Jueves, 1 de febrero de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › EN PILAR UNA NENA MURIO APLASTADA POR UNA HAMACA
Florencia tenía 7 años. Jugaba con otros chicos en una hamaca en la plaza del barrio. Los soportes estaban deteriorados y cayeron sobre ella. La fiscal dijo que el accidente era previsible.
La tierra removida y reseca en una plaza del barrio Monterrey, en Derqui, es la única señal que indica donde Florencia, de 7 años, perdió la vida. Una hamaca, desvencijada y oxidada, se le cayó encima el martes por la noche. Las flores rojas, de plástico, dejadas sobre un camino que cruza la plaza Don Bosco y las juntas vecinales improvisadas en las esquinas son indicios de otra cosa, de la conmoción y la rabia que generó entre las familias y amigos la muerte de la niña. Para la fiscal que caratuló la causa como homicidio culposo, la tragedia era “previsible y evitable”.
“Todos los chicos se bajaron de la hamaca y a ella se le cayó encima”, relató Erica, prima de la víctima, que alzó su voz por sobre la de su mamá quien, con frases entrecortadas, intentaba explicar lo que para ellos todavía es inexplicable. Florencia, junto a su hermano menor y sus dos primas, se hamacaba el martes pasado cuando la estructura cedió sobre ellos provocando un avalancha de pibes, algunos lastimados y otros asustados, que corrían a sus casas a pedir ayuda.
Roberto, un vecino de la zona, fue quien llamó a la ambulancia mientras trataba de calmar a su hijo que entró en su casa gritando: “¡La plaza, la plaza!”. “A vos te parece que estuvimos esperando 30 minutos que vinieran los médicos”, contó. Mientras la plaza se colmaba de a poco de gente, uno de los vecinos fue a buscar al padre de Florencia, Alberto Meza. En ese momento, estaba haciendo “una changuita de electricidad” a unas cuadras de su casa, ubicada a pocos metros de la plaza. Cuando llegó al lugar donde yacía su hija ya era demasiado tarde.
Según explicó la titular de la Fiscalía Nº 2 de Pilar, María del Carmen Gigante, que encabezó las pericias en el lugar ayer por la mañana, la hamaca “tenía un montón de deficiencias, estaba en malas condiciones”. Esto la llevó a sostener que la caída del juego era algo “previsible y evitable”. La hamaca, con cinco sillas, estaba sostenida por cuatro patas de agarre, dos de las cuales estaban superficialmente plantadas en el terreno. “La nena estaba hamacando a su hermano y en ese momento, la estructura cedió y se le cayó sobre la cabeza”, explicó la fiscal.
“La hamaca estaba enterrada así nomás, no tenía cemento ni estaba amurada ni nada”, denunció el tío de la víctima. “Sólo la sujetaba un cañito de cinco centímetros y la empalmaron así nomás. Las cadenas estaban atadas con alambre”, agregó para luego reclamar justicia por la muerte de su sobrina. “Tiene que haber un culpable. Que el intendente (de Pilar, Humberto Zuccaro) venga y dé la cara porque con una corona de flores como la que mandó anoche no la va a revivir a Florencia”, exigió.
A esa tarea está abocada en este momento Gigante. Averiguar a quién pertenece el predio, ubicado en la intersección de las calles Alfaro y Perú, a ocho cuadras de la estación ferroviaria de Derqui, es el paso previo para identificar a los responsables por el caso caratulado como homicidio culposo.
En la municipalidad del distrito de Pilar, donde son dirigidos los mayores reclamos y acusaciones, intentaron desligarse del problema. El jefe de Gabinete municipal, Osvaldo Pugliese, admitió que no le constaba al gobierno comunal que la base de la estructura de hamacas estuviera en malas condiciones y atribuyó posibles faltas de controles porque el jefe comunal “recién tiene tres años en la administración pública”. El mismo funcionario buscó despegar a la administración pública del caso recordando que el precario espacio verde fue fundado en 1985 por la comunidad salesiana. “No tienen vergüenza. Ahora le quieren echar la culpa al pobre cura que les da de comer a muchos de estos chicos”, se indignaron los vecinos.
No hay que recurrir a la palabra experta de la fiscal para verificar el estado de abandono de la plaza. Juegos con cadenas rotas, tres subibajas destrozados, suciedad, pastos largos y falta de iluminación son elementos que verifican la falta de mantenimiento. Allí, todos los días, unos 50 chicos disfrutaban de sus vacaciones. “Hasta hace poco el farol –con dos luces– se electrificaba cuando llovía”, contó Mónica.
“¿Hubo algún accidente, cómo se dieron cuenta de eso?”, preguntó Página/12 a la vecina. “Nos dábamos cuenta porque los perros se quedaban pegados. El cuidador de la plaza nos dijo que lo había arreglado, pero tenemos que esperar que llueva de nuevo para ver si es así”, respondió.
En una situación de olvido está también el barrio del distrito de Pilar conmocionado por la muerte de Florencia. Barrio que ya comenzó a organizarse para reclamar justicia. “Ciego, sordo y mudo”, era una de las pancartas preparadas ayer por los vecinos. Además exigirán ayuda para todos los chicos que fueron testigos de la tragedia. “Yo pedí ayuda psicológica para los chicos”, sostuvo Lorena, la hermana del papá de la víctima. “Vieron todo lo que pasó. La fiscal me prometió que se iba a ocupar”, contó con un nudo en la garganta.
Informe: Elisabet Contrera.
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