SOCIEDAD › UNA INTERNA JUDICIAL DE LA CáMARA CIVIL LLEGó A LA MAGISTRATURA

Toc toc, ¡silencio en la sala!

La Sala D es una papa que quema. Un camarista acusa a sus dos colegas mujeres de que se confabulan en su contra. Las dos juezas le devuelven las acusaciones. Los otros jueces de la Cámara llevaron el caso a la Magistratura. Hoy tratan el tema.

El Consejo de la Magistratura hoy procurará reconciliar a los tres integrantes de la Cámara Civil que, desde hace más de un año, juegan desacuerdos profesionales y aun personales entre ellos en los fundamentos de sus fallos. La cita que los doce integrantes de la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo dieron a los jueces de la Sala D podría ser decisiva para el futuro de uno de ellos, o para los tres integrantes, y también tener alguna consecuencia para el presidente de la Cámara, citado junto con ellos por no haber podido, hasta ahora, preservar el normal funcionamiento del organismo. La mayoría de los integrantes de la Cámara acusó al juez Diego Carlos Sánchez de haberse extralimitado al criticar en el texto de los fallos a sus colegas Ana María Brilla de Serrat y Patricia Barbieri; una minoría, en cambio, se inclinó por poner en tela de juicio el comportamiento profesional de los tres. En ambos casos, la acusación de los demás jueces sostuvo que la situación genera “gravedad institucional”. La Comisión de Disciplina y Acusación podría proponer al Plenario del Consejo sanciones disciplinarias que van desde la suspensión y la remoción hasta multas del 30 por ciento de sus haberes. Ello dependerá del diálogo que los examinados entablen hoy con los consejeros.

El conflicto que había larvado en la Sala D comenzó a aflorar en los fallos el año pasado. De acuerdo con un descargo que el juez Sánchez hizo días atrás en una entrevista con un medio especializado en noticias judiciales, su colega Brilla de Serrat, quien había pasado de revistar en la Sala J a la D de la misma Cámara en 2006, era “conflictiva”. De acuerdo con la versión que Sánchez brindó al Diario Judicial días pasados, “la Sala era un ejemplo de orden, de eficiencia, de calidad hasta que ingresó la jueza Brilla de Serrat”. Sin embargo, en los fundamentos de los votos que la Comisión tuvo bajo examen, Sánchez arremetió tanto contra ella como contra Barbieri, la jueza que se incorporó a la Cámara (ascendiendo desde Primera Instancia) en 2009.

Las disidencias en la Sala son tan pronunciadas que Sánchez llegó a escribir en un fallo que sus colegas, a quienes evitó nombrar directamente, practican “terrorismo judicial”, por, presuntamente, no respetar “un orden de métodos o de fuentes del Derecho” establecido por determinados artículos del Código Civil y el Código Penal. También asegura, en otro fallo, que los suyos son “solitarios votos” y que la situación conflictiva en el tribunal es “lamentablemente lo que ocurre casi a diario”.

La jueza Barbieri señaló que los planteos de Sánchez, quien acusó a sus colegas –a quienes denomina como “compañeras”– de esperar a que él tomara licencias para emitir fallos, “revelan enconos personales”. “Si la preocupación del doctor Sánchez es hacer oír su voz en todas las resoluciones y sentencias que se dictan (en la Sala), que por cierto son más que numerosas, la mejor manera de hacerlo es tal vez haciendo menos uso de las licencias a las que alude en su voto, aunque reglamentariamente le corresponden, pero mal puede pretender que se paralice el trabajo diario de esta sala en su ausencia”. La jueza Brilla de Serrat, por su parte, no refiere al conflicto o a Sánchez en sus fallos. Se limita, en cambio, a señalar sus discrepancias “con las inconducentes referencias y digresiones por completo ajenas al litigio”.

La mayoría de los integrantes de la Cámara acusó a Sánchez porque expone sus diferencias en los fallos, no firma las sentencias y retiene expedientes. Por ello, al dirigirse a la Comisión de Disciplina y Acusación, solicitaron que se exija a su colega que “en sus votos guarde el debido estilo, sin incurrir en excesos innecesarios, a fin de impedir que sus diferencias trasciendan el ámbito que le es propio y afecten el prestigio no sólo de la sala que integran, sino el de toda la cámara”.

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En la Sala D de la Cámara Civil, la Justicia, además de la balanza, tiene las uñas largas y afiladas.
 
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