ESPECTáCULOS
Las atrocidades de la Iglesia
Por Luciano Monteagudo
En el principio fue la obra teatral El vicario, del austríaco Rolf Hochhuth, que luego de su estreno europeo en 1963 desató la controversia sobre la connivencia de la Iglesia católica con el régimen nazi y su silencio cómplice ante el exterminio de 6 millones de judíos. Esa polémica llevó al Vaticano a la promesa de abrir sus archivos, algo que hizo parcial y lentamente entre 1965 y 1981, bajo la dirección de tres jesuitas italianos cuyas conclusiones fueron consideradas insuficientes por otros historiadores. En 1999, el papa Juan Pablo II, en un acto de contrición, se refirió al Holocausto, pidió perdón por los “errores históricos” y los crímenes cometidos en nombre de la cristiandad a lo largo de 2000 años y autorizó una nueva investigación, esta vez con la participación de un panel internacional de historiadores judíos y católicos. Un año después, esta comisión consideró una vez más incompletos los archivos disponibles y exigió desclasificar más documentos del período 1939-1945, algo que aún no ha sucedido.
Sobre esas bases, el director greco-francés Costa-Gavras, recordado por Z, Estado de sitio y Desaparecido entre sus films más abiertamente políticos, construyó Amén, su película más reciente, que expone los vínculos de la dirigencia nazi con las jerarquías católicas de la época y denuncia el infame silencio del papa Pio XII, cuando estaba en conocimiento de las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración y exterminio. Para no quedar atrapado en la estructura dramática original de la pieza teatral de Hochhuth, Costa-Gavras y su coguionista Jean-Claude Grumberg no se conformaron con el dilema del joven cura jesuita Riccardo (Matthieu Kassovitz), que no termina de comprender cómo sus superiores no hacen algo por impedir el asesinato de millones de hombres, mujeres y niños.
A este personaje de ficción, la película le suma un personaje tomado de la realidad, Kurt Gerstein. De una tradicional familia alemana, químico de profesión y oficial de las SS, Gerstein era el encargado de la producción y provisión del gas Zyklon B, destinado a las cámaras de la muerte de los campos de Belzec y Treblinka. Pero tal como quedó documentado en distintas fuentes, Gerstein –que en su juventud había sido detenido por la Gestapo por su vinculación con un sector de la Iglesia protestante que se oponía al régimen nazi– intentó repetidamente informar a los aliados sobre los campos y trató de sabotear los envíos de Zyklon B que estaban bajo su control.
Es una pena que Costa-Gavras no haya explorado más a fondo las contradicciones y conflictos de este personaje tan particular, en algún sentido similar a Oskar Schindler, en la medida en que ambos habrían intentado alguna forma de resistencia desde las más altas esferas del poder nazi. El Gerstein de Amén (a cargo del sólido actor alemán Ulirch Tukur) es una figura unívoca, sin demasiadas tonalidades y dispuesto desde un comienzo a luchar contra la maquinaria nazi, de la misma manera que lohace Riccardo con la jerarquía de la Iglesia. Ambos son cristianos de profunda fe, que no hacen sino seguir los dictados de su conciencia, al margen de las razones de Estado que puedan esgrimir sus superiores.
Así como la heroica pareja central de Amén no presenta demasiadas zonas de gris, tampoco hay muchos matices por el lado de los villanos, que son tan siniestros e intrigantes como se supone que deben ser los nazis y los purpurados. La generosa producción provista por Claude Berri, a su vez, le agrega un peso adicional a una película que, ya de por sí, carga con el lastre de una reconstrucción de época acartonada, con un cierto olor a naftalina.
Francia/Alemania, 2002.
Dirección: Costa-Gavras.
Guión: Costa-Gavras y Jean-Claude Grumberg, basado en la obra teatral El vicario, de Rolf Hochhuth.
Fotografía: Patrick Blossier.
Música: Armand Amar.
Intérpretes: Ulrich Tukur, Mathieu Kassovitz, Ulrich Mühe, Michel Duchaussoy, Ion Caramitru, Marcel Iures, Friedrich von Thun.
Estreno de hoy en los cines Village Recoleta, Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Patio Bullrich y otros.