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Valió la pena esperar
Por Ariel Greco
Esperar hasta las tres y cuarto de la mañana para ver completo el debut de Emanuel Ginóbili valió la pena. La volcada sobre Robert Horry y el robo sobre el insufrible Kobe Bryant que terminó de definir el partido pagaron el esfuerzo. Más allá de esas dos perlas, lo más importante es que Manu necesitó apenas un juego para responder a varios interrogantes que se planteaban sobre su adaptación e impacto en la NBA. ¿Tendrá muchos minutos? ¿El técnico y su compañeros confían en él? ¿Se podrá adaptar al roce físico? ¿Podrá marcar a las estrellas de la NBA? En su primer partido, en la casa del campeón, el bahiense dejó en claro que su estadía en la liga más importante del mundo no pasará inadvertida. Una noche le bastó para cosechar elogios de su entrenador, Greg Popovich, y de la figura emblemática de su equipo, David Robinson. Los analistas más optimistas le auguraban un promedio de 15 minutos por noche. Ante Los Angeles estuvo en el campo casi 20, más tiempo que en todos los juegos de pretemporada, y además disputó de manera íntegra el cuarto decisivo. Una muestra de la confianza que le tiene el entrenador. “Ojalá pueda coincidir un rato con Bryant en la cancha”, decía Ginóbili antes del partido, consciente de que, por su rol de suplente, su tiempo en la cancha se daría con los reservas rivales. No sólo coincidió. Durante cinco minutos del último cuarto, Popovich le dio la responsabilidad de marcarlo. Más allá de la jerarquía de Bryant, el argentino lo contuvo bastante bien y no pasó ningún papelón ante uno de los jugadores más desequilibrantes de la Liga. Para coronar su noche, a falta de un minuto y medio, un robo desde atrás sobre la estrella de los Lakers en un contragolpe prácticamente liquidó el partido. Fue la frutilla del postre. En el Staples Center ya había demostrado que puede aportar en todos los rubros estadísticos, pero en esa jugada exhibió ese plus que lo distingue.