SOCIEDAD

Alfabetización siglo XXI

 Por Adrián Paenza

Es un momento muy particular del país: entiendo que la noticia principal, tapa de todos los diarios del mundo, sea Bergoglio elegido Papa. De acuerdo. Pero el martes 12 de marzo se produjo un acontecimiento que no vivíamos desde hace más de 60 años: se convoca a un acto en la Casa Rosada para que una presidenta y un ministro de un área que nunca existió anuncien que hay un grupo de personas que está pensando el país que se viene. O, por lo menos, un país posible, el que nos gustaría ser.

Sí. Aunque parezca loco, por primera vez desde que yo recuerde, parece como que nos hemos decidido a que “no nos vaya saliendo ‘país’ a medida que lo vayamos viviendo”, sino que hemos decidido “planificarlo”. Una obviedad: planificar el futuro. ¿Qué país queremos ser? ¿Viviremos toda la vida pendientes de la ganadería y del campo?(1) No reniego de nuestros recursos naturales tradicionales: muy por el contrario. Pero teniendo tanto potencial, ¿podemos seguir dependiendo de si sube o no la soja?

Creo que podemos permitirnos ilusionarnos con algo más, pero para eso hacía falta dar un primer paso, un enorme primer paso, y eso fue lo que anunciaron Cristina Kirchner y Lino Barañao: aumentar el presupuesto de Ciencia y Técnica. Llevarlo del 0,65 por ciento del PBI que se invierte ahora al 1,65 por ciento.

¿Tiene noción usted de lo que significa este anuncio? Lo voy a poner en perspectiva: cuando elegimos presidente en 1999, voté a la Alianza porque –entre otras cosas– en la plataforma figuraba que si llegaban a ser gobierno aumentarían el presupuesto de Ciencia y Técnica de un 0,4 por ciento al 1 por ciento. Es decir, dos veces y media la inversión que se hacía hasta el momento. Yo me lo creí.

Cuatro meses después de la elección, Horacio Verbitsky y yo entrevistamos a Dante Caputo, quien había sido designado secretario de Ciencia y Técnica, el equivalente de lo que hoy es Lino Barañao, pero sin el cargo de ministro, con un rango muchísimo más inferior. Siempre creí que querían premiar a Caputo ofreciéndole algo, y como estaban todos los lugares ocupados y quedó libre Ciencia y Técnica, hacia allá fueron. Pero me desvié. Cuando le preguntamos si el aumento se haría por etapas y de dónde se conseguirían los recursos, Caputo me miró fijo y me contestó (sic): “Pero Paenza, usted sabe que esos números son imposibles. Es mucho dinero. Es un número inalcanzable”.

Es decir, tanto yo como todos aquellos que elegimos leer la plataforma de un partido para saber por qué habríamos de votar a unos y no a otros, fuimos virtualmente “estafados”. Peor aún: Caputo lo asumía con total naturalidad, como quien entiende que el arte de la política es engañar a quienes necesitan seducir para conseguir los votos. Una vez conseguido el objetivo, escaparse con el botín sin despeinarse.

Pero vuelvo al presente. Curiosamente, el anuncio reciente involucra –aproximadamente– multiplicar el porcentaje actual otra vez por 2,5 como en la época de la Alianza. Por supuesto, no sé cuál va a ser el futuro de este proyecto, pero si miramos lo que fue pasando en estos últimos nueve años en el país desde que los Kirchner están al frente del Poder Ejecutivo, tengo derecho a decir que me siento muy confiado. Por supuesto, ahora habrá que implementarlo y, sobre todo, financiarlo.

El país, de acuerdo con este plan, apunta hacia algunos objetivos muy concretos y estratégicos, pero yo me quiero detener en uno muy especial: la generación de software. Sígame por acá.

Una nueva definición

Supongamos que se diera este diálogo imaginario entre usted y yo:

–¿Cuál es su definición de la palabra “alfabeto”? –pregunto yo.

–Una persona que saber leer y escribir –contesta usted.

–¿Seguro? –repregunto yo.

–Mmmmm, sí... seguro –sigue usted, pero dudando un poco.

¿Dudaría? Es decir, ¿contestaría usted que una persona se define hoy como alfabeta si sabe leer y escribir? Creo que es fácil detectar que esa definición estaba bien hace 50 años... o 100 años, pero ¿y hoy? ¿Podría afirmar que una persona que solamente sabe leer y escribir es una persona preparada para enfrentar la vida sin dar ventajas como lo estaba hace un siglo? Ciertamente son condiciones necesarias, pero ¿suficientes?

Lea con cuidado los siguientes dos párrafos (que involucran viajar desde la “a” hasta la “z”) y yo la/lo reencuentro más abajo:

“Hoy nuestra sociedad está viviendo una nueva revolución, sólo comparable a hechos históricos como la invención de la imprenta:

a) teléfonos inteligentes,

b) libros electrónicos y lectores/tabletas para de esos libros,

c) comercio electrónico,

d) consolas de videojuegos,

e) centros de procesamiento de datos corporativos “en la nube”,

f) supercomputadoras para cálculos científicos,

g) fotografía digital,

h) edición de imágenes y edición de musical digital,

i) audio y video on line,

j) navegación guiada por GPS,

k) robots que suplantan a los humanos,

l) control de crucero adaptativo en automóviles,

m) sistemas de control en tiempo real en vehículos híbridos,

n) vehículos robotizados,

o) Internet,

p) correos electrónicos (e-mails),

q) motores de búsqueda,

r) redes sociales,

s) imágenes médicas digitales,

t) cirugías asistidas por computadora,

u) análisis de datos a gran escala que permiten la medicina basada en evidencias y la nueva biología,

v) hojas de cálculo y procesadores de texto,

w) revoluciones en control de inventarios, cadenas de producción y logística,

x) códigos de barras creados automáticdamente,

y) traducciones automáticas de lenguaje natural,

z) reconocimiento de voz.

Los que figuran arriba son los ejemplos más visibles.

Ahora, segundo párrafo: “Estos sistemas, herramientas y servicios pertenecen a un dominio muy vasto, que continúa creciendo, conocido bajo la denominación de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Pero estas tecnologías no se limitan a esas aplicaciones y son en gran parte responsables de la revolución de la biología molecular, con impacto en la salud y la alimentación, o de que muchas industrias hayan mejorado sus productos y los han hecho más seguros y eficientes. Por ejemplo en la industria aeronáutica, el Boeing 787, conocido como Dreamliner, 20 por ciento más económico que los jets que lo precedieron, no se podría haber diseñado ni construido sin el concurso del software. Su predecesor, el Boeing 777, fue el primer avión cuya aerodinamia fue simulada completamente por computadora, sin la utilización de túneles de viento, y ha tenido apenas dos accidentes en 17 años de servicio. Las tecnologías de pronósticos meteorológicos descansan fundamentalmente en la potencia de cálculo y la eficiencia de los algoritmos programados para resolverlos”.

Me detengo acá: estos dos párrafos están extractados de un informe que preparó la Fundación Sadosky(2), y que está –en parte– inspirado en un reporte presentado a Obama y miembros del congreso norteamericano(3).

Es obvio que hay muchísimo para debatir porque esto recién empieza, pero propongo de entrada sumarme a lo que está sucediendo en el mundo: ¡hay que enseñar a programar en las escuelas! Sí, a programar. Y cuando digo escuelas, me refiero a las escuelas primarias y secundarias.

La pregunta que yo quiero hacerle a usted (y me la hago a mí también) es: “¿Queremos subirnos al siglo XXI o no?”. El propósito es empezar a discutir los cambios que debería sufrir (o disfrutar, para elegir un término mejor) el sistema educativo. Tal como está, no sólo atrasa, sino que corremos el peligro de quedarnos afuera de la nueva revolución. Y lo peor es que tenemos todas las herramientas para que eso no suceda. Continuará.

(1) Ni siquiera sé si esto es cierto todavía, pero si no lo fuera, siéntase libre de reemplazar donde dice “ganadería”/”campo” por lo que corresponda.

(2) La Fundación Sadosky, tal como ellos se presentan en su página web, “tiene por objetivo promover la articulación entre el sistema científico-tecnológico y la estructura productiva en todo el ámbito de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), a través de distintos programas y proyectos orientados a mejorar la competitividad y hacer llegar los beneficios de las TIC a toda la sociedad”.

(3) Reporte al Presidente y al Congreso de los EE.UU. “Diseñando un Futuro Digital”. Investigación y Desarrollo financiado con fondos federales en Tecnologías de la Información y Comunicación. Consejo Presidencial de Asesores en Ciencia y Tecnología. Diciembre 2010.

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Imagen: Télam
 
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