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Las cámaras siguieron sus pasos durante todo el día. Más de 1200 cronistas, fotógrafos y camarógrafos de 33 países montaron una suerte de campamento en torno del tribunal de Santa María, en California, para esperar el veredicto. A la una de la tarde, Michael Jackson abandonó su casa, Neverland, para trasladarse hasta la corte, donde un jurado de doce personas culminaba su séptimo día de deliberaciones. Media hora después, con el astro del pop sentado en su butaca, el presidente del tribunal leyó la sentencia casi inesperada: Michael Jackson fue declarado inocente en el juicio por presunto abuso sexual a un niño de 13 años. El juicio llevaba casi cinco meses. La decisión fue celebrada por sus fans, que lo esperaban afuera de la corte.
Los congregados alrededor del tribunal de Santa María no sólo eran reporteros de decenas de países. Junto a ellos se entremezclaron los rezos de grupos de fanáticos que lo apoyan con personas convencidas de los cargos por pedofilia. Se los veía antes del veredicto. Eran predicadores con biblias y crucifijos que exigían que el cantante fuera encarcelado o hasta ejecutado. Con las cruces pedían arrepentimiento entre los seguidores de Jackson.
El músico llegó al día de la sentencia con una suma de diez cargos de un niño de 15 años, que tenía 13 al momento de los supuestos hechos. El adolescente lo acusó de presunto abuso sexual, de haberle dado alcohol y de retener a su familia en contra de su voluntad para grabar un video laudatorio con el fin de contrarrestar la mala fama ganada por las sospechas de pedofilia. Todas las acusaciones eran de abril de 2003, aunque se referían a incidentes ocurridos en el período de febrero a marzo de ese año. Michael Jackson siempre se había declarado inocente de todos los cargos.
Hasta la hora de la sentencia, todo hacía suponer que las deliberaciones del jurado se prolongarían durante una semana más. Así lo sostenían expertos en asuntos judiciales consultados por la prensa norteamericana. Las indicaciones que el juez Rodney Miller le había impartido al jurado compuesto por ocho mujeres y cuatro hombres resultaban complejas hasta para los abogados: “Las 98 páginas en chino legal exigen de ellos un tremendo esfuerzo intelectual”, dijo la profesora de Derecho Laurie Levenson al periódico The New York Times.
Pero la sentencia finalmente se conoció media hora después de la una de la tarde, seis y media en Argentina. “Señor Jackson –dijo el juez Rodney Melville–, queda exonerado del pago de fianza, usted está libre.” Un asistente del abogado de Jackson, Thomas Mesereau, explotó en expresiones de júbilo ante la corte, que segundos antes estaba tensa y en silencio. El veredicto libró a Jackson de una condena posible de hasta 20 años de cárcel.
En la sala estaban los famosos hermanos de Jackson, Tito, Randy y La Toya. Cuando oyeron el veredicto, tomaron la mano de su madre, Katherine. El jurado aseguró que estudió cuidadosamente la evidencia y que tenían confianza en que su decisión era la correcta. “Nosotros, los jurados –dijeron–, estudiamos completa y meticulosamente los testimonios y la evidencia presentada.” En la declaración leída fuera de la corte, tras la absolución, agregaron que “llegamos a un veredicto con certeza”.
El juez Rodney Melville, por su parte, les dio entonces una última indicación: les advirtió que no podrán hablar con otra gente –incluyendo la prensa– sobre el caso, hasta dentro de un año y medio, cuando caduque la orden de silencio.
El análisis del fallo hecho por los especialistas señalaba el triunfo de la estrategia de la defensa de Jackson. Estuvo claro que los abogados del cantante lograron imponer la teoría de que todo el caso se basó en mentiras de una familia de estafadores que intentaba sacarle dinero a su cliente. Una hipótesis absolutamente opuesta a la de la fiscalía, que hasta ahora alegó que el músico se había valido de su fama para llevar al adolescente y a otros menores a su hacienda Neverland e inducirlos a tener sexo dándoles alcohol y exponiéndolos a pornografía.
Fuera de ello, Jackson disfrutó. Minutos después de la lectura del veredicto, con sus 46 años, abandonó tranquilamente el tribunal. Salió del edificio con su familia, que presenció los gritos de cientos de fanáticos extasiados.