SOCIEDAD › UNA NENA DE 11 AÑOS MATO AL PADRASTRO PORQUE LA QUERIA VIOLAR

La amenaza que disparó la tragedia

Ocurrió en Saladillo. El hombre le avisó que la violaría. Y ella lo esperó con un revólver. Luego, contó todo a la policía.

El drama llegó desgarrador y sin previo aviso a Saladillo, una localidad del centro de la provincia de Buenos Aires. Una nena de apenas 11 años, cansada de los abusos permanentes a la que la sometía su padrastro, lo mató de un disparo en la espalda. Momentos antes, el hombre le habría dicho que, pese a su oposición, esa noche la iba a violar “sí o sí”. “Se constató que la niña era golpeada y que hace dos días recibió una terrible paliza a golpes de cinturón, ya que en sus glúteos y brazos presentaba marcas y hematomas”, explicó a Página/12 el subcomisario Rubén Garbaglia, quien aún relata conmovido el momento en que la niña se acercó hasta la comisaría en compañía de una tía y asumió su culpabilidad. “Nunca habíamos tenido un caso así. Estamos shockeados”, dijo. La madre de la nena declaró que no estaba enterada del acoso que sufría su hija y que cuando escuchó el disparo lo único que pensó fue que su concubino se había intentado suicidar.
Era cerca de la medianoche del miércoles cuando los vecinos de la casa de la familia Bacre, en un barrio humilde de Saladillo, escucharon el disparo. Fue un sonido claro e inconfundible que dio paso a los gritos de Sonia Molfino, madre de la pequeña de 11 años y pareja de Maximiliano Bacre, que pedía ayuda insistentemente para su cónyuge quien, según creía, se había intentado quitar la vida. Mientras ella gritaba, Bacre, agonizante, lograba salir de su vivienda antes de quedar tendido boca arriba sobre la vereda, donde minutos después lo encontró la policía.
“Para nosotros era un caso de suicidio más, hasta que los peritos comprobaron que la bala le había ingresado por la espalda y le había perforado un pulmón. Allí, obviamente, nos dimos cuenta de que alguien lo había matado”, confesaron desde la policía. Su primera reacción, entonces, fue llamar a declarar a la concubina de Bacre para pedirle explicaciones sobre el tema.
Ante esta requisitoria, Sonia se dirigió a la comisaría para repetir su versión sobre cómo habían ocurrido los hechos, que no había visto porque se encontraba en el baño en el momento en que todo sucedió. Su relato confundió aún más a los policías, quienes, repentinamente, en medio de la noche se encontraron con un muerto en sus manos y ningún asesino para acusar. La respuesta llegó de donde menos lo esperaban. La pequeña hija de Sonia se acercó hasta la comisaría y confesó su crimen.
Según contó la pequeña, ya desde hacía un tiempo que su padrastro había empezado a pegarle y la acosaba permanentemente con la intención de mantener relaciones sexuales con ella. Ante su negativa, la situación había ido empeorando en cuanto a los maltratos, hasta el miércoles, cuando todo explotó. Su padrastro, con el que convivía desde hacía años y con quien se había criado, amenazó con violarla “sí o sí” esa noche.
Asustada, la niña tomó el revólver calibre 32 que su padrastro guardaba en el placard y se fue a su habitación. Cruzó la almohada sobre la cama para dar la impresión de que estaba durmiendo y se paró en un rincón con el arma en sus manos.
Cuando faltaba media hora para la medianoche, sus temores se convirtieron en realidad. Allí, de espaldas a ella, junto a su cama, estaba parado él, quien aprovechando que su madre estaba en el baño, venía a hacer efectiva su promesa.
La niña disparó. “Podía haberle pegado al techo, o a Bacre, o a una pared ya que nunca había tenido un arma en sus manos. Pero le dio a él y lo mató”, contó Garbaglia, quien aseguró que los exámenes médicos comprobaron que no había sido violada pero sí muy maltratada. Tenía fuertes marcas en sus glúteos y brazos.
Según cuenta la propia madre, quien además de la niña tiene un hijo decuatro años producto de su relación con Bacre, su hija nunca le contó nada y las propias maestras de la pequeña relataron que, si bien la notaron distraída en los últimos días, no pensaron que se tratara de nada grave. De hecho, todos recordaban cuando hace tres o cuatro años, Bacre, boxeador amateur y empleado en un criadero de caracoles, llevaba a la pequeña al gimnasio para que lo viera pelear y mantenía una relación aparentemente normal con la niña.

Producción: Damián Paikin.

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La casa de la familia Bacre, en Saladillo, un pueblo conmocionado por el inesperado drama.
 
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