SOCIEDAD › DECLARO BELLINI, EL DUEÑO DE PINAR DE ROCHA

“Un suicidio como dicen los manuales”

“Es como dicen los manuales: se suicidan y hacen culpable al conviviente”, dijo ayer Daniel Bellini, dueño de la disco Pinar de Rocha, en Ramos Mejía, en un tramo de las cinco horas que duró su declaración en el juicio por la muerte de su pareja, la bailarina Morena Pearson. Bellini aseguró ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Morón que la bulimia, que su pareja padecía desde los 14 años, fue la que la llevó al suicidio. Desde el martes, el empresario es juzgado por homicidio agravado y por la portación ilegal del arma de la que salió el disparo que mató a Morena.

“Mi última Navidad y Año Nuevo la pasé solo en la cocina de mi casa con Morena empastillada y destruida. Este era el grado real de la enfermedad que tenía Morena y le costó la vida”, comentó Bellini, quien lloró en varios tramos de la declaración. También aseguró “arrepentirse” de no haberla internado compulsivamente a Morena porque “abusaba del alcohol y las pastillas”. “Si hubiera sabido de antes de la enfermedad, seguramente Priscila (su hija) no existiría”, dijo. Por otra parte, acusó al padre de su ex pareja de mentir para incriminarlo y sacarle dinero.

Respecto de lo ocurrido durante las horas previas a la muerte de Morena, el 21 de marzo de 2008, Bellini reconoció que discutieron luego de que él le exigiera en Pinar de Rocha que, “por una cuestión de imagen”, dejara de bailar como lo estaba haciendo con Iván, un amigo y ex bailarín. El empresario aclaró que no era celoso. Si lo fuera, agregó, nunca le hubiera permitido bailar en el caño y exhibirse como lo hacía ella habitualmente.

Luego, según su versión, Morena se fue muy ofendida a la casa que compartían a cien metros del boliche, en Brasil 10 de Villa Sarmiento, Morón, y allí se inició una discusión en la que él “por primera vez” le dijo que se quería separar. Bellini insistió en que ese comentario fue el motivo que la llevó a suicidarse. Luego repitió su coartada: la charla quedó trunca porque él volvió al boliche y cuando regresó a su casa, a las 6.10, la encontró tirada en el vestidor con un tiro en la cabeza.

Sobre los mensajes de texto que recibieron los amigos –“Daniel me quiere matar” y “tengo miedo”–, adujo que “son producto de su fabulación, que es uno de los rasgos de la enfermedad”. El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes.

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