“Si fuera por la acreditación de los hechos, ya podría hacerse el pedido de elevación a juicio”, dijo el fiscal Mariano Sole-ssio a Página/12. Solessio está a cargo del caso que tuvo como protagonista a Martín Ríos, el tirador serial de Belgrano. “La fiscalía se concentró primero en la acreditación de que el imputado fue quien cometió los hechos. Faltan algunas medidas, pero, si hoy tuviera que elevar a juicio, ya estaría en condiciones de hacerlo.” Las pruebas incriminatorias se sostienen, fundamentalmente, en las pericias balísticas, en la posesión del arma y en su titularidad. Además, los testimonios que lo describen y los reconocimientos, entre otras pruebas, agregan presión sobre la incriminación. Queda por determinarse el otro nudo del caso: si para la Justicia, Ríos es o no inimputable.

El lunes pasado, la Cámara del Crimen confirmó el procesamiento de Ríos con prisión preventiva por el delito de “homicidio agravado por placer” por la balacera que desató el 6 de julio pasado sobre la avenida Cabildo al 1700 y en la que provocó la muerte de Alfredo Marcenac. Pero las pruebas reunidas no concluyen allí: también reunió elementos que acreditan su participación en los ataques a una confitería de Juramento y Cramer, a un colectivo de la línea 67 y a un vagón del ferrocarril Mitre, hechos ocurridos meses antes del crimen de Belgrano.

“Si hoy tuviese que pedir la elevación a juicio lo haría –dijo Sole-ssio–, porque hay suficiente prueba que acredita los hechos. La pericia balística juega un rol determinante porque da un ciento por ciento de certeza de que los proyectiles fueron disparados por la misma pistola. Que esa arma estaba en poder del imputado. Y porque incluso el arma estaba registrada a su nombre. Además, los testigos hablan de una posición adoptada de tirador, que coincide con que Ríos practicó mucho tiro. Y las descripciones de los testigos coinciden con su físico.”

La fiscalía también reunió indicios en la confitería de Juramento y Cramer, donde hirió a una joven y escapó en una bicicleta amarilla, que fue secuestrada en su poder. Esa misma bicicleta fue descripta por testigos del ataque al colectivo de la línea 67, sobre Olazábal. “Hay testimonios que describen a un hombre como Ríos saliendo de atrás de un auto, que dispara contra el parabrisas del 67 y huye en una bicicleta amarilla.”

También se reunió medio centenar de vainas y proyectiles de los episodios de Cabildo, de la confitería, del colectivo 67 (dos fueron hallados incrustados en un parante del vehículo), donde vació un cargador de 15 proyectiles, y del vagón del ferrocarril Mitre. Por otro lado, las ruedas de reconocimiento por parte de los testigos dieron positivas.

¿Qué medidas quedan pendientes? “Hace unos veinte días, por cuestiones clínicas –sostuvo Solessio–, recién le extrajeron a Pablo Jagoe, el amigo de Marcenac, el proyectil que tenía alojado en una pierna y que ya se mandó a peritar. Y falta que Jagoe participe en la rueda de reconocimiento.” También se aguarda el perfeccionamiento de dos videos que tomaron las imágenes del momento en que el tirador dispara sobre los jóvenes. Uno fue aportado por un banco de la avenida Cabildo y otro por un comercio de la avenida Cramer, este último en relación con los disparos a la confitería.

Pero, fundamentalmente, queda pendiente determinar si para la Justicia Martín Ríos es o no imputable. “Nosotros trabajamos para acreditar la autoría y lo hicimos con creces. La inimputabilidad es una decisión que corre por otro andarivel”, señaló Solessio. Actualmente, Ríos es sometido a pericias psiquiátricas en cumplimiento con el artículo 78 del Código Penal, que obliga a determinar la inimputabilidad actual en casos de delitos graves. Resta realizar, si es que alguna de las partes lo solicita, la determinación de si en el momento de disparar, Ríos sabía o no lo que estaba haciendo y sus consecuencias.