Miércoles, 1 de junio de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › A DOS DíAS DEL NIUNAMENOS, JORGE TADDEI CUENTA CóMO TRABAJA COTIDIANAMENTE CONTRA EL MACHISMO
Luego de que la Justicia condenara al femicida de su hija, Wanda Taddei, se dedicó a sensibilizar sobre la necesidad de combatir el machismo y lograr una sociedad igualitaria. Aquí explica por qué apuesta al cambio cultural en las nuevas generaciones.
Hace pocos días cambió su foto del perfil de Whatsapp. Ahora se lo ve con un cartel que invita a la marcha del viernes y que dice “#Volvemos a gritar #Ni una menos”. Desde el femicidio de su hija Wanda, quemada por su esposo y ex baterista de la banda Callejeros seis años atrás, Jorge Taddei se convirtió en un activista fundamental contra la violencia de género. A los 74 años, este hombre campechano y de barrio, recorre el país en zapatillas y jogging, sin formalismos, junto a su esposa Beatriz, para concientizar sobre el problema con un discurso feminista, desde donde advierte que el camino para combatir la violencia machista es “la educación en igualdad de las nuevas generaciones”. Va a escuelas, sociedades de fomento, universidades, municipios. Donde lo inviten. “Estamos avanzando. Los hombres están tomando partido cada vez más. De todas maneras, se verá reflejado en el tiempo. Necesitamos un cambio cultural que no se logra de un día para el otro. Vivimos en una sociedad machista. El hombre acumuló capital y se impuso y relegó siempre a la mujer. Hay que cambiar ese paradigma”, dice, convencido.
Su empuje lo llevó a crear el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei, desde donde están formando “acompañantes” –una figura prevista en la Ley 26.485–, personas que actúan de sostén de las mujeres que denuncian en la justicia a su pareja o ex, acompañándolas en el recorrido, que suele ser tortuoso, por los tribunales. Jorge celebra la designación de Fabiana Túñez al frente del Consejo Nacional de las Mujeres. “Para mí fue muy positivo su nombramiento pero no va a ser fácil llevar adelante su tarea por la situación política que hay”, opina.
De la realización de la primera marcha contra los femicidios, se enteró estando en Italia de paseo con Beatriz y decidieron adelantar 24 días el regreso para poder estar en la multitudinaria concentración que se hizo frente al Congreso un año atrás. “No podíamos no estar”, dice, tomando unos mates en su casa del barrio de Mataderos, donde viven “de toda la vida”. Este viernes no sabe si va a poder estar en la convocatoria, aunque la apoya, porque está con algunos dolores de cadera, que le impiden estar mucho tiempo de pie. Beatriz, sí, dirá “presente”. Pero a pesar de esas “nanas”, el sábado Jorge fue con Beatriz y participó en un panel organizado por una “compañera” que tiene un refugio para víctimas de violencia machista, una guardería y un comedor para chicos, en la localidad de Lisandro Olmos, partido de La Plata. Jorge habla y despierta la atención del público. Tal vez porque es varón, con pinta de abuelo, y habla de los derechos de las mujeres, de la necesidad de implementar la Ley 26.485 contra la violencia hacia las mujeres, y de que llegue la educación sexual integral a las aulas de todo el país. “Hay que luchar hoy para que se eduque en la igualdad”, afirma. “Vázquez (Eduardo, el femicida de su hija y ex yerno) es un efecto, no la causa. Vázquez se crió en una sociedad machista. Los golpeadores no nacen, se hacen”, dice Jorge. “Los que piden pena de muerte hablan por boca de ganso. No entienden nada. Vamos a poder bajar las estadísticas de femicidios en diez años, en un largo plazo, no mañana. Lo vamos a lograr cuando tengamos una sociedad igualitaria. Luchamos para que se mejoren los programas que asisten a las víctimas, para que se implemente la Ley 26.485, para que haya más refugios para mujeres golpeadas, más presupuesto, pero si no llegamos a los barrios, a las escuelas, no vamos a lograr el cambio. Todo lo que consiguió la mujer en el siglo XX, le costó años de lucha porque la sociedad la discrimina y esa es la causa de la violencia de género”, dice Jorge.
Wanda era la segunda hija del matrimonio. “La buscamos doce años”, recuerda Jorge, con emoción. Ahora le quedan el mayor de sus hijos, y la menor. Dice que a Wanda la recuerda con enojo. “La puteo, porque Wanda pensó que lo iba a poder cambiar a Vázquez, que iba a dejar de ser violento. ¿Cómo se pudo equivocar tanto?, pienso, y me da mucha bronca. Ella que la había ayudado a su hermana menor a separarse en una relación mucho menos conflictiva que la que tenía ella”, se lamenta. Jorge tuvo que ponerse la causa judicial al hombro para desarmar la versión del ex baterista de Callejeros de que la joven había resultado quemada como consecuencia de un accidente casero. Wanda nunca pudo dar su versión de los hechos porque fue sometida a un coma farmacológico para poder soportar el dolor causado por las quemaduras que le afectaron el 60 por ciento de su cuerpo, y, tras una agonía de 11 días, falleció el 21 de febrero de 2010. Finalmente, Vázquez fue condenado a prisión perpetua por el femicidio de su esposa. “Cada mujer que cae por la violencia machista es un golpe muy jodido para mí”, dice Jorge.
Cuenta que siempre fue “un tipo con inquietudes sociales”, peronista, con mucha influencia de la izquierda. “A los 16 años, yo vivía en el Barrio Jabonero, de Lomas del Mirador, y luchamos para conseguir la luz. Entré a trabajar a la fábrica de Jabón Federal y a los 17 años estuve en la comisión interna. Fui de los rebeldes”, recuerda. Después aprendió el oficio de carpintero. “Soy ebanista y trabajé en la compañía sueca Nordiska. En la época del ‘Turco’ (por el ex presidente Menem) fui a la Quinta de Olivos a reparar los muebles Nordiska que había comprado el Estado para el general Perón. Con mis manos hice el camarote del Jefe de Científicos y el casino de científicos del rompehielos Almirante Irízar, que después se prendió fuego”, recuerda.
–¿Qué le cambió el femicidio de su hija?
–Hoy mi militancia pasa por esto. Antes era un tipo muy duro. El que no pensaba como yo para mí era un pelotudo. Me di cuenta de que estaba equivocado. Con este tema, por ejemplo, tengo una postura muy transversal, abierta.
Se sonríe cuando se le pregunta por sus nietos, los hijos de Wanda, que ya tienen 14 y 12 años, y que son criados por su papá –del cual Wanda estaba separada– y la pareja de él, que es “su mamá del corazón”, destaca Jorge, con mucho cariño.
El próximo sábado, Jorge y Beatriz irán a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora: ese día le pondrán a un aula el nombre de su hija, la que ya no está.
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