Martes, 2 de julio de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › CóMO OPTIMIZAR LA PRODUCCIóN DE FIBRA DE GUANACO
Un proyecto aprobado por el Ministerio de Ciencia impulsa un circuito productivo que incorpore a los distintos actores, desde los encerradores hasta los artesanos.
Un proyecto para desarrollar, en la provincia de Río Negro, un circuito productivo de fibra de guanaco que ensambla distintas instancias productivas –encerradores, esquiladores, hilanderas, tejedores y artesanos– que hasta el momento venían trabajando de forma desarticulada, fue aprobado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. La iniciativa, que combina asociaciones privadas e instituciones públicas, se propone, en un lapso de cuatro años, potenciar un mercado regional sin perder de vista el cuidado ambiental y la sustentabilidad ecónomica.
El guanaco es un animal salvaje, de la familia de los camélidos, que habita especialmente en la Patagonia y regiones andinas del sur. Al igual que la llama y la vicuña, su pelo es utilizado para la elaboración de tejidos artesanales.
A través del Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec), dependiente de un organismo de promoción científica y tecnológica dentro del mencionado ministerio, quedó conformado un consorcio público-privado encargado de gestionar y administrar el circuito de producción de fibra de guanaco, del que participan, entre otras instituciones, la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), dos asociaciones de productores, la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de esa provincia y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
“El proyecto se encadena, por un lado, con una historia de trabajo en la zona de la Meseta de Somuncurá, en Río Negro, en donde, desde 2004, se vienen realizando encierros con la ayuda de los paisanos a caballo, y esquilas en silvestría, que duran sólo 48 horas y están bajo el protocolo de protección de fauna silvestre que existe en la provincia. Por otro lado, este proyecto se enlaza con dos asociaciones civiles –Surcos Patagónicos y el Mercado de la Estepa Quimey Piuké– que han organizado, desde 2003, una red de hilanderas, tejedores y artesanos que ofrecen productos textiles y responden a los lineamientos de la economía social. Esto quiere decir que están establecidos en base a las relaciones de confianza, en donde los propios artesanos ponen los precios, en donde no hay fines de lucro sino sustentabilidad y prioridad del trabajo por sobre el capital”, explicó a este diario Patricia Dreidemie, investigadora de la UNRN y una de las impulsoras del proyecto.
“Enlazamos así una serie de trabajos que se hacían de manera desvinculada, sin mucha maquinaria, tecnología ni infraestructura. Esperamos que luego de estos cuatro años, el proyecto pueda seguir solo”, sostuvo Dreidemie. En concreto, las fases que intervienen en el proceso productivo son: el arreo, encierre, esquila y liberación del animal; el descerdado, acondicionamiento y limpieza de la fibra; la fragmentación, pesado, empaque y distribución a hilanderas; el hilado, diseño, tejido y confección de prendas; y, finalmente, su comercialización.
El desarrollo de este nuevo sector productivo, según la investigadora, convertiría la fibra de guanaco en un producto “fino y precioso” debido a su escasez y cualidades distintivas. La Argentina cuenta con el 95 por ciento de guanacos silvestres de la población mundial, concentrados especialmente en la Patagonia.
Para alcanzar la denominada cadena de valor de la fibra de guanaco, la iniciativa busca, también, la revalorización del animal mediante la difusión y la capacitación para el uso sustentable, tanto en el plano ambiental, social y económico, de la especie que, entre otros beneficios, favorece la no desertificación. A su vez, está previsto la incorporación de investigación, tecnología, infraestructura e insumos en las diferentes etapas del proceso. Entre las estrategias particulares para poder desarrollar el proyecto se espera la conformación de un Banco de Fibras que garantice el abastecimiento de hilanderías durante todo el año –con independencia de la temporada de esquila–, de un Fondo Rotatorio Común, que garantice el soporte financiero de las actividades en los primeros años, la realización de encuentros regulares para mantener la comunicación entre las organizaciones integrantes del consorcio, y la promoción del rol de los paisanos como “custodios ambientales” y verdaderos conocedores de las técnicas del arreo. De esta manera, la iniciativa pone en valor, entre otros puntos, los saberes y las técnicas de pueblos originarios locales, con el objetivo de una reafirmación identitaria.
Informe: Nicolás Andrada.
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