SOCIEDAD › EXHIBEN EN UN MUSEO DE NEUQUEN EL EJEMPLAR MAS GRANDE DEL MUNDO
Viaje al reino de los dinosaurios
El Argentinosaurus, hallado en 1989 en Plaza Huincul, puede verse desde ayer en el museo local. Mide 38 metros de largo. Vivió hace cien millones de años y pesaba más de 100 toneladas.
Por Pedro Lipcovich
El animal terrestre más grande que haya existido sobre el planeta tiene, desde ayer, un lugar propio en su tierra natal, la Argentina. Se trata del Argentinosaurus Huinculensis, cuyo esqueleto, de 38 metros de largo por ocho de altura, se exhibe en el Museo de Plaza Huincul, que ayer fue reinaugurado con una sala especial para su conservación. El dinosaurio argentino vivió hace 100 millones de años y pesaba más de cien toneladas. La colección paleontológica de Plaza Huincul incluye también al Megarraptor, un ejemplar notablemente conservado, cuyas uñas de 25 centímetros duplican el tamaño de las de los velocirraptores, anglosajones, de Jurassic Park. Los investigadores ratificaron también que los huevos argentinos son los mejores del mundo: se encontraron en la zona nidadas completas de huevos de dinosaurio, que abarcan 25 kilómetros de extensión y que por primera vez permiten inferir costumbres de estos animales, incluida la condición “abandónica” que, según los científicos, afligía a los dinosauritos de nuestro país. Plaza Huincul apuesta a incluir su dinosaurio incomparable en los circuitos turísticos de San Martín de los Andes y Bariloche.
El esqueleto de casi media cuadra de largo ocupa, en el Museo Carmen Funes de Plaza Huincul –provincia de Neuquén–, la sala principal, que abarca el espacio íntegro de lo que fue una cancha de básquetbol. El animal está en la que fue su posición habitual, cuadrúpeda, y su cuello larguísimo no está vuelto hacia arriba –como en erróneas imágenes tradicionales– sino algo caído: “Esta posición facilitaba que el corazón pudiera bombear la sangre hasta la cabeza”, explicó el paleontólogo Rodolfo Coria, director del museo. El Argentinosaurus pesaba unas cien toneladas (un elefante pesa cinco). “Sin embargo, era relativamente liviano para su tamaño: sus vértebras eran huecas”. Y era herbívoro; “Comía varias toneladas por día”. Se estima que vivía más de cien años. Estos dinosaurios eran gregarios, andaban en manada; sólo tenían enemigos naturales cuando eran muy pequeños o muy viejos: entonces podían ser presa de carnívoros como el Gigantosaurio, de 13 metros de largo, que también es huésped del Museo de Plaza Huincul.
Como en todos los museos, el esqueleto completo a la vista es una reconstrucción, en resina poliéster y fibra de vidrio, efectuada en este caso a partir de tan sólo 13 huesos. Generalmente, las piezas originales permanecen en sitios que los museos reservan a los investigadores, pero el Argentinosaurus era demasiado para eso: “Como los huesos son tan grandes, los científicos no hubieran podido manipularlos en un espacio reducido y por eso decidimos ubicarlos también en la sala de exposición”, lo cual permite que también el público pueda apreciarlos.
El Argentinosaurus se extinguió hace poco menos de cien millones de años, mucho antes del meteorito que, hace 65 millones, no dejó dinosaurio sano. Nuestro animalito no duró más de cinco millones, “que es lo que suelen durar las especies animales, antes de que cambien las condiciones ambientales que les permitieron prosperar”, advirtió Coria.
También está en Neuquén la mayor nidada fósil de huevos de dinosaurio del mundo: fue localizada en Aucamahuida, a 200 kilómetros de Cutral-Có. Los huevos pertenecen al género Titanosaurio y su estudio en el Museo de Plaza Huincul permitió por primera vez examinar embriones de dinosaurio, los únicos en el planeta cuyo estado de conservación permite incluso observar, al microscopio, las granulaciones de su piel. Hubo una controversia entre investigadores de Estados Unidos, quienes sostenían que los dinosaurios aprovechaban depresiones naturales del terreno para anidar, y los estudiosos argentinos, para quienes los animales mismos excavaban los nidos. Como siempre, ganó la Argentina: “La discusión seresolvió cuando encontramos nidos íntegramente preservados”, explicó Alberto Garrido, a cargo del sector de geología del museo.
Cada nidada tenía hasta 30 huevos, que se incubaban al sol. “Posiblemente los dinosaurios echaban encima ramitas u hojas que, al descomponerse, generaban calor.” En todo caso, no se ocupaban de las crías. “Eran animales abandónicos: depositaban los huevos y no se ocupaban más de ellos –señaló Coria–; podemos afirmarlo con certeza, porque encontramos las nidadas sin pisoteo alrededor, y esta es la única prueba obtenida hasta ahora en el mundo.” Además, “hemos encontrado pruebas de estrés embrionario –anunció el paleontólogo–: los dientes muestran desgaste, lo cual es prueba de que rechinaban dentro del huevo; esto posiblemente tenía una función adaptativa, si es que ese desgaste les permitía comer desde el nacimiento”. Los huevos tienen 12 a 15 centímetros de diámetro. Las nidadas encontradas abarcan una extensión de 25 kilómetros y se sabe que el desove era simultáneo: miles de dinosaurias en aquella pradera.
En el área del museo reservada para investigadores, acechan los dinosaurios malos: el Araucanorraptor Argentinyus y el Megarraptor Namunhuaiquii. Vivieron hace unos 80 millones de años. Estos sí andaban en dos patas como los velocirraptores de Spielberg pero su aspecto era aún más temible: se conserva una de sus uñas, curva, de 25 centímetros de largo, cuyo borde interno, el de decapitar, era afilado como una hoz. Claro está que eran carnívoros, tenían hasta nueve metros de estatura y “deben haber sido terriblemente mortíferos”, se estremeció Garrido.
Y no sólo dinosaurios: en la Argentina, hace 40 millones de años ya se mamaba, como lo prueba, el Astrapotherio, mamífero cuyas quijadas provistas de molares de siete centímetros de ancho puede apreciarse en Plaza Huincul: “Era parecido al hipopótamo actual –explicó Garrido–: en esa época, la actual Patagonia era selvática; antes, en el tiempo de los dinosaurios, era una región parcialmente arbolada, con grandes praderas, parecidas a las actuales sabanas africanas”. Antes todavía, la actual Neuquén era mar, un golfo del Pacífico, y los fósiles de ese tiempo pueden encontrarse en la zona de Zapala.