SOCIEDAD › NANCY REAGAN CONTRA LA POLITICA CIENTIFICA DE BUSH
Polémica por las células madre
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
“Ronnie está en un lugar distante al que yo no puedo llegar para compartir los 52 años que llevamos juntos. Por eso, estoy decidida a hacer lo posible para salvar a otras familias de este dolor.” Así habló Nancy Reagan de su marido, el ex presidente Ronald Reagan, enfermo de Alzheimer y apartado por completo de la vida pública, cuando unió su voz a las de celebridades como Harrison Ford, Calista Flockhart, Dustin Hoffman, James Taylor y muchos otros reunidos en Beverly Hills (Los Angeles) para presionar a favor de que se permitan las investigaciones con células madre embrionarias. Las opiniones de Nancy Reagan, que chocan con las de la administración Bush, ya se conocían, pero es la primera vez que la ex primera dama sale del armario político para expresarlas en público.
“Es importante que alguien como Nancy Reagan supere fronteras políticas o ideológicas y hable de esta forma en algo que cree puede ayudar mucho a la gente”, valoró el actor Michael Fox, que tiene un interés también personal en la campaña porque sufre de Mal de Parkinson. Las células madre embrionarias tienen la capacidad potencial de convertirse en cualquier célula del organismo y pueden abrir nuevos campos de la medicina. Además de las posibilidades que abren para curar el Alzheimer, el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas, también se investiga su aplicación en enfermedades como la diabetes o las lesiones de columna.
Después de prometer en campaña –en atención a sus bases más conservadoras y a los grupos antiaborto– que no apoyaría la investigación con células embrionarias, George W. Bush anunció en agosto de 2001 la decisión de financiar con fondos federales la investigación con células madre procedentes de embriones humanos, pero la limitó a las líneas celulares existentes en aquel momento.
Aunque el presidente estudió la posibilidad de financiar los ensayos sobre células embrionarias procedentes de los embriones desechados por las clínicas de fertilidad –se calcula que en EE.UU. hay unos 100.000–, finalmente prefirió no dar ese paso. También en agosto de 2001, y a petición de Bush –que ha dicho que es necesario resolver asuntos fundamentales sobre dónde empieza la vida y acaba la ciencia–, la Cámara de Representantes aprobó una ley que prohíbe la clonación humana, tanto con fines reproductivos como para investigaciones científicas, por 265 votos a favor y 162 en contra. Una votación en el Congreso desestimó la posibilidad de permitir la clonación de células humanas sólo con fines científicos.
Ahora, Nancy Reagan, a años luz de sus tiempos dorados de poder y extravagancias en la Casa Blanca, ha descubierto personalmente que la investigación científica no puede depender de las orientaciones políticas de un gobierno: “La ciencia nos ofrece una esperanza llamada investigación con células madre, que puede proporcionar a los científicos muchas de las respuestas que durante tanto tiempo han estado fuera de nuestro alcance. No sé cómo podemos darle la espalda a algo como esto”, dijo, para añadir a continuación: “Hemos perdido ya mucho tiempo; no puedo soportar que se pierda más”.
En los últimos años, la comunidad científica estadounidense ha presionado para superar el carácter estricto de la legislación, a la que atribuye, además, fugas de cerebros. La política oficial ha permanecido inalterada, y por eso se produce esta ofensiva a la que Nancy Reagan prestó su voz. En abril, 200 congresistas, republicanos y demócratas, escribieron a la Casa Blanca para pedir a Bush que se suavicen las restricciones sobre el uso de células madre embrionarias en la investigación médica. Y en el acto organizado por la Fundación de Investigación de la Diabetes Juvenil, se leyeron adhesiones a la labor de Nancy Reagan firmadas por tres ex presidentes: el republicano Gerald Ford y los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.