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Argentina alcanzó el puesto 45 del ranking de desarrollo humano que confecciona el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y se mantuvo, junto a Chile, dentro de los países de América latina que forman parte del grupo de naciones con índice “muy alto”. De esta manera, el país mejoró un casillero su ubicación respecto de 2010, dentro de esta medición que entrecruza indicadores de salud, educación e ingresos. El mejor y peor registro lo presentaron, igual que el año anterior, Noruega y la República Democrática del Congo, respectivamente, sobre un total de 187 Estados. El PNUD realiza anualmente el informe sobre el Indice de Desarrollo Humano (IDH), siempre orientado a profundizar una nueva temática: sustentabilidad ambiental y equidad, fue la elegida para 2011.

Sobre 47 países que integran el conjunto que alcanza un desarrollo humano “muy alto”, Chile (0,805) y Argentina (0,797) se ubicaron en las posiciones 44 y 45, respectivamente. Argentina invirtió posiciones con Croacia, que bajó al puesto 46. En tanto que el país trasandino se mantuvo en el mismo lugar. El resto de naciones latinoamericanas se repartió entre los países con índice “alto” –Uruguay, Cuba, México, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Perú, Ecuador, Brasil, Colombia y Belice– y los que reportaron un de- sarrollo humano considerado “medio”: República Dominicana, Surinam, El Salvador, Paraguay, Bolivia, Guyana, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Haití fue el único país latinoamericano con “bajo” índice de desarrollo.

Al tope de la lista elaborada por el PNUD, con una puntuación que va de 0,943 a 0,904, aparecen No-ruega, Australia, Holanda, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá, Irlanda, Liechtenstein, Alemania y Suecia. Enfocado en la cuestión ambiental, el informe resalta que el habitante promedio de estos países, con IDH muy alto, emite cuatro veces más dióxido de carbono que las personas de naciones con IDH medio o alto. Y advierte: “Los riesgos medioambientales con repercusiones globales –en especial los gases de efecto invernadero– suelen aumentar a la par del IDH”.

Del otro lado, “las carencias ambientales de los hogares”, como la contaminación al interior de las viviendas, falta de agua potable y deficiencias sanitarias, se agravan sensiblemente en países con bajos niveles de IDH. Por ejemplo, en los países con índice bajo, seis de cada diez personas carecen de acceso directo al agua potable y cuatro de cada diez no tienen sanitarios.

Este panorama “amenaza con empeorar” en un marco de cambio climático que propaga enfermedades tropicales como la malaria y el dengue. Anualmente –grafica el estudio– problemas sanitarios vinculados a lo ambiental, “como las infecciones respiratorias agudas y las diarreas, matan a por lo menos tres millones de niñas y niños menores de cinco años”.

Es ante este cuadro que el PNUD convoca a los Estados a mejorar sus financiamientos e inversiones en material ambiental. “Lo que hoy se gasta en fuentes de energía con bajas emisiones de carbono es apenas el 1,6 por ciento” de lo que se estima como mínimo necesario para abordar esa problemática. También están lejos de lo que impera los desembolsos para mitigación del cambio climático, que se ubican alrededor del 11 por ciento de lo requerido.

Como propuestas, el PNUD enfatiza que se debe modificar la matriz energética a favor de las energías limpias, reducir las tasas de deforestación, revisar las prácticas agrícolas no sostenibles, entre otras líneas a ejecutar. Este proceso debe incluir un trabajo de los estados nacionales y locales que fomente el “empoderamiento” de los actores sociales más desfavorecidos (y dentro de éstos, particularmente las mujeres) para que apuntalen la reversión del actual modelo económico-climático.