Domingo, 26 de agosto de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › EL ASTRONAUTA NEIL ARMSTRONG FALLECIO, A LOS 82 AÑOS, DE UNA AFECCION CARDIACA
Fue el comandante de la misión Apolo 11 y pasó a la historia como el primero en pisar suelo extraterrestre. Su familia reveló que tuvo que ser operado de una obstrucción coronaria, pero no resistió la intervención.
Como si temiera tocar agua helada, Neil Alden Armstrong pisó el terreno rocoso y polvoriento en el que la Apolo 11 acababa de posarse. El 20 de julio de 1969, por primera vez, el hombre llegaba a la Luna. La imagen, replicada en las retinas de millones de espectadores a través del mundo, quedó impresa en la memoria colectiva. Ese día pasó a ser un hito en la historia y ese hombre se transformó en héroe. Ayer, a los 82 años, su familia comunicó que falleció por una afección en el corazón.
A principios de agosto, médicos especialistas detectaron que las arterias coronarias del astronauta estaban obstruidas, por eso debió someterse a una cirugía. Tras la intervención, se agravó su afección cardíaca y su cuerpo no resistió.
“Sirvió a su nación con orgullo, como piloto de guerra de la Marina, piloto de pruebas y astronauta”, sostuvo su familia en el comunicado que difundió para dar a conocer la mala noticia.
Los avances tecnológicos que hay en la actualidad, tal vez minimicen el que un aparato despegue de la Tierra y descienda en terreno extraterrestre. La diferencia con aquellos años es que ni las calculadoras existían en ese entonces, por eso, el hecho pasó a ser una hazaña dorada.
De alguna manera, la frase que pronunció al descender por la escalerilla del módulo lunar ilustra lo que realmente significó el primer alunizaje del hombre: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Como consecuencia de ese viaje, con el material recogido de la Luna aún se realizan estudios científicos.
En ese momento, unos 500 millones de personas en todo el mundo –salvo en el bloque soviético y en China– vieron cautivados y expectantes las pantallas de televisores mayoritariamente en blanco y negro.
La aventura lunar catalogó a Armstrong como el “Colón de la navegación espacial”. Pero el hombre no llegó porque sí a ese lugar. Nacido el 5 de agosto de 1930 en una granja en Wapakoneta, Ohio, desde pequeño sintió curiosidad por la aviación. A los seis años estuvo por primera vez en el aire con un pequeño avión a hélice. De adolescente, ya tenía distintos trabajos para poder tomar lecciones de vuelo y a los 16, antes incluso de haber pasado el examen de conducir, ya tenía su licencia de vuelo.
Al terminar la secundaria, Armstrong recibió una beca de la Marina para estudiar ingeniería aeronáutica. Eso lo llevó a la guerra de Corea como piloto de combate en 78 misiones. Allí, una vez le salvó la vida el asiento eyectable. Después de la guerra fue piloto de pruebas.
Para septiembre de 1962, la agencia estadounidense espacial NASA lo presentó como futuro astronauta. Fue comandante del Gemini 8 cuando logró por primera vez el exitoso acoplamiento de esta nave con un satélite, en marzo de 1966. La misión tuvo luego problemas técnicos y Armstrong debió hacer un amerizaje de emergencia en el Pacífico. Tres años más tarde, su sueño se cumpliría: con 38 años comandó la misión de alunizaje Apolo 11.
“Pensaba que teníamos noventa por ciento de posibilidad de retornar sanos y salvos a la Tierra, pero solamente cincuenta de posarnos sobre la Luna en esa primera tentativa”, declaró recientemente Armstrong. Con tan sólo 32 segundos para aterrizar, el comandante tuvo que maniobrar la nave para poder bajar en un lugar más adecuado que el elegido originalmente.
En la misión lo acompañaron Michael Collins y Buzz Aldrin. A su regreso, los tres fueron recibidos como héroes nacionales. Armstrong prefirió seguir una vida tranquila, alejada de la exposición pública, transmitiendo su saber como profesor de Ingeniería Aeroespacial en su Ohio natal. También obtuvo puestos importantes en el sector privado, en Chrysler, Marathon Oil, Learjet y United Airlines.
No obstante, detrás del hito, había un trasfondo político. En plena Guerra Fría, el programa Apolo fue exitoso en probar el dominio estadounidense en la carrera espacial. El programa, que hizo posibles seis alunizajes exitosos entre 1969 y 1972, comenzó ocho años antes, en 1961, cuando el presidente John F. Kennedy (1961-1963) lanzó el desafío al Congreso de llevar al hombre a la Luna en esa década.
“Creo que esta nación debería comprometerse a alcanzar la meta, antes de que termine esta década, de llevar al hombre en la Luna y traerlo de vuelta a la Tierra sin peligro”, dijo Ke-nnedy. Ese sueño se inmortalizó en Armstrong, el astronauta que pisó la Luna.
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