SOCIEDAD › OPINION

Trabajar con la sociedad para frenar la epidemia

 Por Ginés González García *

La realización del IV Foro Latinoamericano y del Caribe en VIH-sida e ITS, que sesiona hasta hoy en Buenos Aires, ha puesto luz sobre una verdad a esta altura incontrastable: el sida no es un problema de los dos millones de personas que son portadoras en la región, es una epidemia que involucra a todas las sociedades y que debe ser combatida con la fuerza de todos.

En nuestro país trabajamos con toda la sociedad civil en una política de Estado que es mucho más que lo que hace un gobierno, porque aquélla nos garantiza no sólo participación, sino inclusión, efectividad y solidaridad. Así hemos logrado, preservando nuestras diferencias y manteniendo nuestras identidades, trabajar muy fuertemente en estos últimos años.

Nuestro enfoque apunta no sólo a garantizar el acceso a los medicamentos a aquellas personas que los necesitan. También redoblamos la apuesta para garantizar el acceso a la prevención y a la promoción de los cuidados para evitar la transmisión de la enfermedad. No hay ninguna otra forma de prevenir y de cambiar las conductas que generan la propagación de la epidemia que no sea trabajando en la sociedad, con la sociedad y para la sociedad. Esa es la estrategia.

Trabajamos muy decididamente con las organizaciones de hombres que tienen sexo con hombres, las trabajadoras sexuales, las personas privadas de su libertad, los profesionales de la salud, los travestis; es decir, con todas las organizaciones y los grupos más vulnerables. Pero eso no es suficiente. Tenemos que trabajar con toda la sociedad, porque si enfocamos esto como un problema de la sociedad y como una amenaza de la sociedad, se terminarán muchas de las discriminaciones, muchos de los estigmas y muchas de las prevenciones.

He vivido y sentido en carne propia la discriminación y la estigmatización. Y no hay nada mejor que sentir algo lacerante en las entrañas para entender al otro. Hace no mucho tiempo, simplemente por tratar de hacer prevención, de distribuir más y mejor información –básicamente entre los más jóvenes– y, sobre todo, de proporcionarles profilácticos a las personas que no tenían posibilidad de comprarlos, tuve por eso uno de los ejemplos más duros que se pueden tener en una sociedad contemporánea con respecto a lo que significa discriminar simplemente porque no se comparte una idea.

Pese a esas posiciones retardatarias, nuestro programa avanzó y alcanzó resultados tales como haber bajado un 14 por ciento la mortalidad por sida en el último tiempo, lo que significa haber evitado la muerte de 150 personas por año.

Hoy en Argentina hay igualdad de acceso a los tratamientos gratuitos, pero no hay igualdad de acceso a la información suficiente, tal como la quisiéramos, básicamente entre los jóvenes y adolescentes. Aún no existe una cultura de la utilización del profiláctico, que es lo que hemos querido hacer desde el primer momento. Por eso, cuando no tienen plata para comprarlos, se los proveemos gratuitamente. Cuando asumimos se entregaban 600.000 preservativos. Hoy se distribuyen gratuitamente 40 millones.

Debemos reducir los precios que fijan monopólicamente los titulares de las patentes de medicamentos. Por eso la insistente posición argentina en organismos y foros internacionales es determinante. No es justo que las normas de propiedad intelectual habiliten a que empresas multinacionales multipliquen en América latina sus beneficios por tener dos millones de pacientes como rehenes.

Argentina logró no sólo el acceso universal a los tratamientos, sino tener uno de los precios más bajos del mundo por paciente tratado, y esto no es simplemente un argumento económico: es la posibilidad de que más personas puedan tener cobertura. Nuestra negociación con los laboratorios proveedores para la disminución de los precios de los antirretrovirales –primero para nuestro país y luego liderando la del resto de los países de Latinoamérica– favoreció el acceso en toda la región.

Durante este Foro se habló mucho del continente olvidado de América latina, no sólo el más pobre sino el más injusto del mundo. Debemos poner en valor a esta región, no sólo trabajando para que se acuerden de nosotros los donantes de fondos para la continuidad de los programas, sino trabajar en los temas de propiedad intelectual, porque por esa vía se les está negando el acceso a los medicamentos a muchísimas personas en todo el mundo. El compromiso de nuestro gobierno es seguir trabajando para lograr que esto cambie.

En un mundo signado por la globalización de las finanzas, de la cultura, de la información, también se ha globalizado la epidemia del VIH-sida. Más allá de los esfuerzos internacionales, sigue habiendo un problema: los enfermos y las personas que deben ser tratadas son nacionales. Tenemos que conseguir, pues, que se globalice la responsabilidad, la solidaridad y que hagamos un tratamiento integral, tanto los países ricos como los pobres, para resolver un problema que es de toda la humanidad. Ese es nuestro compromiso.

* Ministro de Salud de la Nación.

Compartir: 

Twitter

 
SOCIEDAD
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.