Miércoles, 14 de diciembre de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › EN BéLGICA, UN HOMBRE DISPARó Y LANZó UNA GRANADA SOBRE LA GENTE
El atacante mató a cuatro personas, entre ellas a un bebé, y luego se suicidó. Hubo alrededor de 120 heridos. El hombre ya había sido condenado por tenencia ilegal de armas y ayer debía presentarse en la Justicia. Descartan un móvil político.
Un hombre de 33 años se suicidó ayer en una plaza pública de Bélgica, tras asesinar a al menos cinco personas y herir a otras 120 con cuatro explosivos y un arma de fuego. El ataque se produjo en el centro de la ciudad belga de Lieja entre un tumulto de gente que realizaba las compras navideñas. El autor del atentado, que había pasado más de cuatro años en prisión por tenencia de armas, debía presentarse ayer a una cita con la policía, según informaron a la prensa fuentes de la fiscalía. También trascendió que jamás había estado vinculado con un acto terrorista.
“El autor actuó solo. Disparó contra la multitud y después se inmoló”, aseguró a los medios el alcalde de Lieja, Willy Demeyer. Los muertos producto del atentado fueron cinco: Nordine Amrani, que realizó los disparos, dos adolescentes de 15 y 17 años, una mujer de 75 años y un bebé de 18 meses, que se debatió entre la vida y la muerte algunas horas antes de partir. Según fuentes del lugar, varios pacientes seguían en estado crítico al cierre de esta edición, entre ellos un joven de 20 años con graves heridas en el cerebro.
Amrani era conocido por las fuerzas de seguridad belgas. Hace tres años había sido condenado a 58 meses de cárcel por posesión ilegal de armas, entre ellas fusiles de precisión y lanzacohetes. La fiscal en Lieja, Danielle Reynders, aseguró que el asesino había sido convocado a presentarse ayer a la Justicia ante las sospechas de que hubiese reincidido en sus actividades delictivas.
En el ataque, que comenzó apenas pasado el mediodía, hora local, Amrani utilizó un rifle Kalashnikov, un revólver y granadas de mano ligeras del tipo “thunderflash”, de forma tubular, similares en su aspecto externo a la carcasa de algunos tipos de fuegos artificiales de uso doméstico. Según fuentes policiales, él mismo fabricaba los silenciadores de varias de esas armas y construía, gracias a sus conocimientos en metalurgia, los trípodes de metal para colocar los fusiles así como otros accesorios.
El flamante primer ministro belga, Elio Di Rupo, acudió a la plaza tras lo ocurrido y expresó que “no hay palabras para expresarse (sobre) esta tragedia”. “La conmoción de la población es comprensible, pero, insisto, se trata de un acto aislado”, agregó.
Desde los canales de televisión, imágenes tomadas por un helicóptero mostraban la céntrica Plaza Saint-Lambert, ubicada a pocos metros del Palacio de Justicia de Lieja, a unos 100 kilómetros al sur de Bruselas. Cientos de personas corrían en todas las direcciones, donde hasta hacía minutos paseaban en busca de regalos y decorativos para el árbol navideño. “Hizo un gran movimiento para lanzar algo y hubo una explosión; (entonces) comencé a correr”, contó Nicolas, un joven que presenció cómo un Amrani vestido con un traje militar y armado lanzó los tres explosivos contra una parada de autobús, muy concurrida por niños a esa hora. Y luego comenzó a abrir ráfagas de fuego. “Fue tan rápido que no nos dimos cuenta, enseguida empezamos a correr”, contaba Hervé, otro testigo.
La panadera de la plaza escuchó “dos grandes ruidos ensordecedores y luego una serie de deflagraciones”. Había “gente que corría en todos los sentidos, nosotros cerramos la puerta, apagamos las luces y nos refugiamos junto a algunos clientes”, relató la mujer.
Un testigo que se había refugiado en el mismo negocio relató que vio cómo Amrani sacaba de una bolsa una granada y la tiraba en medio de la plaza. Luego “sacó el rifle con el que empezó a disparar y, cuando pensó que el cargador estaba vacío, tomó un revólver y se disparó en la cabeza”, contó el hombre tras que la policía controlara el lugar.
Las imágenes de pánico se repetían una y otra vez en las pantallas de los televisores familiares. Lieja es una ciudad tranquila de 200 mil habitantes. También era la ciudad donde residía Amrani, el autor que se disparó tras el ataque. La fiscalía belga que intervino en el caso no descartaba ayer ninguna hipótesis, sobre los móviles que llevaron al hombre a abrir fuego sobre cientos de personas que se abarrotaban en la plaza céntrica.
“La gente se refugió en las tiendas, en cualquier lado”, decía un empleado municipal, asombrado por el repentino hormigueo de personas que se había creado en la tranquila ciudad. Es que, como señaló una mujer que trabajaba en una librería, “el terror duró horas”.
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