmón. Emplean también azúcares que, al quemarse, liberan acetaldehído, “que incrementa el efecto de la nicotina: en experimentos con ratas adictas a la nicotina, éstas siempre elegían la mezcla con acetaldehído antes que la nicotina sola”, agregó Rabinoff, y señaló que en los años ’60, cuando Philip Morris empezó a usar estos aditivos, “las ventas de Marlboro se dispararon y la competencia se desesperó hasta encontrar las fórmulas”.
En la Argentina, una fuente de la Anmat –organismo regulador de alimentos y medicinas– aclaró que “no ejercemos control sobre la composición de los productos que contienen tabaco”.
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