Martes, 24 de junio de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Gustavo Sain *
En los últimos tiempos y fogoneada por algunos medios de comunicación, tomó dimensión la palabra bullying –no bowling– como sinónimo de una conducta agresiva de una persona hacia otra en cualquier ámbito. La influencia de Internet en la adopción de nuevas palabras en inglés –selfie en vez de autofoto, stalkeo al chusma o controlador, por ejemplo– hace caer en el error de bastardear algunos términos y asignarles un significado erróneo al que tienen. Si bien la palabra bullying deriva del verbo “bully”, que significa intimidar, amedrentar o atemorizar, se refiere a un tipo de acoso particular que se diferencia de otros tipos de hostigamiento. Remite a un comportamiento agresivo que se da entre niños y adolescentes en forma sistemática durante cierto período en el ámbito escolar. Si bien representa un tipo de acoso realizado por una o varias personas contra otra, el término se refiere a este tipo y no a cualquier conducta de este tipo, como lo puede ser la violencia en el noviazgo, el acoso laboral o el acecho, este último un tipo de intimidación que si bien puede ser persistente en el tiempo, no se relaciona con el ámbito escolar, ya que se realiza persiguiendo a una persona, dañando su propiedad, realizando llamadas telefónicas, etcétera.
El bullying incluye insultos, amenazas, actos de discriminación, divulgación de rumores, comentarios despectivos hacia la persona, exclusión del grupo y violencia física. Existen tres tipos de acoso dentro de este comportamiento: el acoso verbal, diciendo o escribiendo cosas negativas hacia la persona acosada, tales como insultos, burlas, comentarios sexuales inapropiados, xenófobos y racistas, y provocaciones de todo tipo; el acoso social, que consiste en dañar o afectar su reputación en el grupo de pertenencia de la víctima para que no compartan nada con ella, divulgando rumores, falsas acusaciones o realizando bromas delante de ellos, por ejemplo; y por último, el acoso de tipo físico, que consiste en golpear, patear, empujar, tropezar, escupir, pellizcar, romper, esconder o desaparecer las cosas de la persona acosada. Los dos factores que diferencian al bullying de otros tipos de acoso son la repetición y un desequilibrio de poder –real o percibido– entre los involucrados. En este caso, los comportamientos agresivos son constantes y persistentes, mientras que la persona acosadora tiene la sensación de domino o superioridad por sobre la persona acosada.
En este tipo de conductas, tanto la persona que acosa como el acosado son víctimas, por lo que no hay que estigmatizar a los menores llamándolos “acosadores” o “víctimas”. Si bien a veces se relaciona el bullying con el suicidio, en la mayoría de los casos los jóvenes acosados no toman esta decisión. Los efectos que pueden producir en el niño acosado son temor, pérdida de atención, baja participación en clase, bajo rendimiento, ausentismo, abandono escolar, trastornos alimentarios, angustia, depresión y problemas físicos y psicológicos. Los niños o adolescentes acosados son percibidos como diferentes del resto, débiles o incapaces de defenderse, no se relacionan con el resto de sus compañeros y se aíslan del grupo. Las personas que acosan son vistas como agresivas, no se adaptan a las reglas y usan la violencia y su popularidad para ello.
El cyberbullying es el acoso cometido por medio de dispositivos electrónicos –teléfonos celulares, computadoras y tabletas– a través de servicios y aplicaciones de Internet tales como correos electrónicos, chats, foros, blogs, redes sociales, SMS, servicios de mensajería por celular, entre otros. Incluye mensajes agresivos, burlas, rumores, fotos y videos ofensivos. Además de incorporar material multimedia tales como texto, audio y video, el cyberbullying presenta características propias. Uno de ellos es la posibilidad de anonimato, en tanto que Internet permite crear identidades ficticias a partir de la adopción de perfiles falsos. Asimismo, los medios digitales permiten una mayor amplitud del acoso a partir de la variedad de medios para el envío de mensajes agresivos y el público que acceden a ellos. La última característica de la versión virtual del bullying es la permanencia del acoso, en tanto que existe la posibilidad de realizarlo los siete días a las semana las 24 horas del día desde el hogar.
La ausencia de contacto físico es un factor central, ya que el acoso no se realiza cara a cara y se permiten comportamientos más agresivos sin que exista la posibilidad de represalia por parte de la persona acosada. Asimismo, Internet permite una mayor impunidad a partir de la posibilidad de eliminar estos mensajes fácilmente, tanto así como volver a publicarlos rápidamente en otros entornos. Si bien al igual que otras conductas indebidas en Internet, no existen estadísticas sobre este tipo de comportamiento, los medios más comunes de acoso en línea son el envío de cadenas de mails agresivos y humillantes; la publicación de comentarios, fotos y videos despectivos en redes sociales y la creación de páginas web o grupos específicos de Facebook en contra de la persona acosada, de tipo “yo odio a tal persona” o “tal persona es tal cosa”. En Argentina existieron varios casos de cyberbulling denunciados ante la Justicia, donde se ordenó cerrar determinados perfiles de Facebook y páginas web discriminatorias.
* Especialista en cibercrimen y titular del curso de posgrado virtual “Los delitos informáticos en la sociedad de la información” de la Universidad Nacional de Quilmes.
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