Domingo, 11 de abril de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › EL ESLOVENO QUE CONSTRUYO EL ABASTO Y LA BOMBONERA
Diseñó el estadio de Boca y el imponente edificio del Abasto, entre otras obras, pero nunca le reconocieron aquí su título. Murió en 1973. Ahora, una muestra en el Centro Cultural Recoleta le rinde homenaje.
Por Andrés Osojnik
Fue inmigrante esloveno y recaló en Buenos Aires escapando del fascismo italiano. Construyó el edificio del Mercado de Abasto y el estadio de Boca Juniors. Hasta el mote de la “Bombonera” surgió de una anécdota que lo tuvo como protagonista. Diseñó iglesias y fue pionero en el uso del hormigón armado para grandes obras. Pero nunca pudo revalidar aquí su título y su nombre quedó ensombrecido en los libros de arquitectura. Ahora, una muestra en el Centro Cultural Recoleta busca hacer justicia con Viktor Sulcic (pronúnciese sulchich) y mostrar la obra de este artista que también fue pintor, poeta, escritor.
“La justicia con Sulcic hay que hacerla tanto en Argentina como en Eslovenia, donde en verdad tampoco está reconocido como se lo merece”, confiesa a Página/12 Anton Biloslav, director de las Galerías del Litoral de Piran, Eslovenia, y uno de los organizadores de la muestra, que viajó a Buenos Aires para concretarla.
Sulcic nació en 1895, cuando a los eslovenos les faltaba casi un siglo para ser independientes: en ese momento pertenecían al Imperio Austrohúngaro, luego formaron parte de las diversas etapas de Yugoslavia y recién en 1991 proclamaron su independencia. Sulcic vivió cerca de Trieste, en la frontera con Italia, país en el que además se formó profesionalmente y se graduó como arquitecto. A la Argentina llegó en 1924, cuando tenía 29 años, disconforme con el avance del fascismo y accediendo a la invitación que le hizo el ingeniero Luis Migone desde Buenos Aires.
“El problema –explica Biloslav– fue que Sulcic se recibió cuando en Italia estaba en marcha una reforma de los planes de estudio. Hasta ese momento, la arquitectura se enseñaba en la Academia de Bellas Artes, luego pasó a ser una facultad en sí misma, con el agregado de las materias técnicas. Sulcic obtuvo el título viejo y en la Argentina nunca pudo revalidarlo.”
Así fue como debió buscar ayuda para presentar su primer proyecto de envergadura, que realizó junto al geómetra Raúl Bes en 1926 para la sede del Banco Hipotecario Nacional: recurrió a José Luis Delpini. El por entonces joven ingeniero hizo sus aportes y estampó su firma en el trabajo conjunto. El proyecto ganó el primer premio y aunque finalmente no se llevó a cabo por cuestiones políticas, el trío pasó desde entonces a trabajar en equipo. Irene Mislej, historiadora del arte y directora de la Galería Veno Pilon en Eslovenia, explica la conjunción que se formó en ese estudio: “Sulcic pudo desarrollar en pleno su talento de arquitecto, con un fuerte acento escultórico también, porque formó junto a Delpini un tándem inimitable: la formación clásica y la sensibilidad formal de Sulcic con el genial aporte de Delpini en el cálculo de estructuras de hormigón armado. Una síntesis entre la riqueza de la tradición europea con el atrevimiento del nuevo mundo, lanzado a conquistar el futuro”.
A instancias de unos esbozos de Sulcic, el estudio recibió en 1929 la oferta de construir el Mercado de Abasto Proveedor, en el lugar donde ya existía en la avenida Corrientes un viejo mercado levantado con la típica construcción en hierro de principios del siglo XX. Dos años más tarde empezaron los trabajos: en 1937, la Municipalidad de Buenos Aires premió la fachada del edificio, al ser considerada la mejor de su género. La construcción preveía unas tres etapas; la última nunca se concretó.
Al mismo tiempo, el estudio se presentó en otro concurso: el del Club Boca Juniors, para la construcción de su estadio. El proyecto de Delpini-Sulcic-Bes volvió a obtener el primer puesto: uno de sus méritos fue el aprovechamiento del escaso espacio disponible, una de las particularidades de la Bombonera. El estadio comenzó a ser construido en 1938 y fue terminado en apenas dos años. Aquí también el proyecto contempló una etapa final, que no fue cumplida: la cuarta tribuna.
Casi 70 años después y luego de que Sulcic empezara a ser descubierto en su país natal, los estudiantes de la Escuela de Arquitectura de Liubliana, la capital eslovena, emprendieron poco tiempo atrás un curioso trabajo: proyectar cómo podrían ser completadas ambas obras hoy en día en la capital argentina. Uno de esos alumnos presentó ese proyecto como tesis para graduarse y está ahora también en Buenos Aires para participar de la muestra.
Sulcic también diseñó la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en San Justo, La Matanza, “una síntesis armoniosa de espíritu neogótico realizado en hormigón armado”, según define Tanja Cigoj, otra historiadora del arte eslovena que estudió el trabajo del arquitecto en Argentina. El majestuoso pórtico de entrada del cementerio de Luján es otra de las obras de Sulcic, al igual que la iglesia, también del Sagrado Corazón, en San Juan. A esa provincia donó tras el terremoto de 1944 un proyecto de casas antisísmicas. También diseñó un tipo de casa –y publicó el proyecto, con explicaciones y consejos prácticos, en un periódico de aquel entonces de la comunidad eslovena– para que los inmigrantes pudieran levantar sus viviendas sobre esa base y no estuvieran obligados a recurrir (y sobre todo pagarle) a un profesional.
Contrariamente a la secuencia habitual, Sulcic arrancó su carrera con obras monumentales y terminó refugiado en la pintura, y la literatura (la trágica muerte de un hijo fomentó su proceso de refugiarse en la intimidad). “Sulcic amó intensamente a su nueva patria, la recorrió incansablemente y la plasmó en delicadas acuarelas, sin negar nunca sus propios orígenes culturales –relata Mislej–. En la vejez publicó dos libros, uno de poesía y uno de cuentos y una obra eminente y extraña sobre el gran antropólogo Juan Benigar.”
Viktor Sulcic murió el 9 de septiembre de 1973 en Buenos Aires, a los 79 años. Recién un año después tuvo un homenaje en la ciudad: el Concejo Deliberante organizó una muestra retrospectiva de su obra plástica.
La muestra en el Centro Cultural Recoleta inaugurada el viernes pasado, explica Biloslav, es “un homenaje a Sulcic y a la ciudad que le dio la oportunidad a su genio”. “Dudo de que si se hubiese quedado en Trieste, en Zagreb o en Liubliana, hubiera tenido estas oportunidades –señala–. Allí empezaba la gran crisis, aquí su talento se pudo desarrollar ligado al momento económico que se vivía en esta región.”
La exposición presenta diversos dibujos, trabajos y bocetos de Sulcic, además de fotografías tomadas por Oskar Molek –coorganizador de la muestra– de cuatro de sus obras más importantes. También será presentado un documental filmado en Eslovenia. Estará abierta en Junín 1930 de lunes a viernes de 14 a 21 y sábados, domingos y feriados de 10 a 21, hasta el 2 de mayo.
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