Viernes, 6 de marzo de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › ES EN CABALLITO Y LA OBRA EMPEZO DIAS ANTES DEL INICIO DE CLASES
“Es un edificio con planta baja, dos pisos, 17 aulas, donde estudian 400 chicos en doble turno y casi 300 a la noche. Para hacer los arreglos, el gobierno de Macri envió sólo dos obreros.” Sabrina Rascovsky es mamá de una alumna de sexto grado de la escuela Nº 9, en el barrio de Caballito. Por obras de mantenimiento iniciadas recién a fines de febrero, los alumnos de esa escuela aún no pudieron comenzar las clases. Dentro del establecimiento de avenida La Plata al 600, los cielorrasos están desmantelados, los escombros desparramados por las aulas, no hay ventilación ni servicio de luz y agua, pero según los padres el Ministerio de Educación porteño “nunca dio a conocer el plan de obra”. Para Alejandra Legris, coordinadora general de la Unidad de Gestión de Instalaciones Complementarias (Ugicom) y actual responsable de la obra, “este no es un colegio que tenga serios problemas edilicios”. Desde el gobierno apuran una instalación de emergencia para que los chicos puedan comenzar las clases el lunes.
Ayer, un grupo de padres se reunió en el colegio vacío para reclamar una solución y hoy podrían organizar una protesta. No es la única escuela que no ha empezado las clases por problemas edilicios. “Con paros o sin paros de los docentes, hay muchas escuelas porteñas que no iniciaron las clases por la falta de finalización de obras o personal de limpieza”, dijo a Página/12 la secretaria adjunta del gremio UTE, Mirta Fernández Treviño. Según la dirigente, “hicimos un relevamiento sobre las escuelas porteñas y son casi 30 los establecimientos con serios problemas edilicios”. Algunos colegios comenzaron las clases, “pero en condiciones muy precarias”, aseguró la secretaria adjunta.
“Cuando Macri suprimió el subsidio a las cooperadoras escolares, el mantenimiento del colegio se volvió un calvario”, aseguró Rascovsky. Para realizar, por ejemplo, el arreglo de un vidrio roto, los directivos de los colegios primero deben llamar a un call center, luego funcionarios porteños realizan un relevamiento sobre el caso y por último se ejecuta el trabajo.
Rascovsky, además de ser madre de una alumna, es miembro de la cooperadora del colegio Ameghino. “El año pasado, cayeron algunas chapas del cielorraso de la escuela a centímetros de un nene –relató la mujer–. Terminados los relevamientos previstos por el ‘método Macri de mantenimiento’, vino una arquitecta del ministerio y decidió que se tenían que sacar todas las chapas del techo”. Corría noviembre, cuando recién habían comenzado los arreglos, y “llegó un pedido del gobierno para que el colegio fuera sede de una colonia de verano”, dijo Rascovsky.
La directora del establecimiento, entonces, envió un informe sobre todas las irregularidades edilicias al ministerio e informó sobre los problemas “que le traería la colonia al colegio”. Sin embargo, la escuela Ameghino recibió a los chicos en vacaciones. Y recién el 26 de febrero último personal de mantenimiento reanudó las obras. Claro que sin aviso formal de finalización: nunca se puso, dentro o fuera del colegio, el cartel con el plan de obra a realizar. “A tres días de inicio de las clases, para hacer los arreglos rompieron todo el edificio: forzaron puertas con fierros; las aulas están repletas de escombros del antiguo cielorraso, no hay agua y tampoco luz”.
Tampoco “se previó alguna solución viable para que los chicos no perdieran las clases”, afirmó Rascovsky. Les ofrecieron trasladar a los chicos a otro establecimiento, pero los padres no aceptaron.
El titular de Infraestructura escolar del Gobierno porteño, Andrés Ibarra, explicó que “en la escuela se estaban realizando trabajos provisorios, pero levantaron los cielorrasos y la situación quedó peor que antes”. El funcionario aseguró que el personal de mantenimiento “será sancionado” por ese error y sostuvo que “se llamará a licitación para realizar trabajos de cableado”.
Por su parte, Legris argumentó que están “tratando de apresurar el ritmo y para que puedan comenzar las clases el lunes se están instalando unos reflectores que no encandilan y ventiladores no definitivos de pared”. Pero los obreros quedarán un tiempo más en el establecimiento. Por lo menos, destacó Legris, “el colegio no tiene problemas de gas”.
Informe: Mariana Seghezzo.
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