SOCIEDAD › PROGRAMA CONTRA EL TRABAJO INFANTIL EN LA CIUDAD

Un plan para dejar la calle

En dos años, se duplicó el número de chicos que trabajan o piden en las calles. Se estima que son 3300. El plan empezará en las zonas más críticas de la ciudad. Y habrá becas de cien pesos.

 Por Mariana Carbajal

Damián tiene seis años, y ya lleva un par recorriendo los vagones del subte, con estampitas a veces, con almanaques otras, pidiendo unas moneditas siempre. Como tantos otros chicos que en la Ciudad de Buenos Aires mendigan, venden chucherías, limpian vidrios, abren puertas de taxis o hacen malabares para ayudar a sus familias. Son parte del paisaje urbano. Y son muchos: en menos de dos años, el número de niños y niñas que piden o trabajan en las calles porteñas se duplicó y se estima que actualmente son alrededor de 3300, la mayoría proveniente del conurbano. Con este diagnóstico como marco, el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes lanzará hoy en el Centro Cultural Recoleta un programa para proteger a los menores del trabajo infantil. Comenzará a aplicarse en dos zonas consideradas “críticas”: microcentro, Puerto Madero y Retiro, por un lado, y el barrio de Pompeya, por el otro. Está prevista una beca de 100 pesos por mes para el chico que deje la calle.
Un equipo de diez operadores de calle y 20 becarios de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA inició a principios de marzo un relevamiento de ambas zonas. Ese mismo equipo tendrá a su cargo la tarea de intentar sacar a los chicos de la mendicidad o, al menos, buscar reducir los riesgos a los que están expuestos en la vía pública.
“La idea es entrar en contacto con los chicos, establecer un vínculo, detectar posibles situaciones de explotación laboral y de violencia contra ellos, y lograr incluirlos en distintos programas del Gobierno de la Ciudad, educativos, sanitarios y recreativo-culturales”, explicó a Página/12 María Elena Naddeo, titular del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del gobierno porteño. En la medida en que las principales causas que originan este problema son de orden estructural, el programa no se propone directamente lograr la erradicación del trabajo infantil, sino actuar sobre sus efectos y mejorar las condiciones de vida de los chicos. “Es una propuesta de inclusión social y educativa y de revinculación con sus familias en el caso en que sea posible”, agregó Naddeo. El subsidio será el último paso y, según está previsto, a través de una ONG o de una defensoría de niños, se hará el seguimiento de cada caso. “Siempre tiene que haber un adulto responsable. No se empieza por la beca. Es el último recurso”, aclaró Naddeo. Para el primer año, hay un presupuesto asignado para dar una ayuda de 100 pesos por mes a 300 chicos.
El programa cumplirá con la ley Nº 937 de Erradicación del Trabajo Infantil sancionada en noviembre por la Legislatura y de la cual el Consejo de los Derechos es autoridad de aplicación. Un relevamiento realizado por la Secretaría de Desarrollo Social en mayo de 2001 encontró 1645 chicos y adolescentes en situación de calle. “Calculamos que actualmente habría alrededor de 3300 entre 4 y 14 años, teniendo en cuenta la evolución del aumento de la población bajo la línea de pobreza para la ciudad de Buenos Aires en los últimos dos años”, señaló Naddeo. Aquel primer relevamiento encontró que de cada 10 chicos, 6 son varones y 4 nenas y que la edad promedio de ingreso al mercado laboral es de 8 años. Un 20 por ciento tiene menos de 6 años. La amplia mayoría llega a las calles porteñas desde el conurbano y regresa diariamente a su casa donde vive con sus familias. Siete de cada 10 va a la escuela.
Las dos zonas en las que comenzará a aplicarse el “Programa para el Fortalecimiento del Circuito de Protección Integral contra toda forma de Explotación visible o remunerada o no, de niños y niñas menores de 15 años” –tal su nombre completo– tienen sus particularidades. En el área que comprenden los barrios de San Nicolás, Puerto Madero y Retiro, la mayoría de los chicos y chicas que trabaja llega de distintos municipios del conurbano. En Pompeya, en cambio, viven en la zona. “En la segunda mitad del año pasado detectamos en Pompeya la aparición de gran cantidad de chicos en la calle, expuestos a cierta violencia, con mucho deterioro físico y psíquico, un denominador común entre los menores que están largas horas en la calle. Muchos de los que mendigan en la avenida Sáenz viven enla Villa 21.24 y otros en nuevos y muy precarios asentamientos que surgieron en Pompeya en el último tiempo”, indicó Naddeo.
Aunque en las adyacencias de la estación de Once también abundan los chicos que trabajan, este barrio no fue incluido en esta primera etapa debido a que ya están trabajando con ellos el Serpaj y las Hermanas Oblatas, aclaró la funcionaria. El flamante programa, por otra parte, no se ocupará de las víctimas de explotación sexual “porque no consideramos a la prostitución como un trabajo infantil” y el Consejo de Derechos tiene otros programas con los que están abordando esa problemática.

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La amplia mayoría llega a las calles porteñas desde el conurbano y regresa diariamente a su casa.
 
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