SOCIEDAD
El suicidio de un policía
Por Horacio Cecchi
El cabo primero Alberto Castillo fue fotografiado por Página/12 el 17 de setiembre del ‘99, instantes después de que se escuchara el último disparo de la masacre de Villa Ramallo. Corría en sentido contrario al que corría el resto: hacia un patrullero en el que se encontraba el cabo primero Aldo Cabral, luego condenado por integrar la banda que asaltó el banco. Castillo llevaba un bolso igual al que la sobreviviente Flora Lacave describió como el bolso en el que los delincuentes habían guardado armas y un handy, antes de lanzarse a la fuga hacia el más allá. El handy fue utilizado por los asaltantes para comunicarse con la parte policial de la banda. El bolso y el handy jamás aparecieron, lo que empujó al juez Carlos Villafuerte Ruzo a liberar a Castillo y desvincularlo del caso. Hace pocos días, el cabo volvió a ser noticia: se suicidó de un disparo. Según Juan Luciano, defensor de Carlos Martínez (único asaltante sobreviviente), el suicidio resulta sospechoso. Tanto como la orden de trasladar a Martínez de San Nicolás al penal de Ezeiza. Luis Valenga, abogado de la familia de Tito Saldaña (el asaltante suicidado con ayuda en la celda de Ramallo), solicitó que Martínez permaneciera en San Nicolás. Martínez dijo que Saldaña jamás se hubiera suicidado, lo que pone el acento sobre la manito policial. “El plan es trasladarlo al Chaco”, denunció Valenga.