Canadá se convirtió en el primer país en abandonar el Protocolo de Kioto. La decisión le ahorraría sanciones por cerca de 14.000 millones de dólares por haber incumplido los objetivos que ese acuerdo internacional le fijaba, en procura de disminuir las emisiones que causan el calentamiento global. La decisión canadiense fue criticada por países y organizaciones ambientalistas del mundo.

El anuncio fue efectuado por Peter Kent, ministro de Medio Ambiente en el gobierno conservador de ese país. La decisión tiene lugar pocos días después de la conferencia de Durban, donde se aprobó una extensión del Protocolo –firmado en 1997– y la elaboración, antes de 2015 y con vigencia desde 2020, de un acuerdo vinculante para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados. “El Protocolo de Kioto no incluye a Estados Unidos ni China, los dos países con las mayores emisiones, y por eso no puede funcionar”, argumentó Kent. El retiro de Canadá le permitiría evitar sanciones de 13.600 millones de dólares.

La decisión de Ottawa desató protestas en todo el mundo: Francia lamentó la “mala noticia para la lucha contra el cambio climático”; China, que es el mayor contaminador del mundo, describió la posición de Canadá como “lamentable”. En Canadá mismo, la líder del Partido Verde, Elizabeth May, lamentó la “hipocresía” canadiense en la conferencia de Durban: “¿Quién va a creer en adelante que somos dignos de confianza?”. Josh Laughren, de la oficina canadiense del Fondo de Protección del Medio Ambiente (WWF), sostuvo que la decisión “margina efectivamente a Canadá” de los esfuerzos internacionales contra el cambio climático.