SOCIEDAD › EL MANDAMAS DE FELICES LOS NIÑOS, DENUNCIADO POR VIOLENCIA FAMILIAR
¿Un lobo que cuidaba los corderos?
Juan Domingo Pérez es un ex policía que era responsable de todos los hogares de la fundación de Grassi. Al saberse que aparecería en “Telenoche Investiga”, fue separado. En el programa, un chico confirmó una denuncia contra Grassi y otro sumó una nueva.
Por Carlos Rodríguez
Dos menores aportaron, ante las cámaras de “Telenoche Investiga”, relatos que confirman una de las denuncias por abuso sexual que pesan sobre el sacerdote Julio César Grassi y que suman un caso nuevo, el de un chico que supuestamente fue “manoseado” por el imputado. Uno de los testigos, que hoy tiene 13 años y que tenía 9 cuando ocurrieron los hechos, también sufrió un intento que no se concretó, el mismo día en que dijo haber visto a Grassi acariciándole “la pierna y la pija” a uno de los internos, en su presencia, en una oficina de la Fundación Felices los Niños. En la emisión de anoche también se presentó una gravísima denuncia contra Juan Domingo Pérez, ex policía y hasta ahora director de Hogares de la Fundación, que ayer fue relevado del cargo. Pérez tenía seis denuncias por violencia familiar, incluyendo un episodio en el cual le levantó parte del cuero cabelludo a su propio hijo de ocho años. Por eso tiene prohibido acercarse “a menos de 500 metros de su ex mujer y de sus hijos”, justo él que en la fundación tenía bajo su responsabilidad directa a centenares de niños.
Además de lo que se vio en pantalla, otros tres nuevos testigos se presentaron ayer ante el fiscal de Morón Adrián Flores, que ya le tomó declaración a 22 personas en el marco de la causa que está a cargo del juez Alfredo Meade. Los tres testigos adultos son una asistente social, un ex docente y una ex empleada. Dos ratificaron que Grassi tenía un trato especial con los chicos con los cuales presuntamente mantenía relaciones íntimas, mientras que el ex docente corroboró la información sobre un episodio ocurrido durante unas vacaciones en El Calafate, cuando Grassi habría sido sorprendido por otros dos menores testigos mientras estaba en su cama, acariciándose mutuamente con un chico.
Con motivo de la emisión del programa de ayer, antes de la salida al aire, el Consejo de la Niñez, Adolescencia y Familia pidió al juez de menores de Morón Gerardo Frega que retirara de la Fundación a uno de los testigos del programa, mencionado como “Andrés”, testigo del supuesto abuso en El Calafate. “Para resguardar su integridad física y emocional, solicitamos al juez de turno que retirara de la Fundación al menor”, explicó un vocero del Consejo. Cuando lo fueron a buscar, el ya estaba fuera de la institución con sede en Hurlingham y se ignoraba su paradero. El testimonio de “Andrés” se conoció anoche, por medio de una cámara oculta. La semana pasada, el mismo “Andrés” negó en otro programa de televisión todo lo que había dicho hace dos meses ante las cámaras de “T.I.”.
El tema más grave de la emisión de “T.I.” fue la historia de Juan Domingo Pérez, director de Hogares de la Fundación y hombre de confianza de Grassi. El empleado jerárquico es un policía bonaerense retirado que pidió la baja en la repartición. Pérez tiene denuncias por violencia familiar presentadas por su ex esposa, Laura Antonnaci. El padre Grassi presidió la ceremonia de casamiento y les escribió una carta que deseaba: “Que siempre sean fieles y felices”. Laura dijo en el programa que su ex marido, según los peritos, es “un psicópata que tiene doble personalidad”. El matrimonio, que tuvo dos hijos, se disolvió por decisión de la mujer, ante la violencia que ejercía Pérez sobre ella. Durante un “ataque de celos”, el hombre la sometió a “violencia física y psicológica”. La hizo acostar en la cama y le pasó “un cuchillo por todo el cuerpo”, sin tocarla, mientras “cortaba el colchón y el cubrecama”. La escena fue presencia por el hijo varón, que entonces tenía 8 años. A pesar de haber sido él quien generó la violencia, Pérez le hizo reproches a su mujer: “Esto le va a dejar una secuela de por vía al nene”.
Laura Antonnaci abandonó la casa familiar, llevándose a sus hijos y realizó una denuncia ante la justicia de Morón por “violencia familiar”. En 1999 se dictó la “exclusión del hogar” de Pérez, pero el siguió presentándose en la nueva casa de su mujer y sus hijos. A ella la amenazaba de muerte. De acuerdo con el informe, ilustrado con párrafos textuales de la causa judicial contra Pérez, el ex encargado de Hogarestambién golpeaba a su hijo varón. El chico tenía “levantado el cuero cabelludo” porque Pérez le había tirado del pelo durante una visita, dentro del régimen que había autorizado la Justicia.
Recién se suspendieron las visitas después de ese episodio. El chico dijo ante el juez varias frases que dejaron al desnudo la violencia paterna: “Me pega cuando viene poco tiempo y esta enojado”; “Siempre estoy con miedo si me va a pegar o no”. Pérez tiene hoy expresamente prohibido acercarse “a menos de 500 metros de su esposa y de sus hijos”, según consta en un fallo exhibido anoche durante la emisión de “T.I.”.
Pérez fue señalado como “la sombra del padre Grassi”, por su cercanía con el conductor de la institución, con quien se vinculó luego de pedir la baja en la Policía Bonaerense. El nuevo caso de supuesto abuso sexual presentado anoche fue relatado por un menor de 13 años, llamado “Ezequiel”. Dijo que cuando tenía 9 presenció el episodio en una oficina que Grassi tiene dentro de la Fundación. Allí lo vio al sacerdote acariciando a un compañerito. El mismo estuvo a punto de pasar por lo mismo y luego recibió, de Grassi, una amenaza para que no hablara del tema. “De lo que viste no le contés nada a nadie porque te echo de acá”, afirmó el chico que le dijo el cura. “Ezequiel” era un chico de la calle que fue detenido y llevado a la Fundación por decisión de la Justicia, aunque tiene a su madre y cinco hermanos.
Sobre el abuso que dice haber presenciado, “Ezequiel”, cuyo rostro no se veía durante el testimonio, aseguró que con el otro chico habían roto un vidrio y fueron recriminados por “el director”, que se supone era Pérez, y por Grassi, con quien quedaron a solas en su oficina, que tenía la puerta cerrada. Aseguró que vio a Grassi como “le acariciaba las piernas y la pija” al otro chico. A él también le habría acariciado las piernas, pero finalmente lo dejó ir, recomendándole que no hablara con nadie. Cuando hablaba, la voz del chico evidenciaba lo doloroso del recuerdo, del que habló por primera vez, a cuatro años de ocurrido.