SOCIEDAD › LA INVESTIGADORA SILVINA RAMOS ANALIZA LOS CAMBIOS EN LA OPINION DE LA SOCIEDAD

“El aborto ya está en la agenda pública”

Es socióloga del Cedes y monitorea desde hace años la opinión pública respecto del aborto. En esta entrevista, explica el impacto que produjo esta semana el caso del aborto no punible en la ciudad y los cambios que se verifican en distintos actores sociales.

 Por Mariana Carbajal

“El aborto se ha convertido en un tema de la agenda pública en la Argentina, ya está en la agenda, y esto no tiene marcha atrás”, señaló la socióloga e investigadora Silvina Ramos. Desde hace más de una década viene estudiando los cambios en la opinión pública frente al tema. Las repercusiones del caso de la joven violada en una red de trata, que tuvo que llegar hasta la Corte Suprema para que se garantice su derecho a un aborto no punible, puso en evidencia un amplio apoyo social frente a su reclamo. Pero esa apertura que se observa para hablar y discutir sobre la problemática del aborto en los medios no encuentra eco en el Congreso.

Para la especialista, ese freno al debate parlamentario ocurre porque al oficialismo “le falta coraje” para impulsar la discusión. “Y es curioso que les falte coraje cuando se trata de algo que sólo afecta a las mujeres”, observó Ramos, en una entrevista con Página/12.

Está engripada. Pero su compromiso con el tema logra que aún así, acepte conversar con este diario para analizar implicancias del caso que estuvo en la tapa de los diarios a lo largo de la última semana, los factores que contribuyeron a su amplia cobertura mediática y a las consecuencias políticas que podría tener. Ramos es investigadora titular en el Area de Salud, Economía y Sociedad, del Centro de Estado y Sociedad (Cedes), desde 1990. Actualmente es miembro del Comité Asesor de Investigaciones en Salud de la Organización Mundial de la Salud, además de co-coordinadora del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva de Argentina e integrante de la comisión directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

–¿Puede haber “un antes y un después” en relación con el debate del aborto tras el caso del Hospital Ramos Mejía?

–Creo que ha habido algunos otros “antes y después” alrededor de varios episodios similares a éste en los últimos años; pero sin duda, a medida que las arbitrariedades se repiten y la vulneración de derechos reconocidos en nuestro marco normativo se exponen abiertamente en los medios, la sociedad reacciona cada vez con más consistencia, con más compromiso, con mejores argumentaciones a favor del acceso al aborto legal y seguro; sin duda el impacto es cada vez mayor. También pensemos que la situación que nos ha conmocionado en los últimos días es de tal brutalidad, es tan indigna, que si nuestra comunidad no se mostrara dispuesta a apoyar el pedido de interrupción del embarazo de una mujer secuestrada para ser prostituida estaríamos demasiado enfermos, demasiado ciegos para no ver la violencia que significa ese embarazo para esa mujer.

–El caso tuvo amplia cobertura en los medios. ¿Qué factores contribuyeron a que haya tenido tanta repercusión?

–La tendencia a una cada vez mayor apertura y visibilidad es en buena medida, consecuencia del trabajo de hormiga –y también de elefante– que mucha gente viene haciendo para promover un debate honesto sobre el tema, en particular el movimiento de mujeres con la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, pero también los periodistas, los investigadores, las organizaciones de derechos humanos, los artistas, entre muchos otros. El trabajo de organizar eventos, escribir notas en los diarios y revistas, desarrollar argumentaciones legales, producir datos incuestionables, litigar, elaborar amicus curiae, movilizarse en las calles, opinar en los medios, hace a la sociedad partícipe de un debate democrático que le da instrumentos para desarrollar sus puntos de vista. El aborto se ha convertido en un tema de la agenda pública en la Argentina y esto no tiene marcha atrás. Este proceso de participación social, de multiplicación de voces, de una corriente cada vez más amplia de apoyos al cumplimiento de la ley vigente y de debate para la legalización del aborto es realmente fascinante. Y lo es porque muestra que cuando el tema del aborto se saca de la cajita, se lo exhibe como es, se muestra su centralidad para la vida de las mujeres, se sostiene en argumentaciones e información honestas, la mayor parte de la sociedad comprende y acompaña, algunos más militantemente que otros. No por nada, muchas de las campañas pro legalización del aborto en el mundo comenzaron, varias décadas atrás, con la consigna “basta de silencio”. Y lo que las mujeres hacíamos en privado para resguardar nuestra libertad, nuestra vida, nuestra salud y nuestra integridad como agentes morales, se mostraba a los ojos de la sociedad. Siempre creí en la capacidad de discernimiento que las personas tenemos. Podemos estar de acuerdo o no con el aborto, pero eso no quiere decir que no tengamos la capacidad de comprender y de apoyar a quien lo necesita. Y eso le está pasando a nuestra sociedad.

–¿Notó algún cambio en el abordaje que le dieron los periodistas a la temática en relación con otros casos?

–Sin duda hay más conocimiento que antes precisamente porque muchas y muchos se han ocupado de que así sea. Que la gente disponga de información, conocimiento, argumentos no ha sucedido por arte de magia sino por la magia de quienes han estado trabajando en este tema por muchos años. Es el fruto de la perseverancia. Los periodistas son más cuidadosos, menos blanco y negro, más sutiles, mejor informados, y por cierto, más comprometidos con una conversación seria sobre el tema. Ya no hay más un ángel y un demonio, hay mujeres que sufren y que buscan solución a sus problemas, otros/as que las acompañan y están dispuestos a encontrar soluciones duraderas, y unos pocos fanáticos que se exasperan, comenten actos arbitrarios, y siguen mintiendo como lo hacían desde el primer día.

–¿Hay una mayor aceptación por parte de la sociedad a discutir sobre los permisos para abortar?

–Las tendencias de las encuestas de opinión pública en la Argentina hace muchos años que muestran lo mismo: la mayoría está de acuerdo con el acceso al aborto en las situaciones permitidas por el marco normativo (riesgo para la vida, riesgo para la salud y violación de cualquier mujer y de una mujer con sus facultades mentales disminuidas); me refiero a 8 y 9 de cada 10; sin duda una amplísima mayoría. Quizás la diferencia estriba en que ahora la gente dice en público lo que antes respondía en la privacidad de una encuesta anónima. Pero la aceptación de la sociedad argentina de los permisos para abortar es de larga data.

–¿Por qué este cambio en la sociedad y en los medios frente al tema parece no tener eco en los legisladores, que mantienen cajoneado el proyecto de despenalización y legalización del aborto que fue presentado en Diputados con el apoyo de un amplio arco político?

–Yo también me pregunto qué está esperando el Congreso para debatir el tema y sancionar la legalización del aborto en el país. ¿Por qué si hay tantas mujeres y varones en nuestro Congreso que han vivido la experiencia de un aborto propio o cercano no se animan a responsabilizarse por lo que les pasa a otras mujeres y varones que no tienen acceso a un aborto digno como seguramente ellos y ellas han tenido? ¿Por qué si hace un par de años parecía que el oficialismo estaba dispuesto a dar esa batalla con el apoyo de parlamentarios y parlamentarias de otros partidos luego se sumió en la indiferencia más absoluta? ¿Por qué algunos dicen que esa batalla no se libra porque la Presidenta no quiere asumirla? Siempre hay gente que pone excusas por fuera de sus responsabilidades. A mí no me consta que la Presidenta no lo quiera; pero aun cuando ése fuera el caso, ¿qué tiene que ver lo que quiera la Presidenta con la función del Parlamento de ampliar las fronteras del derecho y atender las necesidades de la población y resguardar la pluralidad de ideas de una sociedad democrática? Sin duda el oficialismo tiene un rol para cumplir en esto, aun cuando el tema del aborto cruce las fronteras de todos los partidos. Pero no lo veo con compromiso para ello. Quizás la respuesta más corta a esta pregunta sea que les falta el coraje para hacerlo. Y es curioso que les falte coraje cuando se trata de algo que sólo afecta a las mujeres.

–A pesar de la claridad del mensaje de la Corte Suprema en su fallo del 13 de marzo sobre aborto no punible en caso de violación, al afirmar que no se deben judicializar, sectores ultraconservadores insisten en poner obstáculos para garantizar la práctica en esos casos. ¿Qué se debería hacer para evitar que otra mujer sufra lo que le pasó en estos días a la joven víctima de trata?

–Siempre pensé que el problema no son los sectores ultraconservadores, como tampoco lo es la jerarquía de la Iglesia Católica. El problema es la atención que nuestra clase dirigente les presta o lo que nuestra Justicia está dispuesta a concederles. Creo que el camino se les está estrechando cada vez más. A medida que los jueces y juezas se den cuenta de que no les será gratuito tomar decisiones violando los dictados de la Constitución de la Nación y los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; a medida que los profesionales de la salud se den cuenta que actuar por omisión también puede implicar la violación de un derecho; a medida que la clase política se dé cuenta que no le es gratuito seguir ignorando el tema del aborto en el recinto, todos actuarán con la responsabilidad que sus funciones les confieren. Los mismos que se han ocupado de hacer visible el tema del aborto son quienes también están vigilando a estos actores. Cada cual rendirá cuentas cuando le corresponda. Y así se evitarán casos similares.

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La socióloga Silvina Ramos es asesora de la OMS.
 
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