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El episodio sacudió a Zárate en la mañana. Un policía murió al entrar en una casa donde una mujer y dos chicos habían sido tomados como rehenes mientras los asaltantes obligaban a su padre a recorrer los cajeros automáticos de la zona en busca de dinero. El asaltante que lo mató trató de huir pero fue interceptado por una patrulla y, tras un breve tiroteo, también cayó muerto. Tanto el padre como los chicos resultaron ilesos.
Eran las ocho y cuarto de la mañana cuando Daniel Castro se disponía a abandonar su casa en la localidad de Zárate, con destino al trabajo. Sin embargo, al momento de abrir su automóvil fue abordado por tres hombres que lo obligaron a entrar nuevamente en su domicilio, donde tomaron como rehenes a sus dos hijos, de cinco y siete años, y a la empleada doméstica de la familia, mientras uno de ellos lo llevaba a recorrer los cajeros automáticos de la zona en busca de dinero.
Momentos después, un vecino advirtió que algo malo sucedía en la casa de los Castro y dio aviso a la policía, que rápidamente llegó al lugar y decidió entrar en la vivienda. Primero recorrieron la planta baja sin encontrar nada extraño. Entonces el suboficial Martín Altamirano subió la escalera para inspeccionar la planta alta. Uno de los ladrones había escapado por el fondo, pero el otro estaba escondido en el baño. Desde allí disparó y dio en la frente del policía, que cayó muerto.
El asaltante escapó, pero fue interceptado por una patrulla a pocas cuadras del lugar. Según la policía se produjo un fuerte tiroteo tras lo cual cayó muerto. Fue identificado como Luis Alberto Araos, de 25 años. En su poder, dijeron, tenía una pistola 9 milímetros con la numeración limada.
Por otro lado, sin ninguna noticia de lo que ocurría en su casa, Daniel, el padre de los chicos, continuaba su raid por los cajeros automáticos: logró extraer dos mil pesos y se los dio al asaltante que lo acompañaba, quien escapó con el dinero y el auto de Castro. Horas después, el vehículo fue encontrado a pocas cuadras del lugar.