SOCIEDAD › ABSUELVEN A UNA CHICA ACUSADA
DE MATAR A SU HIJA RECIEN NACIDA

Como Romina Tejerina, pero al revés

Para el tribunal, la chica no tuvo conciencia de los hechos y actuó en estado de shock, bajo la presión familiar. Estuvo dos años presa.

 Por Andrea Ferrari

Rita no recuerda el momento en que nació su bebé. Ni tampoco tiene registro alguno de haber estado embarazada. El caso de esta chica de 21 años acusada por el homicidio de su hija recién nacida es la extraña historia de una familia entera capaz de negar un embarazo. Rita Cerrudo estuvo dos años en la cárcel después de que el cuerpo de la beba apareciera en la calle y su propio padre llamara a la policía sin saber que se trataba de su nieta. Pero su historia es la contracara de la de Romina Tejerina, recientemente condenada a 14 años de prisión por la muerte de su bebé. En el caso de Rita, la Sala Segunda del Crimen de Paraná hizo lugar ayer al pedido del fiscal José María Chemez y la absolvió, por considerar que no tuvo conciencia de los hechos: según las pericias practicadas actuó en estado de shock y bajo la presión de su familia. “Si te quedás embarazada, me tiro al río”, era la frase que solía repetir su madre, la misma mujer que a lo largo de nueve meses no se dio cuenta de que la panza de su hija crecía inexorablemente.
Fue el 10 de julio de 2003. La beba de Rita nació en el baño, sin que nadie en la casa se enterara. Luego el cuerpo fue arrojado por la ventana, con “ocho puñaladas punzocortantes”, según establecieron las pericias.
¿Pero cómo llegaron las cosas hasta ese punto? “Ella sacó el embarazo de su conciencia –contó a Página/12 Diana Dappen, la defensora de Rita–. Así lo explicó una de las psicólogas que declaró en la causa: no registraba su maternidad, ni sentía los cambios en su cuerpo.”
El embarazo había sido producto de la relación de Rita con su novio José Luis. Ella tenía entonces 19 años y él 17. Miembro de una familia de clase media, Rita había terminado el secundario y tenía idea de seguir estudiando. “La familia fue descripta por los psicólogos como endogámica, cerrada en sí misma –explica Dappen–, ejercía un absoluto control sobre todo lo que hacía Rita: sus salidas, sus amistades.” Sabían del noviazgo de ella, “aunque presumo que no sabrían que tenían relaciones íntimas –agrega la defensora–, ya que la madre le había dicho: ‘Si te quedás embarazada, me tiro al río’”.
Rita tuvo conciencia de que tenía un atraso. “Se lo contó al novio, que le dijo que no era posible que estuviera embarazada. Y ella aceptó sin cuestionamientos lo que dijo él; ésa era una característica de su personalidad, muy dependiente de lo que decían los demás –explica Dappen–. A partir de entonces no hay embarazo sino simplemente un atraso. Un atraso de nueve meses.”
El fiscal Chemez dio cuenta de esa situación en su alegato, en que pidió la absolución de Rita. Los estudios psiquiátricos realizados demostraron, dijo, que Rita “atravesó una situación de enajenación y negación de la existencia de ese hijo” y que no tuvo noción de sus actos, “ya que no ocultó el cuerpo y no tiene registros en su conciencia del embarazo y del crimen”. A su vez el psiquiatra forense sostuvo que actualmente “sufre una amnesia disociativa, porque no recuerda el embarazo, no siente culpa y no tiene memoria del episodio pero sí le angustia el tema”.
Nadie se enteró exactamente a qué hora se produjo el nacimiento ese 10 de julio. Sólo se sabe que, tras apuñalar a la beba, Rita arrojó el cuerpo por la ventana de su dormitorio, en la planta baja de la casa del barrio Rocamora, de Paraná. A la calle, a la vista de cualquiera. “Eso da cuenta de su estado de inconciencia –sostiene la defensora–, ya que el bebé quedó al descubierto; si hubiera sido algo planeado no lo hubiera hecho así.”
A la mañana siguiente el padre de Rita abrió la ventana y se encontró con esa macabra imagen. Llamó entonces a la policía, sin sospechar que el secreto se escondía en su propia familia. “En un principio la policía lo investigó como un hecho de afuera –dice Dappen–, pero luego empezaron abuscar entre la gente cercana y pidieron examinar a las hijas. En el caso de Rita vieron la panza, el estado de las mamas y le hicieron una ecografía que mostró la realidad.” Del hospital fue conducida a la cárcel, donde se quedó dos años, acusada de homicidio agravado por el vínculo, un delito que se castiga con prisión perpetua.
Tal vez lo más difícil de entender en este caso sea la forma en que la familia en su totalidad negó el embarazo de Rita. “Los vecinos lo sabían –sostiene la defensora–, le habían notado la panza. Pero la mamá dice que nunca sospecharon “porque como ella es gordita no se le notaba”. Es una explicación que deja mucho que desear. Los psicólogos dijeron que la negación del embarazo fue un fenómeno familiar completo, los incluyó a todos.”
El fiscal fue explícito: “En base a los informes, esta familia está enferma y necesita un tratamiento para superar ese inconveniente –dijo–, ya que las amenazas de la madre de quitarse la vida si la joven quedaba embarazada fueron un acto importante en el desenlace fatal.”
Ayer al mediodía, el tribunal compuesto por Raúl Herzovich, Teresita Nazar y Jorge García absolvió a Rita y ordenó que tanto ella como su familia reciban tratamiento psicológico.
Y tras dos años de encierro, Rita salió de la cárcel. “De acuerdo con lo que hemos conversado con la psicóloga, la experiencia en la cárcel no fue mala para ella, ya que mientras estuvo dentro de su entorno familiar toda su vida estaba desdibujada, no era un sujeto. Tras lo que pasó, ella se ubica como persona en el mundo”, sostiene la defensora.
Dicen que durante el juicio se mantuvo siempre mirando hacia el piso, con expresión triste. “Recién hoy, cuando llegaba a la casa, la vi sonreír. Por primera vez desde que la conozco. Y pensé que tiene unos dientes hermosos.”

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Rita no tuvo conciencia de su embarazo y su familia, con la que convivía, no se dio por enterada.
 
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