EL PAíS
La hora de cambiar de discurso y de dosificar las buenas ondas
Duhalde decidió cambiar su estrategia de discurso e imagen. Prescindirá del brasileño Santana. Tratará de limitar sus promesas y compartir la exposición pública con su propia tropa.
Por Diego Schurman
Ante la inminente puesta en marcha del plan de ajuste exigido por el FMI, Eduardo Duhalde decidió dar un golpe de timón en su estrategia de imagen y discurso, que ya tuvo su primera víctima: el publicista brasileño Joao Santana. De ahora en más, el Presidente no vaticinará una “fiesta” para el 9 de Julio –fecha en la que imaginó la salida de la recesión– ni se propondrá otras metas inalcanzables. Su mensaje esperanzador tendrá mayor viso de realidad: pondrá el acento en las propuestas oficiales de contención social y en la necesidad de avanzar hacia un esquema productivo.
El giro decidido en los últimos días en le Casa Rosada fue acompañado de una renovación de “estrategas”. El flamante equipo que diseñará los discursos de Duhalde será coordinado por Aníbal Fernández. El secretario general de la Presidencia asumirá el papel que hasta hace algunos días le pertenecía exclusivamente a Luis Verdi.
Verdi, el histórico speechwriter del duhaldismo, fue quien pergeñó el discurso del Presidente en la Asamblea Legislativa, del cual la gente –para su desgracia– sólo recuerda un tramo: aquel donde Duhalde prometió devolver en dólares los depósitos realizados en esa misma moneda.
El bonaerense también fue el nexo entre el mandatario y la agencia de publicidad de Eduardo “Duda” Mendonça, corporizada en la Argentina en el politólogo Santana, quien se ocupó del marketing de Duhalde durante la campaña presidencial de 1999.
Con Fernández a la cabeza, se intenta garantizar un cambio el perfil, aunque esto no significará el desplazamiento de Verdi ni tampoco del vocero Eduardo Amadeo, quienes seguirán aportando letra al Presidente.
El nuevo objetivo: apuntalar la respuesta que ofrecerá el Gobierno ante una nueva etapa, seguramente marcada por las tensiones sociales como consecuencia del ajuste comprometido ante el FMI. No por nada se pondrá énfasis en el subsidio para jefes y jefas de familia que Hilda “Chiche” Duhalde pretende llevar en pocos días a un millón y medio de familias.
Fernández no es un improvisado. Tuvo su experiencia como ghost writer (escritor fantasma) durante la última etapa de Duhalde como gobernador de la provincia de Buenos Aires. El funcionario también le diseñaba los briefing (resúmenes) en las giras por las distintas localidades del distrito.
“Frente a este alto grado de disgregación nacional se tiene que trabajar fuerte desde el discurso”, explicaron a Página/12 integrantes del flamante equipo de estrategia. En otras palabras, intentarán remarcar que Duhalde llegó al Gobierno por cómo está el país y no que el país está así porque Duhalde llegó al Gobierno.
En la Casa Rosada preocupa la fuerte exposición del Presidente, que muchas veces lo hace incurrir en contradicciones. Entre ellas cuando aseguró que los combustibles no aumentarían, horas después se produjeron los incrementos.
Ningún presidente que se precie puede ser desesperanzador (y por ello ayer anunció que se está a un “tris de salir” de la crisis). Pero cuando se suceden las contradicciones los discursos se vacían de contenido. Por eso muchos consideran que debería haber mayor presencia del gabinete a la hora de defender las políticas. De última, siempre son “fusibles” susceptibles de cambios. Fernández y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, tomaron la posta en esta semana.
No por casualidad el ciclo “charlando con el Presidente”, que ponía a Duhalde tres veces por semana frente a los micrófonos de la Radio Nacional, dejó el aire esta semana. Fue en ese espacio, creado por sugerencia de Santana, donde el Presidente prometió una fiesta para el 9 de Julio. En diálogo con periodistas, ayer terminó dando pistas sobre el nuevo discurso al corregir la expresión: aclaró que para esa fecha simplemente auguraba un freno al proceso recesivo. La palabra “fiesta”quedó archivada. Recordó que está asociada a un pequeño sector que se enriqueció rápida e impúdicamente con las políticas implementadas en la última década.