Morocha y de frente imponente, tiene 25 años, pero hace casi diez que comenzó a reconocerse –y a hacer que los demás también lo hagan– como Tania Luna, una identidad femenina que sólo es contradicha por su genética. Hace cuatro meses logró que la Justicia de Mar del Plata accediera a modificar su nombre y sexo en su documento de identidad sin necesidad de someterse a una cirugía de readecuación de sexo. Y sentó precedente en el país. Claudia Puccini, una rubia, alta y voluptuosa, reclama el “cambio de registro”, como legalmente se conoce a la modificación en los documentos, porque aún debe lidiar con el nombre masculino que sus papás le pusieron cuando nació. Pero además, ambas integrantes de la CHA van por más. Solicitarán, con el apoyo de esa agrupación, que el Estado les asegure el tratamiento hormonal de por vida y un servicio médico endocrinológico, ambos gratuitos, “Es un reclamo dirigido al Estado por mantenernos sumidas en la desigualdad. Exigimos que cumpla con los derechos de salud y de identidad que violenta sólo porque somos personas transgénero”, explicó Luna.

El tratamiento hormonal de refemeneización, como lo llaman ellas, no parece ser menor. Una persona que inició el tratamiento, que cuesta entre 500 y mil pesos por mes, “no puede abandonarlo, ya que los efectos para la salud, no sólo física sino psíquica y emocional, son gravísimos”, añadió la marplatense. Además, necesitan un control “periódico” realizado por endocrinólogos. “Si hay cirugías estéticas a las que las personas de los sexos ‘convencionales’ pueden someterse gratuitamente en los hospitales y que son muchísimo más caras que el tratamiento hormonal, ¿por qué nos lo van a negar?”, concluyó la morocha, mientras la rubia asintió con un gesto de victoria.

Informe: Ailín Bullentini.