SOCIEDAD › AL COMISARIO BEAUVAIS SE LO LLEVARON DE SU PROPIA CASA
Secuestro con llave en mano
Según los últimos datos de la causa, la pareja del policía habría entregado la llave a los dos hombres que lo secuestraron. Lo esperaron en el garaje y lo llevaron al lugar de cautiverio.
Por Raúl Kollmann
Los investigadores judiciales y policiales tienen casi comprobado que al comisario Oscar Beauvais lo secuestraron en su propia casa, en Ramos Mejía. Según esos investigadores, su pareja, Liliana Acosta –la joven paraguaya ahora detenida– les habría entregado la llave del garaje a Javier Ascona y René Saravia, el primero de ellos supuestamente relacionado sentimentalmente con ella. Los dos habrían subido al comisario a su propio auto para llevarlo hasta la zona sur del conurbano, donde abandonaron el vehículo y lo trasladaron en otro hasta la vivienda de Villa Catalina, Lomas de Zamora, donde lo tuvieron cuatro días, le sacaron la clave de una caja de seguridad y lo asesinaron. Los investigadores evalúan si en el hecho hubo participación de la madre de Acosta y de una pareja de ésta. En la causa hay otros cuatro detenidos.
La pesquisa por el caso Beauvais tomó un ritmo vertiginoso: en los últimos cinco días el fiscal Guillermo Morlacchi y los hombres de la Bonaerense dicen haber avanzado numerosos casilleros. Como había anticipado Página/12 en exclusiva al día siguiente del crimen, Acosta estaba en el centro de las sospechas. Su detención se produjo el viernes.
Una hermana de René Saravia habría declarado en la causa admitiendo cómo fueron las cosas, según el relato que le hiciera su hermano, ahora prófugo en Paraguay. De acuerdo con los datos aportados por ella y un testigo de identidad reservada, los cuatro disparos que terminaron con la vida de Beauvais habrían salido de un arma que gatillaron Saravia o Ascona, también prófugo en Paraguay.
La novedad es que quienes declararon ante Morlacchi sostuvieron que el secuestro fue en el domicilio que compartían Beauvais y la joven Acosta, en Ramos Mejía. El volvía de sus clases en la Universidad de Lanús y se encontró con Saravia y Ascona en el garaje del edificio, cuando estaba a punto de estacionar su Peugeot 206. Los investigadores dicen que Acosta les entregó la llave del garaje a los dos secuestradores paraguayos, muy relacionados con ella, y que también les habría pagado para que cometieran el secuestro. En cambio, no está claro si en el plan inicial estaba también matarlo. El objetivo, sacarle las claves de una caja de seguridad en la que había entre 300 y 400 mil pesos.
Acosta fue detenida el viernes. Ese día allanaron su domicilio, donde encontraron más dinero que el que, según los investigadores, la joven puede explicar, además de unas facturas de compras de joyas. También fue allanado el domicilio de la madre de Acosta, Luisa, quien convive con un hombre que también está sospechado.
Según varios testigos, Beauvais era muy poco generoso con sus parejas, al punto que les daba apenas 15 pesos por día para su manutención. Por ello, para los hombres del fiscal y la Bonaerense, el dinero hallado en poder de Acosta no tiene justificación. El abogado de la joven paraguaya, Gabriel Becker, desmiente esta última evaluación al señalar que, efectivamente, había dinero, pero no una cifra asombrosa. El letrado insiste con que “por lo que se ve en el expediente, el caso no termina de cerrar y las acusaciones contra mi cliente tampoco”. Becker denunció que Acosta, que dio a luz el miércoles pasado, fue encadenada a la cama en la noche del viernes, algo que constituye un trato inhumano.
Para algunos investigadores, la historia del crimen de Beauvais no termina de cerrar. Los imputados, Acosta, Saravia o Ascona, no parecen tener envergadura suficiente. Se trata de protagonistas demasiado humildes que sugieren que algún negocio de mayor volumen y de más dinero –tráfico de marihuana, prostitución o armas– debería explicar lo ocurrido. Se estima que Beauvais tenía medio millón de dólares en sus distintas cajas. Una suma demasiado elevada. Los investigadores dicen que tal vez el crimen fue producto de odios chicos y relaciones cercanas, pero creen que no se puede descartar que detrás de todo esto haya algún jefe más poderoso, tal vez con protección policial. Eso todavía está por esclarecerse.