SOCIEDAD › EL DUEÑO DE UNA CARPINTERIA Y UNA EMPLEADA
Doble crimen a martillazos
Los cuerpos de dos supuestos amantes asesinados quedaron tirados en los descansos de una escalera donde alguien les molió la cabeza a martillazos. Así surge de la investigación que comenzó el miércoles a la noche el fiscal Héctor Scebba, a partir de la denuncia de algunos vecinos que entre las 20.30 y las 21 escucharon gritos. Los alaridos salían de la carpintería en la esquina de Nuestra Señora del Rosario y Rodríguez Peña de Villa Lynch. Pero nadie vio entrar o salir a el o los asesinos: lo cierto es que tanto el dueño del comercio como su empleada, con quien habría tenido una relación amorosa, fueron muertos a golpes.
Hasta ayer no se conocía el resultado de las pericias, pero fuentes judiciales le dijeron a Página/12 que no se produjeron disparos en el local. Tampoco apareció el objeto con que los golpearon, aunque las marcas y la pérdida de masa encefálica de la mujer indican que se habría utilizado un martillo o una herramienta similar. Los investigadores averiguaban ayer sobre las situaciones afectivas de las víctimas: el hombre, Alfredo De Dova, de 55 años, estaba casado con una mujer que por una enfermedad estaría postrada, imposibilitada de moverse. La mujer, Graciela Calvo, de 51, permanecía casada, pero hacía un tiempo que se había separado de su pareja, y vivía sola.
A las víctimas se las encontró en dos descansos diferentes de una escalera que llevaba a una especie de “nido de amor” en un altillo. Allí la policía halló un desorden poco habitual, “como si alguien hubiera querido destruir a propósito lo que había en el lugar”. Lo extraño para los pesquisas es que en principio no se les robó nada de valor: en la oficina había varias computadoras que quedaron intactas.