Martes, 24 de junio de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › COMENZó EL SEGUNDO JUICIO A MARTíN RíOS PARA DETERMINAR SI ES IMPUTABLE
La Casación Federal había anulado el fallo que declaró inimputable a Martín Ríos, por la muerte de Alfredo Marcenac en Belgrano. El nuevo juicio debe dirimir sobre si era consciente de los disparos que mataron a Marcenac e hirieron a seis personas.
Vestido con pantalones marrones, buzo negro, barba, semicalvo y entrecano, Martín Ríos, “el tirador de Belgrano”, de 34 años, declaró al inicio del segundo juicio que se le sigue, acusado de haber baleado a Alfredo Marcenac, de 18 años, y de haber provocado heridas a otras seis personas en la avenida Cabildo y José Hernández, en julio de 2006, cuando disparó a mansalva contra la gente con una Bersa .380. Tres años después fue declarado inimputable, absuelto e internado en el instituto neuropsiquiátrico del penal de Ezeiza. Apelada la declaración de inimputabilidad, Casación Federal ordenó en 2010 realizar un nuevo juicio para determinar si es o no imputable. Ayer, al inicio del segundo juicio, Ríos declaró balbuceante sólo sobre su edad, su adicción a las drogas, y sostuvo que trabaja y estudia jardinería en el Hospital Penitenciario de Ezeiza, donde se encuentra alojado. Después de Ríos declararon un médico, que le extendió un certificado para el Renar; una psiquiatra forense, quien certificó un cuadro de esquizofrenia; y dos peritos de la Corte, que consideraron que se trata de una persona psicótico-esquizofrénica.
“Tuve la sensación de que estaba ante una persona a la que le gustaba cazar, pero me daba la impresión de que gozaba matando animales”, dijo el médico Guillermo Mendoza, a quien Ríos visitó en el año 2000 para solicitar que le extendiera un certificado de aptitud para entregar en el Renar. Mendoza dijo que notó algo raro en Ríos, ya que había querido ocultar su domicilio y su número telefónico, y por eso le hizo un pequeño interrogatorio para saber para qué quería un arma. “Tuve la sensación de que estaba ante una persona a la que le gustaba cazar, pero me daba la impresión de que gozaba matando animales”, dijo Mendoza, quien reconoció: “Me asustó”. El médico agregó que, en el certificado, puso que Ríos no presentaba alteraciones al examen físico y de laboratorio, pero recalcó que expresamente dejó aclarado que solicitaba un “test psicológico”, que luego no le hicieron en el Renar. “Yo no le hubiera dejado un revólver a cinco cuadras de distancia. Salgo corriendo”, agregó.
Luego, la psiquiatra forense Celina Lipovevsky, quien atendió a Ríos en 2012, cuando ya estaba en tratamiento en estado de detención, certificó un cuadro de esquizofrenia, y no descartó que tuviera relación con el “consumo de estupefacientes desde muy corta edad”. Otros dos peritos forenses de la Corte sostuvieron que se trataba de una persona psicótico–esquizofrénica.
La audiencia se realizó ante los jueces del TOC 26, Patricia Llerena, Marta Yungano y Eduardo Fernández, en el cuarto piso del edificio tribunalicio ubicado en Paraguay 1536. El juicio se extenderá al menos durante tres días. Casación determinó que se dirimiera sobre la imputabilidad o no del acusado, porque consideró que el hecho en sí ya había sido probado.
Fuera del edificio, en la puerta, el padre de la víctima, Adrián Marcenac, anunció que junto al resto de los familiares y allegados de su hijo decidieron no presenciar el debate y, en cambio, permanecerán en la puerta del edificio, “denunciando ante la ciudadanía la forma en la que procede la Justicia”. “No tenemos ninguna esperanza” de que el resultado sea diferente al de 2009. “Es que nos ha maltratado mucho el sistema.”
El 14 de julio de 2006, ocho días después de que disparara su Bersa en Cabildo, Ríos fue detenido en Munro, denunciado por actitud sospechosa por un vigilador de un predio deportivo. Un patrullero bonaerense lo detuvo tras de un fuerte forcejeo. Llevaba una Bersa .380 y dos cargadores con 25 proyectiles. El arma coincidió con la disparada en Cabildo, con los ataques a una confitería en Crámer y Mendoza, a un colectivo de la línea 67 y a los vagones de una formación del Mitre, cerca de Belgrano R. Ríos vivía con sus padres y una hermana sobre la calle Crámer.
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