Viernes, 4 de mayo de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › DETIENEN A UN ALBAÑIL Y DE NUEVO AL KARATECA ACUSADOS POR EL CUADRUPLE CRIMEN DE LA PLATA
El ADN del albañil Javier Quiroga coincidió con las muestras tomadas de la escena del cuádruple crimen. Quiroga aceptó haber presenciado la escena, pero acusó a Osvaldo Martínez, el karateca. Ambos quedaron detenidos. Muchas dudas sobre el caso.
Un giro imprevisto sufrió el caso del cuádruple crimen de La Plata, ocurrido en noviembre pasado y en el que cuatro mujeres, incluida una niña, fueron salvajemente asesinadas a golpes y cuchilladas y por el que inicialmente había sido detenido el ex novio de una de ellas, Osvaldo Martínez, karateca, luego liberado porque el ADN hallado no coincidía con el suyo. Precisamente el miércoles por la noche fue detenido un albañil, Javier Quiroga, cuyo ADN sí fue coincidente. Quiroga declaró haber presenciado los crímenes, pero cargó toda la responsabilidad en el karateca y dijo que Martínez lo obligó bajo amenaza a tomar los elementos con los que fueron muertas las mujeres y, de esa manera, apareció su ADN. Luego de estas declaraciones, ayer al mediodía, volvió a ser detenido Martínez. Tanto el fiscal, Alvaro Garganta, como el juez, Guillermo Atencio, coinciden en sostener la acusación sobre Martínez.
El cuádruple crimen tuvo lugar el 27 de noviembre pasado en La Plata, cuando Bárbara Santos, ex pareja de Martínez; su madre, Susana de Barttole; su hija, Micaela Galle, y una amiga, Marisol Pereyra, fueron asesinadas en una casa de la calle 28, entre 40 y 41, de La Plata. El remisero que había trasladado a Pereyra hasta la casa, Marcelo Tagliaferro, había reconocido a Martínez como al hombre que apareció en la puerta de la casa, con el torso desnudo, para recibir y hacer pasar a Pereyra, que sería entonces la cuarta víctima.
Javier Edgardo Quiroga, de 34 años, ya figuraba en la causa como testigo. Un llamado anónimo al 911 –siempre llevan la sombra de la versión del buchón policial– cargó las tintas sobre el hasta entonces testigo hace poco más de un mes. A Quiroga le extrajeron voluntariamente ADN. Y ahora –quizás en forma acelerada por el pedido de sobreseimiento presentado el mismo miércoles por Beley, abogado de Martínez–, el resultado del ADN coincidente con el recogido en un palo de amasar, al menos un cuchillo, una bombilla, colillas de cigarrillos y, muy especialmente, entre las uñas de una de las víctimas, motivó al fiscal Alvaro Garganta a pedir la detención de Quiroga, rápidamente aceptada por el juez Guillermo Atencio.
Quiroga, detenido el miércoles por la noche, declaró con una sorprendente urgencia ayer a la madrugada. Garganta confió a los medios que el nuevo detenido “vinculó” con el hecho a Martínez, aunque aclaró que “la versión de Quiroga es compleja y después la vamos a dar a conocer”.
El “después” fue relativamente rápido pues anoche ya circulaba entre los medios buena parte de la declaración del albañil. Según esa versión, Quiroga contó que había sido recomendado para realizar un trabajo de plomería en la casa de la masacre y que “después de ese trabajo de gas, me dieron para hacer otros trabajos y ahí conocí a Martínez”. Recordó que “el 26 de noviembre de 2011, Martínez se presenta en mi domicilio, alrededor de las 16 o 17 horas, y nos fuimos a tomar una cerveza y me contó que tenía un problema con Bárbara, que se estaba separando”. Agregó que en ese momento “me regaló una rodaja de merca y quedamos en que nos íbamos a ver a la noche en la casa de la chica porque me dijo que había que realizar otro trabajo”.
Quiroga fue esa noche a la casa de las víctimas para “arreglar un cajón” y media hora después llegó Martínez. Durante ese tiempo, tomó mate con la dueña de casa y fumó algunos cigarrillos. Martínez “traía un par de zapatillas debajo del brazo”, dijo Quiroga. Minutos después dijo que “siento un ‘¡ay!’ que no fue un grito, que hace la señora (por Susana), y allí me doy vuelta y lo veo a Martínez que me viene apuntando con un arma de fuego y me dice ‘correte para allá hijo de puta’”. Quiroga agregó que Martínez “sale corriendo para el baño y ahí se siente que algo se rompe” y que “cuando yo trataba de salir veo que viene Bárbara desnuda, queriendo taparse con una toalla y se cae en el living, por lo que Martínez sale del baño, agarra a Bárbara y la levanta y veo que la estaba apuñalando y luego la suelta. Me mira a mí de nuevo y se va a la pieza, donde estuvo un segundo; sale y ahí suena el timbre, Martínez se saca la remera, sale a recibir a la persona (se trataba de Pereyra) y que antes de salir me dice ‘correla de los pies hijo de puta’ (refiriéndose a Bárbara) para poder abrir la puerta”.
Quiroga continuó diciendo que “Martínez entra hablando” con la amiga de Bárbara, “la empuja, la lleva hacia la cocina, ahí se siente como un ruido como que algo se rompe, la chica grita y cae y no se escucha más nada”. Agregó que Martínez “sigue apuñalando a Bárbara”, luego va a la pieza donde revuelve la habitación y “sale con una bolsa de papel”. Quiroga dijo que entonces Martínez lo lastimó con un cuchillo y lo obligó a tomar un palo de amasar y un cuchillo. También dijo recordar que Martínez había usado guantes de cuero negro, “finitos, como de moto”. Sostuvo que cuando Martínez se retiró, se fue “tratando de no pisar ni tocar nada” y que él a la única de las víctimas que tocó fue a Bárbara cuando la tomó de los pies para correrla. Tras los crímenes aseguró que Martínez lo amenazó diciéndole que “si vos hablás le va a pasar esto a toda tu familia”. Y que más tarde, cuando ya lo habían liberado, apareció por su casa para decirle “viste que ahora sos vos, viste que estoy cerca”.
En consonancia con el fiscal, Atencio dijo a un canal televisivo que “el relato de Quiroga es verosímil. Junto a ellos, Fernando Burlando, abogado de los familiares de las víctimas, amplió la acusación y consideró que “me queda clarísimo que entre los dos cometen este tremendo hecho que no me cabe duda que fue premeditado por Martínez”.
Beley, en cambio, se mostró sorprendido. “Es llamativo. Ayer a la mañana (por el miércoles) presentamos el pedido de sobreseimiento de Martínez y ocho horas después aparece toda esta situación. Nunca en la historia de la Justicia bonaerense tomaron una indagatoria a las 3 de la madrugada”.
El caso deja muchas sombras: por un lado, está el remisero que desde el principio reconoció a Martínez en la puerta de la casa. Por el otro, un crimen premeditado, tal como lo ve Burlando, no coincide con que se haya cometido con elementos que se encontraban allí. Sí en cambio da la idea de asesinatos tras un rapto de furia. Es algo endeble la versión de que el albañil fue amenazado para agarrar los elementos y dejar su ADN que, por otro lado, apareció entre las uñas de una de las víctimas. Por último, fue el propio fiscal quien el año pasado, apresuradamente, salió a afirmar ante los medios que en la escena del crimen hubo una sola persona.
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