Sábado, 30 de enero de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › EL NúMERO DOS DE LA ORGANIZACIóN TUVO QUE EXPLICAR SI SE EXAGERó LA PELIGROSIDAD DE LA GRIPE
Keiji Fukuda tuvo que responder ante la Comisión de Salud del Consejo de Europa si la declaración de la pandemia no estuvo influida por las presiones de la industria farmacéutica. Vínculos de funcionarios de la OMS con laboratorios.
Por Eduardo Febbro
Desde París
El virus de la sospecha contaminó la gestión de la pandemia de gripe A llevada a cabo por la OMS, la Organización Mundial de la Salud. La Comisión de Salud del Consejo de Europa hizo comparecer esta semana al número dos de la OMS, el doctor Keiji Fukuda –consejero del director general de la OMS para la pandemia de gripe–, y al presidente de la asociación europea de fabricantes de vacunas, Luc Hessel, para que se expliquen sobre dos cosas esenciales: si la OMS, que depende de las Naciones Unidas, no exageró acaso el grado de peligrosidad de la gripe A y si la institución no estuvo influida por las presiones de la industria farmacéutica. Las sospechas sobre la manipulación de la OMS tienen rostros y nombres precisos, el de los expertos de la Organización Mundial de la Salud que cobran sueldos de los grandes laboratorios y que, junto a la directora del organismo, la doctora Margaret Chan, son quienes precipitaron el alerta mundial y, por consiguiente, la compra de millones y millones de vacunas contra la gripe A. Como publicó Página/12 hace tres semanas, Wolfang Wodarg es el médico y diputado socialista alemán que alertó sobre la manipulación de la pandemia por parte de los laboratorios. Wodarg es el promotor de la audiencia del número dos de la OMS y no escatima sus convicciones. Luego de la comparecencia de Hessel y Fukuda, Wodarg –que fue el presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa– mantiene su posición: “Chan creó una alarma mundial. Debe dimitir”.
Las dudas sobre la estrategia de la OMS son grandes como un cráter lunar y no sólo atañen a las relaciones financieras entre los expertos y los laboratorios sino también a la pertinencia misma del alerta. Wodarg se pregunta todavía “sobre qué base científica la OMS decretó que se trataba de una pandemia”. Las acusaciones del médico alemán son de una gravedad alarmante. Wodarg acusa sin rodeos a la organización de la ONU de haber exagerado el impacto de la gripe cuando la OMS la calificó de “pandemia”, y ello bajo la presión de los laboratorios farmacéuticos. “Los laboratorios no esperaban sino eso cuando en realidad la enfermedad era poco severa”, dice. Wodarg agrega que los laboratorios querían sacar “jugosas recetas” y afina la puntería cuando expone su alegato sobre la irresponsabilidad del sistema: los laboratorios “utilizaron sustancias cuyos efectos eran mal conocidos”. Con ello no hicieron más que hacer correr riesgos a las personas que se vacunaron.
Los implicados en la audiencia en la Comisión de Salud del Consejo de Europa negaron estas acusaciones. El doctor Hessel declaró que “hemos efectuado los test de forma rigurosa, rápido pero sin precipitación, sacando provecho de los últimos adelantos tecnológicos. (...). De las 38 personas vacunadas en Europa, los problemas constatados han sido catalogados de débil a moderado”. Por su parte, el doctor Fukuda alegó que la OMS “no fue indebidamente influenciada por los laboratorios”. En cuanto a la categoría de “pandemia”, impugnada por muchos expertos, el doctor Fukuda señaló que “un comité de expertos de los 8 países más expuestos, seleccionados por sus competencias individuales, estimó por unanimidad que todos los criterios estaban reunidos para declarar la pandemia”.
Los argumentos de Keiji Fukuda y de Luc Hessel no disiparon las dudas sobre los mecanismos que llevaron a la OMS a decretar la tercera pandemia del siglo. La primera fue en 2002, con la neumonía asiática (200 muertos); la segunda, la gripe aviaria (282 muertos en seis años) y ahora la gripe A (14.000 muertos). Los mismos interrogantes que golpean la puerta de la OMS han repercutido en Francia. No sólo por el número elevado de vacunas que el gobierno compró a los laboratorios –luego tuvo que buscar cómo deshacerse de las vacunas– sino también por el hecho de que una buena parte de los expertos del comité de lucha contra la gripe A que fueron nombrados por la ministra francesa de Salud, Roselyne Bachelot, tienen relaciones de intereses con los laboratorios que fabrican la vacuna. En una investigación publicada esta semana por el diario Le Parisien, el rotativo francés afirma también que “los lazos de intereses entre seis expertos de la OMS y la industria farmacéutica son reales. Estos expertos formaban parte de los comités estratégicos que aconsejaron a la directora general de la OMS, Margaret Chan. Incluso si estos expertos afirman su independencia, sus relaciones con los laboratorios mantienen las sospechas sobre su imparcialidad y sus decisiones en el seno de la OMS”. La lista de expertos con doble función es elocuente. Por ejemplo, Jean-Claude Manuguerra es el presidente del Comité Nacional de Lucha contra la Gripe y, además, es miembro del Consejo Científico del programa global contra la gripe en el seno de la OMS. Este investigador en el Instituto Pasteur cobra una remuneración pagada por los laboratorios Roche.
El Strategic Advisory Group of Experts es el principal grupo de consulta de la OMS para todo lo que atañe la vacunación. Este panel está compuesto por 15 científicos que informan directamente a la directora de la OMS. De esos 15, tres cobran remuneraciones de los laboratorios farmacéuticos. Se trata del finlandés Juhani Estola, del jamaiquino Peter Figueroa y del chino Malik Peiris. A su vez, el comité para la vacunación contra la gripe A, creado en abril de 2009, comprende 13 miembros, tres de los cuales provienen del Strategic Advisory Group of Experts. De los 10 restantes, dos mantienen una relación de intereses con los fabricantes de vacunas: el inglés Neil Fergusson y el holandés Albert Osterhaus. Y hay más comités. Uno de ellos está encargado de aconsejar a Margaret Chan sobre la pandemia. Ese comité está dirigido por el francés Bruno Lina, un virólogo remunerado por los laboratorios que fabrican la vacuna (Baxter, Sanofi, Novartis, GSK).
En una entrevista difundida por la radio de negocios BFM, el virólogo británico Tom Jefferson –otro de los médicos que denunció con más virulencia el conflicto de intereses dentro de la OMS– retrató así la situación: “Los expertos de los comités de la OMS mantienen amplios contactos con la industria farmacéutica, con personas influyentes que, año tras año, rivalizan con previsiones apocalípticas (...). Uno de los expertos dirige un grupo contra la gripe porcina financiado por las principales compañías farmacéuticas. También tiene su propia empresa, que vende tests. Otro experto hizo carrera vendiendo modelos matemáticos de la epidemia. Estos dos ejemplos revelan conflictos de intereses evidentes”.
Las mismas sospechas que pesan sobre los comités de la OMS se ciernen sobre el francés, cuyos miembros, en un gran porcentaje, están a sueldo de los laboratorios Roche, GSK, Sanofi-Pasteur, etc. En septiembre de 2009, ese comité preconizó una vacunación masiva en Francia a un ritmo de dos inyecciones por persona según las recomendaciones de la Agencia Europea de medicamentos. El gobierno francés encargó 94 millones de dosis. pero en noviembre de 2009 las estadísticas revelaron que una sola inyección bastaba para los adultos. Con lo cual, el Estado se encuentra hoy con un excedente enorme y ha anulado los pedidos por 50 millones de dosis. A este respecto, el diario Le Parisien precisa que “sólo dos de los 17 expertos del comité (francés) no tenían relación alguna con las firmas” (laboratorios).
Las preguntas de Wolfang Wodarg a propósito de la OMS son tanto más legítimas cuanto que fue la Organización Mundial de la Salud la que creó este estado de exageración. La OMS adelantó su intención de convocar un panel de expertos independientes para evaluar su gestión de la H1N1, pero solo cuando “la pandemia haya terminado”. Algo poco transparente ha ocurrido dentro del organismo encargado de velar por la salud mundial. Wodarg resume a su manera la irracionalidad de la OMS: “En mayo de 2009, varios países intentaron que no se declarara la pandemia. La OMS, que siempre fue racional, se ha vuelto irreconocible”.
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