Miércoles, 3 de enero de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › UN TAXISTA ATROPELLO A UNA MUJER, MATO A SU BEBE Y FUE LINCHADO POR LOS VECINOS
Ocurrió en Las Catonas, partido de Moreno, donde ya se registraron otros casos de justicia por mano propia. El taxista quiso esquivar un bache, embistió a la mujer y aplastó a su bebé. El marido y otros vecinos lo mataron a golpes. El fiscal dice que el hombre actuó bajo “emoción violenta”.
Por Cristian Alarcón
La vecina no durmió la noche del primero. Casi nadie pudo hacerlo en esa cuadra ancha y arbolada de Las Catonas, en Moreno, después de que se desató la tragedia. Faltaban diez minutos para que comenzara el nuevo año cuando se escuchó el griterío. Un vecino, el taxista Gustavo Orozco, de 55 años, apurado por llegar a su casa a brindar, se llevó por delante a Sandra Queiroles y a su hijo de ocho meses. Queriendo volver a arrancar pasó por encima del bebé, contaron los testigos. Entonces sobrevino la inmediata venganza. La vecina, que no quiere dar su nombre, cuenta que “eran unos diez hombres enfurecidos contra uno solo que nunca dijo nada”. Al final, “cuando de tanto golpe quedó tirado en medio de la calle” uno de los que lo atacó lo pateaba y gritaba: “¡Mataste a mi hijo! ¡Mataste a mi hijo!”, recuerda. La versión, ratificada por otros vecinos temerosos de que se conozcan sus identidades, se contrapone a la que por ahora considera como posible el fiscal del caso: que quien asesinó golpeando con una enorme piedra al taxista fue Carlos Da Silva, el padre de la criatura muerta, quien fue liberado porque habría actuado “en estado de emoción violenta”.
Al barrio se llega avanzando por la Ruta 23, que pasa por Moreno y va a San Miguel. En el camino, el tránsito muestra su peor cara: un colectivo derriba a un motociclista y no para. A las pocas cuadras una ambulancia carga a otro hombre, cuya moto también fue derribada. El accidente del domingo, en las vísperas del Año Nuevo, fue más cruento. Orozco dobló rápido por la calle Beltrán, sobre la que se suele caminar como si fuera una vereda. Y trató de esquivar uno de los pozos de esas calles de asfalto que parecen bombardeadas. La mujer caminaba con el bebé en los brazos. Por la vereda iba su marido, de la mano de otro de sus hijos. El hombre vio cómo el taxi los arrastraba.
Desde el lugar del impacto, hasta el sitio donde quedaron tirados Sandra y su bebé hay unos 20 metros. “La mujer quedó abajo del coche, apretada, con el bebé en los brazos, y el marido le gritaba al chofer que frenara. El chofer hizo para atrás para correrse, o para irse, y parece que entonces le pisó la cabeza al nene”, dice un joven sentado ante un kiosco, junto a otros dos. “El hombre quiso escaparse, salió con el auto, pero el marido de la mujer se le colgó del volante, por la ventana y vino a frenarlo frente a la gomería”, cuenta su amigo. “Entonces aparecieron todos, porque pasaban algunos y preguntaban y también iban para pegarle al chofer”, completa el tercero del grupo. “No conocemos el nombre de nadie. De por acá son, pero no sabemos quiénes son”, se excusan, y no quieren decir tampoco sus propias identidades. El rumor del linchamiento recorre Las Catonas. Pero también el alivio llega con la noticia de la tarde: el fiscal liberó a Carlos.
El chofer Orozco “iba bastante apurado hacia su domicilio, creo, por lógica pura, para poder llegar a tiempo para el brindis y atropelló a la señora que iba con su bebé caminando por el asfalto”, explicó el fiscal Horacio Chiminelli. A su criterio, tras tomar declaración indagatoria a Da Silva, el imputado sufrió “la pérdida transitoria de su capacidad reflexiva”, lo que atenúa la figura penal del homicidio. “Todo indicaría que la mujer quedó atrapada con su bebé (abajo del auto) y el esposo se desesperó y empezó a los gritos para que diera marcha atrás. El taxista, evidentemente asustado, puso primera y ahí mató al bebé”, dijo una fuente judicial.
Chiminelli opinó que “no está determinado” si hubo un ajusticiamiento colectivo. “No creemos que fue un linchamiento sino que lo mataron, lo asesinaron”, dijo. “En la desesperación, el padre del chiquito tomó una o dos piedras bastantes importantes que un vecino tenía para evitar que estacionaran vehículos en el portón de su casa y con eso le dio muerte a este hombre”, dijo el fiscal. Según Chiminelli, “el auto tiene bollones de piedra y la causa puntual de la muerte del taxista son múltiples fracturas de cráneo provocadas por esta piedra. Todo indica, por los testimonios, que el que le pegó fue este hombre que está aprehendido” y que “actuó en un estado de emoción violenta”.
Carlos Da Silva era imposible de ser ubicado hoy, aunque se sabía que estaba en el hospital de Moreno, visitando a su esposa, que quedó internada en terapia intermedia con múltiples fracturas tras el accidente. El fiscal también aclaró que la pesquisa recién comienza y que “la gente es muy reticente a brindar su testimonio y decir lo que sucedió. Y más en Las Catonas, que es una zona bastante caliente de Moreno”. En un recorrido de Página/12 se confirma la dificultad para lograr que cuenten lo que pasó. “Me da vergüenza ser tan cobarde, pero tengo hijos y me da mucho miedo”, le dijo una mujer a este diario a pocos metros del lugar de las dos muertes. Como otros, ella también esperaba las doce de la noche en el fondo de la casa. “Es que acá nos cuidamos porque se sabe que puede haber tiros, entonces es mejor no estar en las habitaciones que dan a la vereda”, explicó. Para luego deslizar: “Acá dicen que fuimos los vecinos, pero no es así. Fueron algunos vecinos, casi todos de la misma familia, están acostumbrados a hacer eso”.
–¿Qué quiere decir con que están acostumbrados? –preguntó este diario.
–Que en esta zona las peleas, la violencia, los patoteros, las cosas feas que pasan, todos las sabemos. Nada más que miramos callados porque tenemos miedo. Nadie denuncia en la policía porque no les hace nada.
En la gomería frente a la que fue apedreado Orozco tampoco saben cómo fue el homicidio. Salieron del fondo, a toparse con el cuerpo del hombre ya en el piso. A los pocos minutos la ambulancia se lo llevó hasta el hospital donde murió a las siete de la mañana. Ayer su hija Natalia, una docente que trabaja en una escuela de San Miguel, les dijo a los medios: “Estamos en una sociedad en la que está todo permitido, donde la agresión está justificada y en la que parece que todo vale. Mi papá venía de trabajar cansado, a las 23.30, como todos los 31 de diciembre. Lo estábamos esperando mientras lo estaban matando a una cuadra”. En el barrio se preparaban para los funerales de las dos víctimas. Nadie festejó el Año Nuevo. Dicen que la primera noche del año no pudieron dormir, de la inquietud que deja la tragedia.
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