Martes, 26 de junio de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › UN DíA DESPUéS DE SALIR DE PRISIóN, ROMINA TEJERINA SUFRE EL ACOSO DE LOS MEDIOS
Después de cumplir nueve años y cuatro meses de prisión, la joven continúa sus estudios de Licenciatura en Turismo y trabaja en una fundación. Pero es hostigada por los medios de comunicación y comentarios malintencionados en las redes sociales.
Por Mariana Carbajal
“No sé si está bueno estar acá. Al final tengo ganas de volver allá (al penal). No tengo paz”, le dijo Romina Tejerina a su familia ayer, el día después de salir de prisión tras 9 años y 4 meses de cárcel, según contó por la tarde a Página/12 su mamá, Elvira Baños. “Está muy alterada porque la llaman de todos los medios. Ella quería que pasara desapercibida su libertad”, agregó la mujer, en diálogo telefónico desde la localidad jujeña de San Pedro, donde Romina reanudará su vida, viviendo junto a su hermana Mirta. Su abogado, Héctor Soria, pidió que “no se ejerza una persecución social a través de algunos medios” y cuestionó en duros términos comentarios sobre la joven que se publicaron en redes sociales a los que calificó como “de la época de la dictadura”. “Me hicieron acordar a la peor época del Proceso, cuando alguien salía en libertad y decían: “Cuidado que éste es subversivo, no le den trabajo”, señaló Soria.
Romina, contó su mamá, está estudiando la Licenciatura en Turismo, que comenzó mientras estuvo detenida en el Penal de Mujeres Alto Comedero de San Salvador de Jujuy. Y tiene un empleo en una fundación dedicada a temas médicos. El domingo, al cumplir con dos tercios de su sentencia, recuperó la libertad. Justo coincidió con su cumpleaños número 29. “Hicimos un almuercito para recibirla. Se la veía contenta, feliz”, dijo su mamá a este diario. Pero los múltiples llamados de periodistas y productores de programas de radio y televisión que recibió desde que trascendió la noticia de su libertad la apabullaron. “No la dejan tranquila”, lamentó Baños. Por el momento, Romina decidió no hablar con la prensa. Busca tranquilidad, señaló su mamá.
Soria tomó la defensa de Romina en los últimos dos años. Explicó que la joven condenada por matar a su beba recién nacida “quedó en libertad en función de los elementos que marca la ley, como cumplir un monto mínimo de la pena, estudiar, seguir un tratamiento médico psicológico, entre otros puntos”. Además, se tuvieron en cuenta informes favorables en relación con su conducta. “Tuvo buena conducta, por ello tuvo un período de salidas transitorias, acercamiento familiar primero con custodia, luego bajo palabra de honor, esto lo marca la Ley 24.660, que es la de ejecución de la pena privativa de la libertad”, dijo el juez Antonio Llermanos de la Sala Penal 2 de Jujuy, que presidió el tribunal que condenó a la joven el 10 de junio del 2005 a 14 años de prisión.
Romina siempre sostuvo que el embarazo había sido producto de una violación, pero en la Justicia no le creyeron. “Romina también tuvo salida laboral, para estudiar, para capacitarse y ella cumplió acabadamente; el informe del Gabinete Criminológico del Servicio Penitenciario resultó altamente positivo”, destacó el magistrado. Llermanos informó que la joven “goza de este beneficio de la libertad con ciertos condicionamientos porque debe cumplir su condena” como, por ejemplo, debe avisar si viaja y “continuar con su tratamiento psicológico y de readaptación”.
La sentencia de 14 años de prisión había sido apelada ante el Superior Tribunal de Justicia y llegó finalmente a la Corte Suprema, donde el fallo fue ratificado. Desde organizaciones de mujeres insistieron en cuestionar el monto de la pena que recibió. “Romina consiguió esta libertad justo el día de su cumpleaños número 29, ante una Justicia que se resistió a atenuar lo suficiente su condena, como sucedió en otros casos similares”, apuntó Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA. Díaz aseguró que “ante una violación, las mujeres sienten vergüenza, pese a que son las víctimas, lo que llevó a Romina a negar su embarazo”. El caso de Tejerina puso en discusión nuevamente la necesidad de reincorporar la figura del infanticidio en el Código Penal, que fue eliminada en una reforma de 1994, y que preveía –como en la mayoría de las legislaciones de otros países– penas reducidas cuando una mujer, durante el puerperio –esto es, hasta la primera menstruación posterior al parto– como consecuencia de desarreglos psicológicos o psíquicos mata a su bebé recién nacido. A partir de entonces, los casos como el de Tejerina son considerados como homicidio agravado por el vínculo, lo que implica una pena de prisión perpetua, y de la única forma en que la Justicia puede dar una escala de penas de entre 8 y 25 años de cárcel es si se comprueba que hubo atenuantes. En la sentencia de Tejerina se contemplaron atenuantes. De todas formas, en otros casos similares la Justicia directamente absolvió a las acusadas. En 2010 la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de ley para reincorporar la figura del infanticidio al Código Penal. Pero la discusión no continuó en el Senado.
Para otra referente del movimiento de mujeres, Elsa Schvartzman, integrante del Foro por los Derechos Reproductivos, “Romina se convirtió en un emblema de la lucha de género, precisamente porque es una emergente de muchas otras mujeres que sufren una terrible violencia”. El acusado de la violación, Eduardo “Pocho” Vargas, fue rápidamente absuelto. Vargas, que casi duplicaba en edad a Romina, adujo que se trató de una relación consentida, contra las aseveraciones de la muchacha.
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