Viernes, 21 de diciembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › PRISION PERPETUA PARA LOS ACUSADOS EN EL CASO DE LA EFEDRINA
Los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Marcelo y Víctor Schillaci fueron condenados por las muertes de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Binna, descubiertos en General Rodríguez el 13 de agosto de 2008. El hecho desnudó el tráfico de efedrina en el país.
El crimen de los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Binna tuvo ayer su primera sentencia condenatoria, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Marcelo y Víctor Schillaci fueron condenados a prisión perpetua. Los cuatro llegaron a juicio oral acusados de los secuestros y asesinatos agravados “por ensañamiento, alevosía y por la participación de más de dos personas”. Tanto la fiscalía como la querella habían solicitado esa pena por los asesinatos, descubiertos el 13 de agosto de 2008 en una zanja en la localidad bonaerense de General Rodríguez. “La lista de participantes no se agota en los cuatro imputados y (Ibar Esteban) Pérez Corradi”, sostuvieron los jueces, quienes sugirieron que estas personas tenían “algunos importantes contactos con el poder”.
Con un retraso de tres horas, el Tribunal Oral Criminal Nº 2 de Mercedes leyó en su integridad el veredicto por el triple crimen, a más de cuatro años de los sucesos. Desde el principio de la lectura, los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marco Baski describieron a las víctimas como una sociedad “nueva” en los negocios espurios del mundo farmacéutico y asignaron roles: Forza era quien tenía “los contactos y conocimientos”, Ferrón conseguía la efedrina y Binna, por sus contactos con la Aduana, iba a encargarse de sacarla del país hacia México.
Esta sociedad habría hecho tambalear el papel hegemónico de Ibar Esteban Pérez Corradi, ex socio y financista de Forza, quien sería el autor ideológico de los crímenes (ver aparte). “Le hacían sombra”, afirma el fallo. Para ello, contrató a uno de sus cómplices en los negocios: Martín Lanatta, de 38 años, y éste, según determinaron los jueces, buscó apoyo debido a que “Ferrón sabía artes marciales y Forza andaba armado”. Entonces, Lanatta reclutó a su hermano, de 37 años, y a Marcelo Schillaci, de 31, y con tres armas de fuego registradas. Este último también sumó a su hermano, de 37.
Los cruces telefónicos presentados por los fiscales Juan Ignacio Bidone y Marcela Falabella fueron considerados en el fallo como prueba de que Martín Lanatta invitó a las víctimas a una reunión en un shopping de la localidad bonaerense de Sarandí. De allí fueron llevados a la casa de Cristian Lanatta, evitando la autopista para no ser filmados, apuntaron los jueces. Como los calzoncillos de Forza estaban limpios, para el tribunal, los tres empresarios fueron asesinados el 7 de agosto y no el 13, cuando sus cadáveres aparecieron en un descampado de General Rodríguez.
Los cuerpos fueron enfriados para despistar a los investigadores respecto de la hora del asesinato, destacó el fallo, en el que se recuerda que Forza recibió siete disparos “a menos de 50 centímetros”, mientras que sus socios recibieron cuatro y por la espalda. Lo que estaba en juego era “un negocio extraordinario” advirtieron, ya que en 2008 en Estados Unidos el kilo se cotizaba a unos 10 mil dólares, mientras que “en nuestro país no estaba prohibida la venta” y “año tras año ingresaba en mayores cantidad a la Argentina, superando las necesidades”.
Por otra parte, para el tribunal los condenados no actuaron solos y habría probables contactos en la fuerza, ya que Pérez Corradi tenía nexos dentro de la policía. “Hay tramos que aún permanecen en las sombras –admitió el tribunal–, además no todos los testigos estaban decididos a decir lo que sabían, muchos eran imputados por otros delitos.” De hecho, se mencionó el laboratorio allanado en la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz el 17 de julio de 2008. Forza y al parecer también Pérez Corradi “proveían a dos mexicanos (ya detenidos): Rodrigo Pozas Iturbe, del cartel del Golfo, y Jesús Martínez Espinoza, del cartel de Cancún”.
“La investigación no aclaró nada del triple crimen, mis defendidos no fueron apuntados por los testigos del Ministerio Público y toda la prueba obviamente es hipotética”, dijo Omar Daer, defensor de los hermanos Schillaci. Para este letrado, los más de 300 testigos que pasaron por el debate del juicio oral sólo sirvieron para “acreditar la vida y los negocios de Forza”. Por su parte, Roberto Casorla Yalet, representante de los hermanos Lanatta, criticó al tribunal por soslayar que Julio César Posse, ex agente de la SIDE, había estado siguiendo a Forza, antes de que fuera secuestrado.
Al mediodía, mientras aguardaba la lectura, Diego, el hermano de Damián Ferrón, afirmó que la investigación debería incluir a Famerica, “el importador que más traía efedrina a la Argentina” y coincidió con lo que luego dirían los jueces: “No creo que cuatro personas solas hayan podido montar semejante estructura, detrás de ellos hay gente de mucho poder económico, político y fuerzas policiales, como ya se ha demostrado en el debate”.
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