Jueves, 19 de septiembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › PATCH ADAMS PINTO UN MURAL Y DIVIRTIO A LOS INTERNOS DEL HOSPITAL
El creador de la “risoterapia” creó un revuelo en el neuropsiquiátrico: nadie quería perderse el encuentro con el famoso personaje que interpretó Robin Williams en el cine. Las carcajadas, una entrevista de la radio La Colifata y sus definiciones políticas.
Por María Daniela Yaccar
El payamédico más famoso del mundo visitó ayer, por primera vez y por deseo propio, el Hospital Borda. Patch Adams no hizo una pileta de fideos en el neuropsiquiátrico como se ve en la película que protagoniza Robin Williams –y con la que no está muy de acuerdo pues oculta su faceta política–, pero aun así consiguió sonrisas por doquier. El norteamericano llegó en una Hilux gris, y todos se abalanzaron sobre él cual si fuera una estrella de rock. Era una escena fuera de lo común en un hospital. De la camioneta bajó un hombre de 68 años, alto, con el pelo largo, atado, cano, y en parte teñido de azul eléctrico, con una camisa y pantalones estrafalarios (las piernas bien pálidas al aire), zapatos de payaso, una nariz roja en el bolsillo y un chupete colgado en el cuello.
Los alrededores del galpón del Frente de Artistas del Borda (FAB) estaban colmados de gente. Se había intentado que esta jornada –organizada por Vanina Grossi, una discípula de Adams en la Argentina– fuera más bien íntima, para que los internos pudieran disfrutar del personaje y para que él pintara un mural en una pared lateral del galpón. Pero el dato de que él visitaría el Borda se desparramó rápidamente. Muchos visitantes llegaron con cámaras de fotos y celulares para llevarse un momento congelado con el hombre que cuestionó a la medicina, que tiempo atrás fundó un hospital (y luego el Instituto Gesundheit), al que entendió como una universidad de la cultura humana. Y que es el padre de la risoterapia, que critica al capitalismo, a la medicina vertical y a las guerras toda vez que puede.
Cuando bajó de la camioneta, Adams (cuyo nombre real es Hunter Doherty Adams) se calzó un gorro con forma de pato que le quedaba tan bien que parecía una extensión de su cuerpo. Pintó con un rodillo la pared del galpón durante más o menos dos horas, asediado por las cámaras y los comentarios halagadores y tomando algún mate. No pudo con su genio y estampó el rodillo en algunas narices. Al rato, ya tenía todas las manos pintadas de azul. “¡Lo abracé y le dije que quiero que sea mi abuelo!”, se escuchó decir a una joven. Grossi pidió orden varias veces, pero era bastante imposible. De hecho, tuvieron que poner unas cintas de “precaución” para que los presentes no se arrojaran sobre él. Kevin Johansen tocó al frente del galpón del FAB. Más tarde se presentó Palo Pandolfo. Y Babel Orkesta y un grupo de Payamédicos llegados de La Plata se ocuparon de los momentos previos a la llegada del médico. “Están re buenas las payamédicas”, festejaba Cristian Ruggeri, un interno que participa activamente en el FAB.
Que Adams estuviera allí era significativo, además, porque él pasó por la experiencia de estar en un neuropsiquiátrico. “Mi vida empezó en un hospital mental”, contó para la radio La Colifata, entrevistado por María Alejandra. La charla se transmitía en vivo. “Estuve internado tres veces en un año. Luego decidí, en lugar de matarme, hacer una revolución del amor.” “¿Y qué piensa de los colifatos argentinos?”, le preguntó la mujer. “Creo que están afuera de las paredes de este hospital”, contestó el médico, y se ganó aplausos. Alejandra recalcaba su juventud, su carácter seductor y el hecho de que no tuviera una sola carie.
Adams, que no habla castellano, hizo que todos los que sufrían padecimientos mentales levantaran la mano. No sólo lo hicieron los que están internados. Luego pidió que la gente se abrazara. “Es muy barato y no tiene efectos colaterales como las drogas. Un amigo es para siempre”, dijo, e hizo que todo el mundo gritara “yo valgo la pena” y coreara la canción “Imagine”. Por un momento, la entrevista de La Colifata fue una suerte de taller. “El mundo necesita nuestra ayuda, vamos a ayudar mejor si estamos contentos”, remarcó, para luego citar a “Federico” Nietzsche.
“Bueno, yo tengo una pregunta: ¿qué fuerza hace que estemos todos aquí juntos? No es Patch Adams, es algo que ustedes y yo queremos. Quiero un mundo donde nadie sepa lo que la palabra ‘guerra’ significa. El capitalismo controla a la gente, inventando la ansiedad. Freud dijo que, tal vez, la enfermedad mental es una respuesta saludable a una sociedad enferma”, se explayó, en el tramo más político de su discurso. “Entonces tal vez no haya enfermedades, tal vez sea una información. El sistema está lastimando y necesitamos cambiarlo.”
Desde uno de los edificios del Borda que están reparando, los obreros observaban sorprendidos la llegada de tanta gente. Los enfermeros, incluso, salieron al jardín a ver qué pasaba. “Nunca pasó esto”, decía uno de los integrantes del FAB. “Pintamos murales todos los domingos, pero nunca vino alguien a pintar y le sacaron tantas fotos.” La jornada, de la que participaron Voces de los Muros, Internados en las Artes (ambos talleres del FAB) y La Colifata, estaba impulsada por consignas ya clásicas del Frente: la desmanicomialización y el cumplimiento de la Ley Nacional de Salud Mental. La actividad también tuvo el fin de manifestar la oposición al centro cívico que proyecta construir la administración macrista en los terrenos del hospital. Anoche, Adams completaba su visita en la Argentina con una charla en la Universidad Nacional de San Martín.
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